Sr. López
Contaba la abuela Elena que cuando lo de la gripe española allá a principios del siglo XX, la gente moria como moscas y su papá, que de medicina no sabía nada, encerró a toda la familia a piedra y lodo: -Prohibido abrir las ventanas, aquí no se enferma nadie –y sí, cuatro meses comiendo maíz, frijol y huevos de las gallinas que metieron, pero nadie se enfermó. A grandes males…
En México ya reapareció la viruela (variante ‘mpox’), con 4 mil 955 casos confirmados de 2022 a diciembre de 2024; aparte, hay un brote serio de sarampión (ya hay 5,860 casos confirmados con 24 defunciones); y han reaparecido enfermedades que estaban domadas como la tuberculosis, la tosferina, la poliomelitis (hay pocos casos, pero ya no había), y no se abaten paludismo, dengue y sus parientes que transmiten los mosquitos, por eso de la austeridad republicana (recortes a machete a los presupuestos).
Ya está doña Sheinbaum apurándole a lo de la vacunación. El secretario de Salud, David Kershenobich, anunció en abril de este año, que regresaban las semanas nacionales de vacunación, para cubrir el esquema básico; y regresaron. Está bien.
Nada más una cosita: ¿por qué regresaron?… ¡ah!, porque el anterior arrimado en Palacio en octubre de 2019, su primer año en Palacio, las canceló después de 26 años de funcionar mejor que bien y aparte congeló el Consejo Nacional de Vacunación (Conava), creado desde 1991 encargado de coordinar y tomar decisiones sobre la política de vacunación en el país.
No hacía falta nada, ni vacunación ni Consejo, para eso teníamos al Pejehová, él podía con todo, sabía de todo y nos iba a ahorrar mucho dinero y corrupción. Sí señor, íbamos a tocar los dinteles de la gloria. Todo salió mal.
Disculpe usted por repetir el lugar común: el sexenio anterior, el del Pejehová, transformador patrio, redentor de todos nosotros -aspirantes a formar parte del pueblo bueno-, ese individuo (decirle ‘señor’ sería otorgarle un grado al que no pertenece, ‘individuo’ ya es generosidad), que dice que vive donde no vive, ese, en su infausto periodo de diciembre de 2018 a septiembre de 2024, en salud pública (y casi todo), fue el peor en toda la historia del México moderno… en la historia, punto.
Cuando asumió el cargo de Presidente de México la salud de la población no estaba como en Dinamarca, pero iba cerca de bien a secas. Sumando todo, quedaban 20 millones de mexicanos sin ninguna protección en salud: los afiliados a las instituciones públicas de salud (IMSS, Issste, Pemex, Sedena y Semar), sumaban 42 millones de tenochcas; el Seguro Popular cubría a otros 52 millones; tenían seguro privado para gastos médicos otros ocho millones; ya faltaban solo 20 millones, no parecía un sueño la cobertura universal en salud, era cosa de seguirle. Pero llegó el Pejeremías.
El Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social), que desapareció el gobierno cuatrotero, informó que del 2018 al 2022, se incrementó de 20 millones a 50 millones de personas con “carencia por acceso a servicios de salud”. Se dice fácil, 30 millones más en el desamparo.
En el sexenio del infame Pejestorio todo lo referente a la salud pública fue un engaño. Para no caer en discusiones bizantinas con sus apasionados seguidores, con datos del propio gobierno cuatrotero, para enfrentar los gastos por enfermedades de alto costo de los que no tienen ningún esquema de seguridad social, según el presupuesto aprobado, entre 2019 y 2024, dispuso de 381 mil millones de pesos, en el Fonsabi (Fondo de Salud para el Bienestar, creado por la 4T), pero en la Cuenta Pública de cada año, que elabora el propio gobierno, se reporta que Fonsabi devolvió a la Tesorería de la Federación, 256 mil millones, sin dar información de en qué se gastaron esa montaña de dinero que le sacaron a la salud.
Y peor: el Fonsabi al cierre de 2024 disponía de sólo 32 mil 300 millones de pesos, el 74% menos que en 2018.
Se puede dudar de la rectitud de intención del entonces Pejecutivo, porque no hay nadie tan bruto: desapareció el Seguro Popular en 2019, diseñado para la población sin seguridad social y sin dinero, para pagar los servicios médicos que requieren las enfermedades catastróficas como el cáncer, incluidos los costos de estudios, consultas, medicinas, cirugías y hospitalización.
Lo sustituyó por el Insabi (Instituto de Salud para el Bienestar), que dejó de cubrir enfermedades como el VIH/Sida y el cáncer, por su alto costo y en el 2021, último año en que presentaron el desglose de datos, para el cáncer infantil se recortó el 97% y eso es una infamia, no hay nadie tan bestia, eso no es ni siquiera indiferencia criminal, es maldad. Ni los niños conmueven a ese individuo.
Desapareció el Seguro Popular, apareció el Insabi y a los dos años desapareció el Insabi y con una reforma a la Ley General de Salud, al vapor y en un solo día, en abril de 2023, se inventaron un nuevo organismo, el IMSS-Bienestar, que no tiene nada que ver con el IMSS, pero se oye bonito.
Ese sustituto de emergencia del Insabi, es puro invento. Se supone que consolida los servicios de salud de los estados y sí, 23 estados ya se incluyeron al IMSS-Bienestar, pero solo en el papel, suman los servicios de salud estatales, los que ya existían, y punto, sigue todo igual incluidas carencias. Eso es el IMSS-Bienestar, es otro engaño para quitar a los estados sus presupuestos para salud para tener sus recursos sin rendir cuentas.
El presupuesto de doña Sheinbaum para salud pública en el 2026, aparenta tener un aumento de 5.9% respecto de este año. La verdad es que es un 4.7% menor a lo que se ejerció en este su primer año de gobierno. El importante aumento propuesto para el año que entra, en hospitales, institutos y medicamentos no alcanzará el importe ejercido en 2024; seguirá limitado el acceso a los servicios de salud para la población sin seguridad social. Señora Sheinbaum, cuando menos en salud olvide lo del segundo piso. Son necesarios grandes remedios, le entregaron ruinas.