Iglesia de Chiapas alza la voz ante la violencia y llama a que la justicia y la paz se abracen
*Desde Chicomuselo, el pueblo creyente de la parroquia San Pedro y San Pablo, en la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, emitió un pronunciamiento público en el que denuncia la persistente violencia en Chiapas
El pueblo creyente de la parroquia San Pedro y San Pablo, perteneciente a la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, hizo público un amplio pronunciamiento pastoral en el que expresa su profunda preocupación por la situación de violencia que persiste en Chiapas y por la falta de condiciones reales para una paz con justicia y dignidad.
Bajo el título “Para que la justicia y la paz se abracen”, retomado de una carta pastoral del obispo Samuel Ruiz García (Jtatic Samuel) de 1996, el documento está dirigido a organismos de derechos humanos nacionales e internacionales, a la provincia eclesial de Chiapas, a las iglesias cristianas y a mujeres y hombres de buena voluntad. En él se afirma que Chiapas continúa siendo un territorio “regado con la sangre de gente inocente”, marcado por desplazamientos forzados, masacres, desapariciones, asesinatos, amenazas, hostigamientos y miedo generalizado.
El pronunciamiento recuerda que el año 2024 y 2025 han estado atravesados por el duelo, en particular por los hechos violentos ocurridos en Nueva Morelia el 12 de mayo de 2024, donde mujeres y hombres fueron asesinados en medio de enfrentamientos de grupos criminales que se disputan el territorio. Asimismo, se denuncia la pérdida de libertades fundamentales, como el libre tránsito, la libertad de expresión y el derecho a denunciar las injusticias, además de la fractura del tejido comunitario y familiar provocada por la violencia.
La Iglesia señala que, pese al discurso oficial que sostiene que “la paz llegó a Chiapas”, la realidad en los pueblos es distinta, ya que la paz —subraya— no se impone por decreto, sino que nace de la justicia, del reconocimiento de la verdad y del respeto a la dignidad de cada persona como sujeto de derechos.
Entre las principales preocupaciones expresadas se encuentran la reciente oleada de violencia en la región fronteriza, donde continúan los enfrentamientos entre cárteles; el temor a la reactivación de la explotación minera, sin pronunciamientos claros de las autoridades tras la clausura de una mina en abril de 2024; así como el hostigamiento y las amenazas indirectas contra la labor pastoral y la seguridad de agentes y servidores de las comunidades.
El documento también advierte sobre el intento de minimizar la gravedad de la situación mediante discursos oficiales “bonitos”, mientras diariamente se registran noticias de enfrentamientos, secuestros, amenazas e intimidaciones. Frente a ello, la Iglesia se asume como “voz de los pueblos silenciados” y reafirma su compromiso de caminar junto a las comunidades que sufren.
Finalmente, el pueblo creyente hace un llamado a las y los creyentes, a la sociedad civil y a la ciudadanía en general a no perder la memoria histórica, a buscar caminos de paz desde la unidad y el respeto a la dignidad humana, y a unirse para luchar por la vida, la paz y la justicia. Inspirados en el Evangelio y en la doctrina social de la Iglesia, reiteran que es responsabilidad de todas y todos denunciar la injusticia y trabajar por la transformación de la sociedad. El pronunciamiento concluye con un mensaje de esperanza, exhortando a seguir caminando con fe y compromiso, convencidos de que es posible una vida digna y en paz para todos los pueblos de Chiapas. El mensaje está fechado el 21 de diciembre de 2025 en Chicomuselo, Chiapas, y firmado por el Pueblo Creyente de la Parroquia San Pedro y San Pablo, de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas.
