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Apariencia / La Feria

Apariencia / La Feria
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Sr. López

Hace muchos años, este menda era gato (de angora pero gato), del gobernador de un estado de por allá del Bajío, señor serio, decente y sabio, destacado masón (33 grados Proof), católico solo para su boda y los bautizos de sus hijos, que de vez en vez se reunía discretamente con el señor obispo, para que le ayudara mandando a sus sacerdotes añadir a sus sermones de domingo, amenazas de eterna condenación a la grey -habitualmente al lado masculino-, por andar en la borrachera, por abusar de mujeres o arreglar sus asuntos a balazos. Una vez su secretario de gobierno, le preguntó si de veras creía en los curitas y respondió de bote pronto: -Yo no, la gente sí -le digo, era sabio.

El gobierno de la Ciudad de México, informó el viernes pasado que hasta las cinco de la mañana, habían visitado la Basílica de Guadalupe, trece millones de fieles tenochcas. Trece millones. Sin acarreo y sin contar los no pocos que llegaron después. Con trece millones basta para calibrar lo que sigue siendo el catolicismo en este nuestro extraño país.

Según el censo del Inegi del año 2020, son católicos casi 98 millones, el 78% de la población y sin duda, son más los guadalupanos, como consta a este junta palabras que a un poderoso y aguerrido líder sindical, ateo, comunista y come curas, cuando uno de sus correligionarios le preguntó por qué usaba un escapulario de la Virgen de Guadalupe, respondió: -Mi bronca es con el hijo, no con la mamá -¡cómo hay gente buena!

Lo de “extraño país”, es porque siendo tan pocos los delincuentes del crimen organizado (el peor estimado es de 175,000 que son muchos pero apenas el 0.13% de la población), y siendo tantísimos los devotos de la Virgencita, el país no esté oliendo a rosas (del Tepeyac), ni bañado en agua bendita, sino en sangre. Extraño. Y más extraño si piensa usted que nada más el ejército, la Marina y la Guardia Nacional, suman más de 320,000 elementos. Extraño… a menos que… (¡qué miedo!), a menos que tenga razón el tío Sam y que estemos viviendo en un narco Estado. ¡Sancte Michael Archangele!

Algo hicimos mal en México. Parecería imposible hacer laico un país con tan profunda raíz religiosa, aun antes del virreinato, y lo hicieron en 1859 unos cuantos masones yorkinos (pro yanquis, en realidad calvinistas anti-España), sabiendo que el peladaje no iba a chistar mientras no se les impidiera la práctica de la religión; también le birlaron sus propiedades a la iglesia católica (porque ese laicismo era más bien combatir la religión católica), y otra vez, nadie chistó, porque sus costumbres religiosas quedaron intactas.

Pero, cuando el gobierno en 1926 prohibió abadías, monasterios y conventos, obligó en algunos estados a que los sacerdotes fueran casados, expulsó a los que no eran mexicanos (a los españoles, pues), limitó el número de curas en cada entidad, y quiso controlar el culto y prohibir las peregrinaciones (incluida la del 12 de diciembre), se armó la marimorena:

La gente enfureció, la jerarquía religiosa sin temores adamados ni pudores de miriñaque, enfrentó al gobierno, cerró los templos y estalló la Cristiada, la Guerra Cristera, bárbara (por los dos lados), que tres años y 250 mil muertos después, terminó con un arreglo muy a la mexicana: el gobierno no le movía una letra a las leyes antirreligiosas pero no las aplicaría y la Iglesia, renunciaba a exigir sus derechos pero los recuperaba.

Todo hay que decirlo, aunque dé pena, terminó la Cristiada porque el presidente de los EUA, Calvin Coolidge, puso el “hasta aquí” (ya habían emigrado a su país 250 mil tenochcas empavorecidos por la matazón de acá); y así las cosas, un señor llamado Achille Ratti, que trabajada de Papa en Roma, como Pío XI, dijo: -‘Ta bueno –y la jerarquía de acá, se acomodó al nuevo orden que era el de siempre, total, nos hacemos majes y que le manden flores a las viudas.

Y así hasta el 28 de enero de 1992, cuando nuestro gobierno tuvo a bien dejarse de ridiculeces y reconoció de nueva cuenta a la Iglesia (a todas, claro).

El actual gobierno federal, en esto de la religión, la católica, pisa quedito, no porque les simpatice, sino porque para su proyecto único (conservar el poder), no les estorba y porque bien sabe que hay cosas que no tolera el tenochca simplex. Por eso se han tragado las declaraciones de la Conferencia Episcopal contra algunas de sus puntadas cuatroteras, como la reforma al Poder Judicial, porque saben que no tiene ninguna consecuencia y que pueden seguir de frente y sin retoque con su transformación nacional.

Pero eso no quita que siendo el oportunista que es el Pejehová, a su partido o lo que sea que sea ese muégano, le puso Morena porque tiene un airecillo guadalupano. Y por eso cuando era el Pejecutivo, suspendía para tristeza nacional, su amenísima mañanera los 12 de diciembre, cosa que pero-por-supuesto, copió doña Sheinbaum, no se vaya a creer que por respeto a la morenita del Tepeyac, no, por respeto a su Jechu (Jefecito Chulo).

Sabido como es que la hoy Presidenta es la más fiel seguidora-imitadora del Señor de Badiraguato, siendo todavía jefa de Gobierno de la Ciudad de México, se disfrazó de guadalupana, el 5 de mayo de 2022, apareciendo con una falda con la imagen de la Virgen; y no se le olvide que ya siendo candidata el 15 de febrero de 2024, voló a Roma para ser recibida por el papa Francisco (no, si de por sí ella era devota).

No tenga pendiente, seño, no necesita cortejar a los católicos, esos están acostumbrados a tolerar al gobierno mientras no les pisen los callos.

Por cierto, ayer la Presidenta puso un tuitazo (X): “En esta fecha tan especial para el pueblo de México, conversé por llamada telefónica con su santidad el papa León XIV para invitarlo a visitar nuestro país. Envía bendiciones y saludos a todos en este día de la Virgen de Guadalupe (…).

¡Qué mona, señito!… con el reporte de trece millones de no-acarreados, más le vale andar de queda bien, pero saben los que tienen que saberlo, que casi todo en su gobierno es pura apariencia.

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