Rodulfo Reyes
En la batalla por Centro —el municipio que más pasiones despierta y que más poder administra después de la gubernatura— todo parecía bajo control. Las riendas, firmes en la mano del jefe político del grupo gobernante, apuntaban a una sucesión tersa rumbo a 2027.
Pero entonces irrumpió Daniel Casasus Ruz, secretario de Ordenamiento Territorial y Obras Públicas, con un activismo tan desbocado que ya se siente más su campaña que la gestión por la que le pagan los tabasqueños.
Excoordinador de programas federales, Casasus avanza como si hubiera cruzado de antemano el puente de la candidatura: su equipo —operadores políticos y mediáticos que difícilmente trabajan gratis, ya sea por devoción o por cálculo— lo proclama “el adelantado”, el hombre llamado a tomar Villahermosa bajo la bandera vinotinto.
Y la fe del grupo tiene un santo protector: Andrés Manuel López Beltrán. Andy, el hijo del expresidente AMLO, secretario de Organización de Morena y cabeza de una cofradía que reparte influencia como si fueran indulgencias modernas. Para el círculo de Casasus, su cercanía con el vástago de López Obrador es salvoconducto suficiente para hacerse del ayuntamiento.
El detalle incómodo es que en 2024 Andy ya había intentado encumbrarlo… y los números lo dejaron lejos, ni siquiera en segundo lugar de la encuesta que ganó Yolanda Osuna Huerta, quien con ese resultado amarró otro trienio.
Después, los morenistas colocaron como segunda opción al diputado Jorge Bracamonte. La historia reciente no respalda las certezas del grupo de Casasus.
Aun así, sus simpatizantes creen que la mano de López Beltrán puede doblar la voluntad del gobernadorJavier May Rodríguez. Allí radica la lectura más errada: confunden cortesía institucional con sometimiento, y pasan por alto un episodio que revela la verdadera estatura política de May.
Revíselo usted:
El 2 de marzo de 2020, Javier May renunció a Sembrando Vida y a la subsecretaría de Bienestar, luego de que la entonces secretaria María Luisa Alboresmodificara unilateralmente las reglas de operación del programa. Al no encontrar condiciones para continuar, puso su renuncia sobre la mesa nada menos que ante López Obrador.
Y el presidente —el mismo que rara vez acepta una dimisión cuando tiene un proyecto político entre manos— no lo dejó ir.
No cualquiera se da el lujo de renunciarle a AMLO. Maylo hizo.
Esa es la pieza que no quieren ver quienes creen que Andypodrá dictar desde la dirigencia nacional quién será el candidato en Centro.
El gobernador no es un vasallo del linaje López. Y Centro, ese territorio cuya sombra puede iluminar o eclipsar carreras enteras, no se entrega por simple herencia de sangre.
