- Las notas del XXV Festival Internacional de Marimbistas se elevaron como un canto al legado, al talento y al amor por una tierra que late al ritmo del cedro y la baqueta.
Juan Carlos Toledo
Por primera vez, el sonido de la marimba volvió a vibrar en el corazón de Pijijiapan con la fuerza de una promesa cumplida. Las notas del XXV Festival Internacional de Marimbistas se elevaron como un canto al legado, al talento y al amor por una tierra que late al ritmo del cedro y la baqueta.
En medio del aplauso, el nombre del maestro Roberto “Tito” Palomeque Celaya volvió a escucharse con la misma reverencia con la que se pronuncia el nombre de un amigo querido. El más grande marimbista de todos los tiempos, hijo de Pijijiapan y padre de una dinastía musical, fue homenajeado donde todo comenzó: su propia tierra.
La historia de la Marimba Hermanos Palomeque, fundada en 1958 bajo la dirección del maestro Tito y sus seis hermanos, sigue siendo ejemplo de disciplina, talento y amor por la música. Con un estilo inconfundible, mezclaron la tradición mexicana con el jazz y los ritmos latinos, dejando huella en escenarios de todo el país y en el alma de generaciones enteras.
Hoy, esa herencia suena más viva que nunca. Sobre el escenario, su nieto Roberto Palomeque, digno representante de la nueva generación, hizo vibrar el aire con la misma pasión que su abuelo. Cada golpe de marimba fue un diálogo entre el pasado y el presente, entre la memoria y el orgullo, entre el eco de Tito y la voz de su descendencia.
El homenaje contó con la presencia del presidente municipal, Carlos Alberto Albores Lima, y su esposa Isabel de Albores, quienes encabezaron este magno evento que reunió a representantes de ocho países en una verdadera fiesta internacional de la música. A su lado, acompañaron el secretario municipal, Yoni Antonio Lorenzana; la diputada Getsemaní Moreno Martínez, presidenta de la Comisión de Participación Ciudadana y Popular del H. Congreso del Estado; y la directora general del CONECULTA, Angélica Altuzar Constantino, junto a las y los integrantes del Cabildo del H. Ayuntamiento Municipal de Pijijiapan, quienes se sumaron con orgullo a este emotivo homenaje al hijo predilecto de su pueblo.
Entre los artistas invitados, destacó la participación del músico John Gutto, proveniente de Estados Unidos, quien con su virtuosismo y respeto por la tradición chiapaneca ofreció una interpretación memorable. Su presencia reafirmó que la marimba no conoce fronteras, y que su lenguaje universal une a los pueblos a través del arte.
Las familias se reunieron para disfrutar de conciertos y presentaciones que recordaron por qué la marimba es el alma sonora de Chiapas. Niños, jóvenes y adultos fueron testigos de un encuentro donde la música fue puente entre generaciones, símbolo de identidad y esperanza.
Y así, con el crepúsculo tiñendo de oro los techos de Pijijiapan, la marimba volvió a contar la historia de un pueblo orgulloso de su raíz. El Festival Internacional de Marimbistas no solo celebró la música, sino también la memoria, la familia y el arte de quienes han hecho de la marimba un idioma universal del alma.
Porque mientras una tecla de madera siga vibrando en el aire, el espíritu del maestro Tito Palomeque seguirá tocando, invisible pero presente, en cada nota que se eleva hacia el cielo chiapaneco. 🎶💚
📷 JCTJ
