Ernesto Gómez Pananá
Los Estados Unidos viven un segundo periodo bajo el mando de Donald Trump, un septuagenario narcisista, iletrado, autoritario y conservador. Todo cierto, aunque todo resultado de una elección en la que, bajo sus reglas, la ciudadanía de ese país lo llevó de nuevo a la presidencia. Ni hablar, se puede criticar de Trump cualquier cosa, menos su legitimidad democrática.
La “maravilla” de la democracia es que -solo por poner un ejemplo- permite que un año después de la elección de Trump, los electores de Nueva York hayan nombrado alcalde a una de las figuras más refrescantes y disruptivas en la historia de esa nación. Un personaje que representa en una diversidad de aspectos, lo opuesto al millonario de piel naranja.
Zohran, Zogran (la “h” se pronuncia como “g”) Mamdani irrumpió en la campaña y la elección como una figura que llega para desacomodar el tablero político de Nueva York: joven, de tan solo 34 años, musulmán y asumiéndose abiertamente socialista en la capital del mundo capitalista, pasó de ser un legislador local poco visible a encabezar las encuestas con holgura. Su fuerza proviene de una mezcla poco habitual: migrante, discurso progresista directo y propuestas muy concretas pensadas para la vida cotidiana: rentas congeladas, transporte público gratuito y guarderías públicas también sin costo, para niños de hasta cinco años.
En una ciudad donde el presupuesto necesario para vivir es uno de los más altos del planeta, su agenda aterriza lo político en necesidades concretas para las personas de a pie.
El estilo de Mamdani es de cercanía: vive en el distrito de Queens, pero camina por todos los barrios de la urbe, conversa con quienes rara vez son escuchados, convierte la calle en oficina y las redes sociales en amplificador. Su campaña se apoyó en una coalición joven, multirracial, trabajadora e inmigrante que no teme a la etiqueta de “socialista”. Su estructura territorial opera como un movimiento cultural que reivindica la política como vehículo para el contacto humano. Se le ha señalado por manifestarse a favor de Palestina y por condenar la destrucción de Gaza.
Quien será alcalde de la Gran Manzana a partir del primer minuto de enero del 2026, nació en Uganda, hijo de intelectuales, su padre un académico ugandés y su madre una cineasta nacida en Bombay, llegó de niño a Nueva York. Su narrativa cruza identidad, lucha social y vida urbana. Habla de vivienda inalcanzable, de transporte precario, del costo de criar hijos y de la necesidad de un ingreso suficiente para una vida digna. Un liderazgo que interpela a quienes viven en la zona de confort institucional. Su victoria en la elección de alcalde plantea una pregunta: si la fuerza del este emergente símbolo disruptivo puede traducirse en un modelo de gobierno efectivo y eficiente o si, como ocurre con los cambios abruptos, la realidad terminará venciendo a la frescura del ímpetu. Ojalá y lo logre.
Oximoronas 1. Inevitable mencionar el asesinato del alcalde de Uruapan el sábado pasado. ¿Cómo salir de este huracán violento que nos aprieta y nos ahoga? Una tragedia.
Oximoronas 2. Saludos a mi maestra Karla Barajas, escritora y promotora de la lectura, que acaba de presentar la antología “Calabacita tías. Volumen IV”, en la que generosamente me invitó a participar.
Oximoronas 3. Netflix estrenó en días recientes una docuserie que relata la vida del señor Alberto Aguilera. La genialidad le llevó a acumular centenares de horas de grabaciones propias, tanto de sus recitales como de su vida personalísima. El señor fue tan genio que se dio el lujo de dejar material para quienes invariablemente escribirían y producirían sus memorias. Un grande.