Enoch Cancino Casahonda
La vida es un boleto para entrar en la muerte.
Es un descanso conveniente,
un escalón propiciatorio.
Sólo los ojos azorados pueden entrar en la muerte.
Esponjarse en su gelatina,
mirar en su oscuridad.
La muerte se hizo para pensar en la vida
(brasa perdida en el brasero)
porque es muy triste no tener una historia
que pueda contarse en el invierno.
A Primo Chanona
Hoy te moriste mi buen Primo
y yo pasé frente a tu casa
con esa indiferencia de quien sabe
que tú ya estabas muerto de antemano.
Eras la cuerda floja de la vida.
El trapecio en espera de la suerte.
Quien ha vivido siempre en el vacío
sabe más de la hartura que los hartos.
Eras la voz recóndita del mudo
que se ha asomado sin querer al canto
sumergido en el fondo de sí mismo.
Tú fuiste la canción nunca cantada.
La posibilidad siempre mellada.
Nunca podré decir que has fracasado
cuando nunca soltaste tus amarras.
Sólo podré decirte estas palabras:
te quise de verdad, Primo, mi amigo,
corazón sin fulgor, llanto sin ojos.