Sr. López
La abuela Elena, la de Autlán, contaba que allá por los años 80 del siglo XIX, el Alcalde mandó a llamar a su abuelo para que firmara las escrituras de su rancho, con los límites que habían fijado unos topógrafos que llevaron los de los ranchos vecinos, y que su abuelo dijo que no firmaba porque ni sabía firmar, cuantimenos leer, pero que no tuviera pendiente, quelo de los límites él lo arreglaba; y como el Alcalde le preguntó cómo, le dijo: -Como siempre, a tiros –y a balazos lo arregló, como siempre. Era grande su rancho. Historias de antes.
El viernes pasado, este menda tachó como metida de pata presidencial, haber dicho que los EUA viola el derecho internacional al hundir en alta mar, lanchas de narcos venezolanos.
Ayer, otra vez, la Presidenta en su mañanera dijo “no estamos de acuerdo con estos ataques como se dan”, y mandó que los secretarios de Relaciones Exteriores y Marina, se reunieran (y se reunieron ayer mismo), con el embajador de los EUA, porque, “nosotros queremos que se cumplan todos los tratados internacionales (…) en el marco del acuerdo que tenemos de seguridad con Estados Unidos (…)”. ¿Qué tiene que ver lo de los ataques de EUA a barquitos venezolanos con el acuerdo entre México y los EUA sobre seguridad?… nada.
A peor, ayer mismo, un exministro de la Suprema Corte de Justicia, dijo la misma tontería: “Estados Unidos no tiene autorización legal para disparar de manera indiscriminada contra embarcaciones en aguas internacionales (…) según la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982 (esto) podría tener implicaciones internacionales si norespeta la Convención del Mar. El derecho internacional existe para regular esto (…)”. ¿De veras?
Parece mentira. Uno puede entender que la Presidenta no tenga ni la menor idea (o tal vez, la menor), pero no un exministro de la Suprema.
El derecho internacional, en este caso el público (que aplica a países), no existe… bueno, sí, pero no es un cuerpo de leyes con valor internacional; no hay un poder legislativo mundial que emita leyes que todos los países respeten, ni hay una policía mundial (o ejército), que las imponga.
El concepto de derecho internacional (por cierto, sus precursores fueron dos frailes españoles de la Universidad de Salamanca en el siglo XV), básicamente se refiere a la costumbre internacional y los principios generales de derecho, que los países acepten, y a los tratados que establezcan entre ellos; son compromisos asumidos libremente y respetados libremente por cada Estado. Ese tan traído y llevado derecho internacional público es lo que cada país quiera reconocer (no como las leyes nacionales de un país que no las tiene que reconocer cada ciudadano, no, se le imponen a mamporros y sanseacabó).
Señora Presidenta, señor exministro: los EUA no reconocen el Derecho del Mar parido por la ONU. Lo firmaron pero no lo ratificaron, lo que es lo mismo que no firmarlo; el Senado yanqui bloqueó su ratificación. No les da la gana porque no les conviene… a ver, oblíguelos.
Aparte, desde 1945 se fundó como órgano de las Naciones Unidas (ONU), la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el tribunal en el que se dirimen las diferencias entre países (no confundir con la Corte Penal Internacional que enjuicia a individuos, normalmente acusados de crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad, tribunal que podría llegar a juzgar a un mexicano que todos conocemos, digo, 300 mil muertes evitables son de lesa humanidad… otro día).
Las sentencias de la Corte Internacional de Justicia,son definitivas e inatacables y cuando un país no las cumple, se pasa el asuntito al Consejo de Seguridad de la ONU, para que le aprieten las tuercas emitiendo una Resolución que puede ser cosa muy seria, como el envío de Cascos Azules, el ejército de la ONU. Muy bien.
Pero los EUA no reconocen a la Corte Internacional de Justicia y con sus sentencias se limpian el extremo inferior de su sistema digestivo, la mera salidita, porque forma parte del Consejo de Seguridad y puede vetar lo que no le acomoda. Y el mundo… traga.
Nos guste o no (no nos gusta), son el imperio y nos guste o no (claro que no nos gusta), hacen lo que les viene en gana, con una advertencia, a veces tienen razón, toda la razón. O piensa usted que deberían decir con altavoces a las lanchas que llevan drogas asu país, que ya se porten bien… ¡ya estense! Y los que siguen haciéndolo, saben bien a qué se arriesgan. Feo asunto, pero la historia está retacada de cosas así, feas.
Por eso, porque son el imperio, como su Constitución dice que solo el Congreso puede declarar la guerra, su mismo Congreso desde 1973 aprobó la Ley de Poderes de Guerra, para que su Presidente mande a su ejército a hacer y deshacer a donde mejor les convenga, con la condición de que les avise a las 48 horas de iniciada la acción militar y solo por 60 ó 90 días… o más. Y por si el Congreso de plano no aprueba el desmán del caso, entonces aplica el veto presidencial y le sigue. Faltaba más.
También porque son el imperio se dieron a sí mismos otra ley en 2001, llamada Autorización para el Uso de la Fuerza Militar (AUMF), para que su Presidentepueda mandar el ataque a “objetivos específicos” en particular al terrorismo. Por eso designaron a los cárteles del narco como organizaciones terroristas.
No se trata de que nuestro gobierno aplauda estas acciones unilaterales del tío Sam. No. Pero en estos casos, es mejor mantener cerrada la bocota. Nada se puede hacer para impedirlo ni hay derecho internacional aplicable.
Además, se ahorra uno el ridículo. Nuestro Canciller declaró una vez terminada su reunión de ayer con el embajador yanqui que “México no se subordina ante ningún país”, pero la versión oficial escrita fue que la reunión bilateral “tuvo como objetivo fortalecer la coordinación bilateral entre México y Estados Unidos en materia marítima”.
Será. Pero mientras, los yanquis mandaron a nuestra Marina a recoger su tiradero… o no y no nos dicen que fue en aguas mexicanas… ¡aguas!