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Lacandones y Mochós, mayas de Chiapas. Mitos y religiosidad popular VII

Lacandones y Mochós, mayas de Chiapas. Mitos y religiosidad popular VII
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Antonio Cruz Coutiño

Sukunkyum, el cargador del sol

Mientras poco a poco el sol se va poniendo detrás del lago […] describe las tareas de Sukunkyum: llevar el sol hasta su hamaca y, así cargado, transportarlo hasta su morada bajo la tierra como se lleva un cadáver a la tumba. [Aunque… no es que] el sol esté muerto, no. [Sino] tan solo cansado por su viaje diurno. Sukunkyum le dará de comer pozol, semillas de calabaza, y pequeños peces, y lo pondrá a dormir. Por la mañana, estará como nuevo.

—Pero, y ¿cómo es el sol? —le pregunto y él responde:

Bueno, para nosotros es como un disco en llamas, pero los Antiguos sabían que es un hombre alto con una túnica blanca, con una bola de fuego sobre la cabeza. Pero hay más de un sol. Después del eclipse, el sol muere y se debe hacer uno nuevo antes de que el mundo se renueve. Esto ocurre cuando dejamos nuestros viejos incensarios y fabricamos nuevos, para que los dioses atiendan nuestras plegarias. Sólo entonces Hachäkyum hace un sol nuevo.

—[Pero entonces], ¿quién hizo el primer sol?

—¡Aah! Fue K’akoch, el Gran Padre, [el dios primero]. Él hizo la tierra y el mar, el primer sol y la primera luna y el Nardo Celestial o Bak Nikté, de donde emergieron los dioses y completaron el mundo. Pero en esos tiempos la tierra no estaba firme. ¡Oh no! No había rocas ni árboles, y [la tierra] era muy suave como el atol de maíz. Después de su nacimiento, Hachäkyum rehizo el mundo con arcilla, roca y arena, tal como es ahora.

K’akoch y Hachäkyum, los creadores

Chan K’in […] describe el mundo, redondo en su parte superior, como un cazo invertido. El cielo de Hachäkyum está directamente sobre nosotros y, por encima de este, hay cuatro cielos más, morada de las deidades menores. En el límite, fuera del alcance de los rayos solares, está el séptimo cielo de la cosmología lacandona: un lugar desierto, inhóspito, rodeado por la más absoluta y perpetua obscuridad.

Después que Hachäkyum hizo la tierra firme, K’akoch le dio maíz a Nuestro Señor, y la esposa de este aprendió a preparar tortillas y pozol. Y entonces… antes de que existan las piedras, los animales o las serpientes, Nuestro Señor Hachäkyum y su esposa hicieron a los [lacandones o] Hach Winik, con arcilla y arena: uno de cada onen [linaje de familia], empezando con el ma’ax o mono araña. Luego vinieron el jabalí, el jaguar, el faisán, el venado y los demás. Pero no creó ladinos ni ts’ul. ¡Aah no!

Mensäbäk hizo [a] los ladinos y Akyantho [a] los ts’ul, los extranjeros, a los que sigue protegiendo, dándoles ganado y dinero. —¿Y Kisín?, ¿Quién hizo a Kisín?

—¡Aah! Hachäkyum hizo a Kisín, pero fue antes de que creara a la gente. Kisín no nació del Nardo Primordial, como los demás dioses. Hachäkyum empleó tierra y madera podrida para crear a Kisín y este emergió cinco días después, de una flor nocturna, la dak’alyoom. [Por eso] Kisín come hongos de árboles y nidos de gusanos, que él llama sus frijoles. Se viste como un ladino, con camisa y pantalón, y usa un sombrero hecho de bejucos.

Después de crear a las personas, Hachäkyum creó los animales. Los hizo con la misma arena, tierra y arcilla, pero solo los extranjeros aprendieron a domesticarlos. Los de la selva se escaparon todos y se hicieron salvajes, y se convirtieron en los animales de hoy.

Con los restos de tierra que le quedaron en las manos, Hachäkyurn hizo las arañas, los escorpiones, las hormigas, los mosquitos, las pulgas y otros insectos. Pero primero nacieron las hormigas. Las hormigas ayudan a los hombres, y fueron hechas de granos de polvo. —Cuéntanos acerca de la serpiente —dice [el pequeño] K’in, anticipándose al relato.

—¡Aah sí! La serpiente nació por casualidad. Cuando cayó una larga cinta de barro de la hoja de una palma y al llegar al suelo cobró vida. Hachäkyum iba a mezclarla con el resto de tierra pero la vio tan bonita que le permitió vivir. Ni siquiera Nuestro Señor se dio cuenta de que había creado algo mortífero, y el espanto y dolor que traería a los Hach Winik.

El cazador de tuzas y la hija de Kisín

Chan K’in habla de Nuxi’, el trampero que caza tuzas, que se enamora de la hija de Kisín y se convierte en […] el primer Antiguo en visitar [el inframundo] que regresa sano y salvo para contar sus aventuras. [Después] Sukunkyum lo pone bajo su protección y lo convierte en un colibrí para que pueda entrar a casa de Kisín, sin ser visto, y continuar con la seducción de la hija de este.

Kisín lo abatió con su arco [aunque] la hija reclamó para sí el cuerpo del colibrí. Al anochecer el cazador de tuzas recuperó su forma humana y se unió a ella como hombre y mujer. Ella le preparó tortillas para el desayuno y desde entonces Kisín no tuvo más remedio que aceptar a Nuxi’ como yerno. El cazador de tuzas y su esposa muy pronto regresaron a la morada de Sukunkyum, pues Nuxi’ no podía tolerar la dieta impuesta por su suegro. La hija de Kisín no pudo acompañarlo a la tierra porque le faltó barrer un rincón de la casa de su suegro, tal como le había dicho que hiciera Sukunkyum.

Kisín, [de esta manera], pudo reclamarla esgrimiendo un puñado de polvo. Si ella hubiese regresado a la tierra con Nuxi’, el reinado de Kisín habría terminado y la muerte habría desaparecido para siempre.

Xu’tan. El día del exterminio

El mundo va a morir […]. Ya es demasiado viejo. La carne también es vieja. Está agotada. El mundo muy pronto se [va a] quemar. El sol se va a detener, ya no se va a mover por el cielo y todo se va a quemar. El sol va a quemarlo todo hasta que el mundo se quede desnudo. El fuego va a durar tres semanas. Luego va a llover. Va a llover durante tres semanas sin parar, hasta que todo esté inundado.

Entonces, en el cielo de los dioses menores todo se pondrá obscuro, en tinieblas, y ellos van a cortar las cabezas de la gente, y [la divinidad] Ts’ibatnah va a pintar las paredes de las casas con la sangre de la gente buena. Su sangre es de un rojo brillante y huele muy bien. Como el nardo. Pero los jaguares van a comerse a la gente con sangre obscura que va a quedar desparramada por el suelo. Entonces Akinchob [dios del maíz] se va a llevar los árboles y las flores a su casa. Hachäkyum va a hacer un nuevo sol y una nueva luna, y el mundo de nuevo.

Entonces va haber animales otra vez, y extranjeros, japoneses, franceses y también Hach Winik. Akyantho, dios de los extranjeros, va hacer de nuevo a los cristianos. Él es el padre de Jesús, creo, y hace el amor con la Virgen para dar a luz a Jesús. Akyantho va hacer todo igual que antes —machetes, tractores, aviones, camiones— pero el mundo va a ser nuevo. La selva va a ser nueva. No va haber problemas. Todos van a rezar y [a] elevar sus ofrendas. La gente de Akyantho y la de Nuestro Señor Hachäkyum.

—K’ayum, ¿por qué es tan poderoso ahora Akyantho?

Porque hay tantos extranjeros ahora, que son su gente, y tan pocos Hach Winik. Akyantho se ha convertido en el nuevo dueño del sol. Se lo quitó a Tuup y a Hachäkyum, y él va a ser el que haga el próximo eclipse y también el que traiga el Xu’tan [día del exterminio]. Así como Kisín elevó su rango con la llegada de los chicleros y los misioneros [protestantes], hoy en día, la invasión de los turistas de todas partes del mundo ha colocado a Akyantho en la posición de deidad principal, casi a la par con Hachäkyum.

Nuestro final está en manos de Akyantho. Solamente en sus manos.

Metlán. Una parte del inframundo

Hasta hace poco los lacandones enterraban a sus muertos en línea con la estrella polar. Junto con el cadáver se colocaba un perro hecho de hojas de palma, una mata de cabellos, un hueso, un cazo lleno de maíz y distintas herramientas para ayudar al muerto en su viaje a la eternidad. Sobre la tumba se erigía una pequeña choza con un diseño preciso, geométrico, que se suponía era auspicioso para el viaje del alma […].

[Metlán es] el lugar espantoso donde Kisín se dedica a asar y a congelar alternadamente las almas para hacerles expiar los pecados cometidos. El hueso está destinado a los malignos perros de Metlán. Así el alma podrá seguir su camino sin sufrir daño alguno. El pelo es para los enjambres de piojos, y el maíz para las bandas de pollos que aparecen en el camino. Después el alma llega hasta un rio infestado de caimanes, y aquí es muy importante el perro de hojas de palma, [pues el perro] se apiada de su antiguo amo y lo conduce nadando hasta la otra orilla.

El alma buena llega entonces a la casa de Sukunkyum, [hermano mayor de Hachäkyum], que le dará de comer y cuidará de ella hasta que haga su hogar en el inframundo de Sukunkyum o ascienda a uno de los cinco cielos, según el tipo de persona que haya sido, o la manera de morir.

Sukunkyum le dirá al alma, que los perros, los piojos y los pollos eran ilusiones. Que estaban allí para asustar y desalentar a quienes quieren regresar a la tierra. Los caimanes son también ilusorios, y el río no es más que el torrente de lágrimas derramadas por las esposas, los amigos y los compañeros del muerto…

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