1. Home
  2. Columnas
  3. To type / Galimatías

To type / Galimatías

To type / Galimatías
0

Ernesto Gómez Pananá

La palabra “tipo” proviene del griego “týpos”, golpe, huella, impresión. En su origen, un týpos era la marca que dejaba un golpe sobre la arcilla o el metal. Con el tiempo, ese sentido pasó al latín typus y de ahí a las lenguas modernas: “tipo” en español, type en inglés. No es casualidad que, en el mundo de la imprenta, la palabra designara a cada pieza de metal que contenía una letra en relieve: un molde capaz de dejar huella en el papel. El “tipo móvil” de Gutenberg es, en esencia, la materialización de esa idea antigua: la letra como marca exacta y repetible. Posteriormente, con el surgimiento de las máquinas de escribir, “to type”, tipear, pasó de repetir los tipos metálicos en las imprentas, al golpe de los dedos en la máquina de escribir.

La mayor aportación de Gutenberg, a mediados del siglo XV, no fue ni el libro ni la tinta ni el papel: su invento permitió la repetición exacta y el salto exponencial de la difusión del conocimiento humano. La imprenta de tipos móviles convirtió lo único en múltiple y lo escaso en accesible. Antes de él, los libros eran copias manuscritas, lentas y costosas, reservadas a unos pocos. Con la aparición de la imprenta, la lectura cambió su naturaleza: pasó de la oralidad colectiva a la intimidad silenciosa; de la posesión monástica a la circulación pública. La imprenta democratizó el acceso al saber, disolvió el monopolio de la palabra, encendió la Reforma, el Renacimiento y las revoluciones. Sobre esos tipos metálicos se estampó la modernidad.

Hoy, la humanidad se aproxima aceleradamente a un umbral semejante a aquel de 1440, aunque hoy no son ni el plomo ni la tinta, sino los píxeles, los megas y las pantallas. Los smartphones y el internet son una suerte de nueva imprenta luminosa y dinámica que viaja en nuestros bolsillos. La virtud de la palabra no es ya su permanencia. Tampoco lo son su réplica exacta ni su tangibilidad ni su peso. Muy por el contrario, hoy las palabras son brillantes, pueden modificar su tamaño, su estética, su distribución en la página y su sentido. Las palabras de hoy parpadean, pueden aparecer o desaparecer, y la lectura ya no es un ejercicio intimísimo a la luz de una vela. Si Gutenberg nos permitió leer en soledad, la red nos devuelve a un zócalo de presencia colectiva en el que una lectura puede suceder simultáneamente para cientos o miles de personas. Vemos, leemos, reaccionamos en tiempo real. La estabilidad del libro dio paso a la fugacidad del scroll; la escasez de ejemplares se transformó en sobreabundancia de información. El reto ya no es acceder al texto, sino no naufragar en un cuasi infinito océano de contenidos: La imprenta multiplicó la palabra fija. El smartphone multiplica la palabra fluida y cambiante. Leer ha dejado de ser acción estática. Leer hoy es, crecientemente, un acto fugaz, breve, efímero. Leemos con los ojos y la mente al ritmo que los dedos desplazan los párrafos en pantalla. Son los dedos los que ejecutan la voluntad -typing- para pasar de largo frente a un texto, o detenernos a beber de ese contenido adictivo. La primera transformación de la lectura se dio con los tipos móviles de Gutenberg que construían textos estáticos. La actual transformación se da mientras typeamos en nuestra pantalla frente a textos dinámicos. La evolución de hace seiscientos años fue profunda y determinante en el devenir de la especie humana. Esta que inicia con el siglo sin duda también lo será. Que sea para bien.

Oximoronas 1. Las pantallas actuales son mágicas. Permiten leer libros, sintonizar noticieros. También mirar partidos -de futbol- desde cualquier sitio: la casa, el auto… el escaño.

Oximoronas 2. De octubre. Que no se olvide el motivo. Y que nunca se repita.

Oximoronas 3. Valdemar Rojas homenajeado en el Congreso chiapaneco. Caminante. Voz y acción fundacional. Enhorabuena.

LEAVE YOUR COMMENT

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *