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“El puente roto…”

“El puente roto…”
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Abertura en el paso a desnivel de la Torre Chiapas. Foto cortesía.

Roberto Chanona

Se trata de una separación que sufrió el paso a desnivel de la Torre Chiapas en el libramiento norte de la ciudad. En verdad no debería haber pasado porque fue una inversión considerable en materia de construcción. Pero este error es una peccata minuta en comparación con las obras que a continuación mencionaremos. Lo que en realidad quiero remarcar es la ausencia de responsabilidad en cada sexenio. No es posible que inversiones millonarias fracasen y nunca aparezca un responsable. Esto trae como consecuencia que en cada sexenio se sigan cometiendo errores, porque al final no pasa nada.

Recuerdo cuando se estaba haciendo el aeropuerto Llano San Juan. La vox populicomentaba que nunca iban a bajar los aviones porque siempre había mucha neblina en ese lugar. Entonces dijeron que si en Londres bajaban los aviones por qué no bajarían en Llano San Juan. Cuando empezaron los problemas y fueron a preguntar cuánto valía esa tecnología para bajar aviones resultó que los aparatos valían más que la construcción del aeropuerto. Pero había otro problema que ni los ingenieros rusos pudieron resolver: LOS VIENTOS CRUZADOS. Y entonces el aeropuerto fue un fracaso. ¿Cómo es posible pensar en una inversión de tal magnitud sin consultar a especialistas en la materia? Pero eso no sólo pasa en Chiapas, el aeropuerto de Texcoco es otro ejemplo.

Ahora pasemos a Puerto Chiapas. Es cierto que en el siglo XIX en nuestro estado hubo dos puertos a mar abierto: San Benito y La Puerta (Puerto Arista). Los barcos se anclaban a 500 metros de la costa y en una plataforma flotante bajaban las mercancías. Después, con un andarivel las llevaban hasta la playa. Así bajó la primera locomotora que llegó a Chiapas de Inglaterra. Pero tratar de hacer un puerto a mar abierto en el océano Pacífico es una locura que nos costó muchísimo dinero, cuando el ideal era Paredón, porque ahí existe una barrera natural, por eso le dicen mar muerto, y sólo había que desazolvar hasta llegar a la profundidad necesaria para atracar grandes barcos.

Cuando construían el criadero de camarón en Cabeza de Toro estábamos en la cantina de Isaías Vásquez Aguilar, hermano del poeta Joaquín, y los ingenieros de la obra se reventaban unas cerbatanas bajo los palos de mango. Al rato se paró un pescador ya entrado en años y se acercó a su mesa y les dijo: Disculpen que los interrumpa, pero ahí donde están haciendo el criadero de camarón se les va podrir el productoAllá en La Joya, ahí baja el río y siempre tendrían agua limpia y oxigenada. Inmediatamente los ingenieros respondieron que las bombas que iban a instalar resolverían el problema de la circulación del agua. Al segundo año con el salitre y la falta de mantenimiento se descompusieron y se pudrió todo el camarón. Entonces hicieron un canal de 15 kilómetros desde Paredón hasta el puente Capulín para que el agua saliera por Boca del Cielo. POR FAVOR, ¿qué nunca visitaron un criadero para darse cuenta de que siempre están a la margen de un río que alimenta los estanques y luego el agua vuelve a incorporarse a su cauce? Ese error nos volvió a costar un dineral.

Ahora pasemos a la biblioteca en lo que hoy es el Centro Cultural Jaime Sabines, donde se les pandeó el techo. Platicando con uno de los constructores de esa obra le pregunté qué fue lo que en verdad pasó para fallar de esa manera. Esta persona me platicó que ellos encontraron que había una trabe muy larga que estaba mal calculada y no iba a soportar el peso del techo. Mediante oficios, los constructores explicaron la problemática y proponían una columna para soportarlo. Los iluminados de Obras Públicas dijeron que no había error en los cálculos porque un profesional los había hecho y que construyeran de acuerdo con lo que el calculista había programado. Hicieron el techo y salió el problema: se estaba pandeando. Empezó el pleito, las demandas, pero agradablemente los constructores habían documentado con oficios sellados de recibidos planteando la problemática de la trabe y Obras Públicas perdió el caso. Al final construyeron la columna después de meses de pleito.

Podíamos seguir con muchos casos como el puente de San Cristóbal de Las Casas que se les vino abajo, la construcción de un autódromo donde nunca hay carreras de autos, centros de convenciones que funcionan como oficinas porque no tenemos acuerdos mundiales que organizar para tal elefante blanco, carreteras que no llegan a ningún lugar, lienzos de charros para una familia poco numerosa y una infinidad de obras que son dinero tirado en sacos rotos. ¿Y el problema de la salud, y el problema del agua potable, y el problema del transporte con esas combis que son carrozas funerarias? ¡Por favor, señores! Nos pasa lo del ingrato que tiene carro del año y su casa se cae.

Agradablemente estos problemas de los pasos a desnivel son en verdad de una escala menor: uno que no le dejaron desagüe y se convirtió en alberca, así que le rompieron a un costado y quedó listo, y el otro que se despegó por una falla de cálculo en el piso o el peso,pero están funcionando. La realidad es que estos pasos a desnivel fueron una solución perfecta para atravesar la ciudad. Entrar y salir de Tuxtla es en verdad muy fácil y rápido, lo demás es lo de menos.

Lo importante es reconocer que muchas veces nuestros funcionarios están en el lugar equivocado, son pagos de facturas y nada saben en relación con el cargo. Aquí caben perfectamente las palabras de Belisario Domínguez respecto a Huerta: ¿Qué diría la tripulación de un gran navío que en la más violenta tempestad y en un mar proceloso nombrara piloto a un carnicero, que sin ningún conocimiento náutico navegara por primera vez y no tuviera más recomendación que la de haber traicionado y asesinado al capitán del barco?

Necesitamos a las personas adecuadas en los puestos para evitar problemas que a estas alturas salen ya muy caros. Siempre he sido realista y veo que muchas cosas han cambiado, pero necesitamos ser más críticos. No vamos a poder salir adelante si no establecemos un pensamiento crítico; necesitamos generaciones de Belisarios Domínguez. Pienso que es el momento para hacer cambios de raíz, de fondo, no de apariencia. Basta ya de irresponsabilidades, de soberbia en nuestros funcionarios; debemos asumir nuestros actos,tenemos la capacidad y la creatividad para responder en cualquier plano, porque los mexicanos, en verdad, ¡somos muy chingones!

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