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El árbol de Ténéré / A Estribor

El árbol de Ténéré / A Estribor
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Juan Carlos Cal y Mayor

En medio del Sahara, durante siglos, sobrevivió un árbol solitario en medio de la nada. Una acacia que, contra toda lógica, se mantenía viva en un radio de cientos de kilómetros donde nada más podía crecer. Sus raíces se hundían más de treinta metros hasta encontrar agua subterránea. Era guía de caravanas, símbolo de resistencia y un recordatorio de que la verdadera fortaleza no está en lo que se ve, sino en lo que se sostiene desde lo profundo. Así funcionan los principios y los valores entre quienes los tienen bien arraigados.

RESISTIR AL DESIERTO

Ese árbol no es la metáfora de un país, sino de las personas. Cada ciudadano que se mantiene firme en sus convicciones, que decide no rendirse ante el oprobio ni ante la mentira, es un Árbol de Ténéré en medio de un entorno adverso. En la llamada Cuarta Transformación, donde se degrada la verdad, se violenta la ley y se normaliza la polarización como método, la resistencia individual cobra un sentido mayor.

La 4T ha querido imponerse como un relato mesiánico: el líder que todo lo sabe, la masa que todo lo aplaude y la descalificación automática de quien disiente. Pero no todo se derrumba. Allí, en medio del desierto político y moral, hay personas que resisten. Profesores que siguen enseñando con dignidad, padres que transmiten valores, jueces que aún se atreven a dictar conforme a derecho, periodistas honestos que investigan pese a las amenazas, ciudadanos que rechazan las dádivas clientelares y prefieren el fruto de su propio trabajo.

RAÍCES Y CONVICCIONES

Lo que sostiene a quienes no claudican no son las dádivas del gobierno ni la propaganda que día con día inunda los medios, sino sus raíces: la educación recibida, los valores transmitidos en la familia, la memoria de lo que significa vivir en libertad y con dignidad. Así como el árbol hundía sus raíces en busca de agua, cada persona hunde las suyas en la cultura, la historia y las convicciones que lo hacen fuerte.

El poder actual apuesta a la superficialidad, a la inmediatez de los programas sociales, a la manipulación con discursos simplistas. Pero esas son arenas movedizas. Lo que permanece y da sentido es lo que está bajo tierra, invisible y firme.

CONTRA LA DECADENCIA

El mayor peligro no es la adversidad externa, sino la estupidez y la indiferencia. El Árbol de Ténéré no fue vencido por la sequía ni por el viento, sino por un conductor ebrio que lo derribó de un golpe absurdo. Así también, nuestra sociedad puede resistir la pobreza, la violencia o la corrupción; lo que no soporta es la renuncia a la verdad, el silencio ante el abuso, la aceptación resignada de la mediocridad.

La 4T ha golpeado a las instituciones que garantizan la libertad: el Poder Judicial, los organismos autónomos, los órganos electorales los medios independientes, a los periodistas valientes, los contrapesos. Ha asfixiado al sistema de salud, condenado a miles a esperar medicinas que no llegan. Ha dejado al país en manos de la violencia, mientras repite discursos triunfalistas. Y, sin embargo, hay quienes se mantienen erguidos, como ese árbol, porque saben que lo más valioso no lo da el poder, sino la propia conciencia.

SER EL ÁRBOL

Mantenerse de pie en medio del desierto es hoy un acto de rebeldía. No todos lo logran, pero bastan unos cuantos para iluminar el camino de los demás. Como el Árbol de Ténéré, cada ciudadano que se aferra a la verdad y a la dignidad es un faro en la oscuridad. Resistir es posible, aunque parezca inútil. Y un día, cuando la tormenta de la demagogia se disipe, quedará la memoria de quienes no cedieron.

Porque la verdadera transformación nunca será la que imponga un gobierno sobre la gente, sino la que cada persona construya desde sus raíces.

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