Ernesto Gómez Pananá
Porro es una palabra con significados diversos y diferentes: De manera coloquial, en distintos lugares puede ser un insulto leve para llamar torpe o tonto a alguien; en Colombia describe un género musical y baile folclórico regional interpretado por bandas de viento; en España y muchos países de Latinoamérica, sobre todo en contextos juveniles, se usa para nombrar un cigarrillo de marihuana; en España también funciona como sinónimo de “puerro”, una hortaliza de la familia de las cebollas -esa que en nuestro país llamamos “poro”; igualmente en México y en muchos otros países del continente, la palabra “porros” alude a grupos de choque estudiantiles ligados históricamente a universidades públicas y a prácticas políticas clientelares. Fulanito -fulanita o fulanite- es un porro. Hoy, permítaseme reflexionar -mínimamente intentarlo, pues-, respecto de un personaje que hoy día y a la luz de hechos muy recientes, representa el paradigma de porro que cual rey con traje nuevo, no alcanza a percatarse de su infausta desnudez.
Destaca por su espigada figura por encima del promedio, larguirucho como es, su estridencia verbal, y su pretendido discurso proletario me resultan enfadosos. Su encendida -y con frecuencia- incendiaria retórica puede sonar tan hueca como su austeridad clase premier, mientras aquellos a quienes dice procurar nunca tendrán para vestir, ni calzar ni comer como él lo hace.
En sus discursos, pelea, reta, desafía a diestra y siniestra, asumiéndose-erróneamente- cuál héroe y prócer de la patria. Las mieles del poder le obnubilan y le llevan a olvidar sus proletarios orígenes al lado del caudillo: Un dirigente de barrio que a fuerza de hacerse notar ante el gran líder, pudo escalar posiciones a niveles que solo en viajes “porriles” (entiéndase en su herbácea acepción), hubiese soñado.
Sus encuentros y desencuentros con el poder han sido y son constantes, se le premia, se le aísla, se le bloquea incluso. Se llega a rumorar que su buena suerte está por terminar, pero hábil cuan felino de siete vidas, se renueva y renace para seguir dando pena ajena cada vez que se le ocurre aparecer en redes, que es cosa frecuente y asociada a su narcisismo.
Ni qué decir de su estilo de vida, su desdén por la corbata, sus autos lujosos, sus escoltas, su conocida residencia de amplísimos jardines. Un palacio en toda la extensión de la palabra.
Y sí. A mi Nicolás Maduro me resulta enfadoso. No digiero sus fraudes y sus reelecciones, su negación del éxodo venezolano, su retórica de a peso -bolivariano-, su corrupción inaceptable y su incongruente vida en el palacio de Miraflores. Mal remedo de Hugo Chávez, ese sí, guste o no guste, un personaje de otra liga.
Oximoronas 1. Laura Itzel Castillo, Presidenta del senado. Mujer seria, honesta y honorable. Sin pasado vergonzante. A poner orden entre porros, jirafas, notarios, histéricasestridentes, ignorancia, bótox, viajes, nepotismos, créditos hipotecarios, traiciones y collarines.
Oximoronas 2. Vicealmirante arrestado por huachicol fiscal. Cateo a oficinas de la CATEM en Durango. Fin a la deducibilidad de abonos al FOBAPROA ¡Venga, Presidenta! Hasta donde tope.
Oximoronas 3. Hoy es 7 de septiembre, y solo quienes crecimos con Mecano, sabemos que es nuestro aniversario.