José Antonio Molina Farro
“Debemos rechazar las interpretaciones letristas de la ley y las supuestas salidas políticas que vulneran el orden jurídico: la ley y la política son el camino”. Me lo dijo el talentoso ideólogo José Francisco Ruiz Massieu q.e.p.d.
Eran los tiempos de Salinas de Gortari y Patrocinio González Blanco. Participé como comentarista de su conferencia magistral, “El proceso democrático de México como Ingeniería Política”. Carlos Sirvent, a la sazón director de la Facultad de Ciencias Sociales y Políticas de la UNAM, fue el otro comentarista; el moderador, Andrés Fábregas. Asumí mi cuota de responsabilidad y le expresé que los políticos mexicanos no estábamos a la altura de los nuevos tiempos. Y sí, vivíamos algo así como una Perestroika sin Glasnost. Cambios profundos y hasta espectaculares en la economía, pero muy ralentizados en lo político. Salinas presidente. El disgusto de don Patrocinio se hizo sentir con un comentario a un amigo sentado a su diestra: “este pinche Pepe está atacando al presidente”.
Antaño, como hogaño, no había contrapesos institucionales. La clase política –con muy señaladas excepciones- al igual que notables intelectuales, observaban arrobados la vorágine de las reformas impulsadas por el gran promotor del TLC. Los poderes locales se sumaban al incienso, los legisladores, salvo excepciones, también se sumaban acríticamente al coro de las alabanzas.
Hay que decirlo sin rodeos, con todas sus letras y sin mezquindad: un gigantesco acierto de Salinas, el presidente más estigmatizado en la historia contemporánea del país, quien, con excepcional visión, lo impulsó y lo negoció en el momento más oportuno. Sólo nos preguntemos qué sería hoy del país con la globalización, la regionalización y el inefable Trump, sus aranceles y amenazas permanentes sin el TLC, hoy TMEC.
Ruiz Massieu insistía: “El Estado de derecho es el fundamento de la vida democrática y condición para su consolidación. Ninguna reforma de gran calado puede prosperar y permanecer sin participación social ni observancia de la ley”. Hoy día, el entorno nacional y estatal son preocupantes. La violencia adquirió carta de naturalización, los niveles delincuenciales no tienen precedente.
Los delincuentes hacen mofa de la autoridad, los crímenes, feminicidios, robos y asaltos se acrecientan. Viejos y nuevos problemas se asoman sin visos de solución. El tejido social se desgarra, pareciera, de manera inexorable. Ante la dimensión de los problemas no se debe vacilar en convocar, sin poses ni escenografías, a la sociedad en su conjunto, la academia, el sector privado, centros de pensamiento, organismos internacionales y los tres poderes del Estado. Insisto en que reconocer un problema muy lejos de demeritar al poder, lo enaltece; es el primer paso para su solución, no se puede, no se debe negar lo obvio, lo evidente. No debe tolerarse la impunidad, tampoco la comisión de actos vandálicos enmascarados de movimientos sociales legítimos y, por ende, intocables, pues se caería en “represión”.
Eduardo Ramírez Aguilar. Resulta alentador ver que, en este Chiapas tan complejo, tan convulso y tan lleno de incertidumbre, hace apenas ocho meses que, según datos de FactoMétrica de julio-agosto, nuestro gobernador es el mejor evaluado del país, en cuanto al trabajo realizado. En cuanto a Evaluación del trabajo en general, en el mismo periodo, también lo encabeza ERA. Pero no quedemos atrapados en la belleza de los números, el cambio es real, palpable, falta mucho, mucho por hacer, pero avanzamos con un liderazgo hondamente comprometido con el desarrollo económico, social y cultural de Chiapas.
A la luz de los graves problemas de Chiapas, nuestros legisladores deben actuar con oportunidad y determinación; crear, entre otras acciones, un Centro de Estudios de las Finanzas Públicas. Quizá ya existe y no estoy enterado. No se olvide que, entre las funciones clásicas del Poder Legislativo, amén de la función representativa, están
A) La Función Presupuestaria 😎 La creación normativa con apoyo de técnicos especializados para prever el impacto social y económico de las leyes C) Funciones de control, contrapeso y cooperación D) Función de deliberación pública y orientación política al Estado E) Rendición de cuentas, esto es, exigir cuentas sin elipsis y defender la Constitución. Esto es lo esencial, pues tratar todo es tratar nada; la democracia se evalúa por sus resultados.
El Congreso es el arma pública más prestigiosa que expresa la diversidad de intereses de la sociedad. Sé muy bien que hay legisladores de buena fe, con sentido de la trascendencia, acendrada dignidad y buen talante intelectual. Diputadas y diputados que aún no pierden su capacidad de indignación ante tantas injusticias. Hay otros cuya abyección al poder es humillante y execrable. Arribistas por convicción, rastreros por conveniencia.
Tienen nombre y apellido, cargan sobre sus espaldas lo que Saramago llamó en su Ensayo sobre la ceguera, “la naturaleza inevitablemente escatológica del ser humano”. Ya comentaremos sobre algunos de ellos.
En varios diputados y diputadas están presentes, me consta, imaginación, dignidad y creatividad, y abrigan la convicción de que el poder en todas partes requiere de contrapesos. El Congreso también es un poder. Debe proceder como tal. La ciudadanía lo exige. El desarrollo lo demanda. Es el equilibrio de poderes y no sólo su división. Los legisladores saben bien de la situación compleja que vive nuestro estado, y que Chiapas necesita, en todos los niveles, reformadores y buenos gestores, políticos que premien la verdad, aunque desaten la ira, políticos con coraje para avanzar y mesura para que los avances sean firmes y efectivos. Chiapas está harto de políticos que se inclinan por la prórroga y la cosmetología, de síndicos de la crisis y el estancamiento, proclives al laissez faire, laissez passer. Se requiere de gobernantes que no les tiemblen las corvas en el momento de aplicar la ley, políticos con una visión de gobierno que permita detonar un desarrollo que es responsabilidad de todos, sociedad y gobierno.
ERA, lo he dicho muchas veces, apuntala sin desmayo políticas de interés colectivo para combatir el flagelo de la violencia y el atraso endémico y estructural de Chiapas. Es hombre de decisiones. Tiene proyecto, ideas y el valor de la congruencia.
Hablo como la mayoría de los chiapanecos, con conocimiento de causa. Los avances en tan poco tiempo son espectaculares. Lo importante es la determinación con que se enfrenten los problemas. El mandato de ERA a los responsables de la seguridad es no dar tregua a los grupos delincuenciales y combatirlos con toda la fuerza del Estado.
Una apuesta es por la conjunción de ideas y propuestas constructivas entre el legislativo y el ejecutivo. Pocos como ellos, los legisladores, al igual que los presidentes municipales, conocen los problemas de cada región y la forma de resolverlos. ¿Cómo quieren pasar a la historia? A veces el silencio es, sobre todo en el primer trienio, producto de un cálculo político; de la esperanza en un futuro idílico que quizá no llegará. Nada de esto, se dirá, debe causar asombro ya que siempre ha sido así y, por lo mismo, no hay que rasgarse las vestiduras. Cierto en cuanto a la primacía del interés personal y a lo voluble de la condición humana, incierto en cuanto a que cientos de miles de chiapanecos votaron por cambios de fondo y no epidérmicos, lo que incluye valores éticos y una nueva moralidad social.