Corina Gutiérrez Wood
¿Quién organizó esta feria de generaciones?
Ahí están todos: los que imprimen correos, el que guarda PDFs en disquete, los que viven de Wi-Fi, la que se toma selfies llorando, los que escupen memes, el niño que imprime en 3D su tarea, el tío que aún cree que TikTok es una secta, los que ya vienen programados desde el útero; y al centro, por supuesto, la grandiosa Gen X, coordinando el desastre con una sonrisa cansada y un sarcasmo bien planchado.
Un aquelarre intergeneracional con olor a Vick VapoRub, ansiedad millennial y una conexión WiFi a punto de autodestruirse.
Bienvenidos a la convivencia más tóxica del siglo: la familia y sus generaciones juntas.
Generación Silenciosa (1928–1945): La mafia muda
No necesitaban hablar: fruncían el ceño y ya te habías disculpado por cosas que no hiciste.
Una generación criada entre guerras, muebles con plástico y emociones en cautiverio.
Y claro, las frases que los caracterizan no pueden faltar:
• “Eso antes se curaba con Vicks y un regaño.”
• “Si no te pegaban, no te querían.”
• “En mis tiempos no había psicólogos, había chancla.”
• “¿Trauma? Lo que tienes es flojera.”
• “Antes los niños respetaban. Y callaban. Sobre todo callaban.”
Virtudes:
• Disciplina inquebrantable (aunque a veces traumante).
• Resiliencia en modo militar: sobrevivieron sin quejarse… al menos en voz alta.
Baby Boomers (1946–1964): Los fundadores del “en mis tiempos”
Traen opiniones gratuitas, recetas con 14 pastillas y una nostalgia que huele a naftalina.
Todo lo nuevo les parece confuso y todo lo viejo, sagrado.
Y las frases que los caracterizan son:
• “A tu edad yo ya mantenía una familia y construía una casa.”
• “Eso no es música, es ruido.”
• “No entiendo por qué se quejan tanto si no les falta nada.”
• “Yo me gané todo con esfuerzo.”
• “¿Estás triste o solo quieres llamar la atención?”
Virtudes:
• Trabajadores incansables.
• Leales al deber… incluso si nadie se los pidió.
Generación X (1965–1980): Los fantasmas funcionales que sostienen el caos con sarcasmo.
Nos criaron, sin terapia, sin internet, pero con mucha tele abierta y trauma funcional.
No pedimos nada, nos tocó todo. Aprendimos a cocinar, a sobrevivir sin GPS y a quemar un CD con paciencia budista.
Sabemos hacer rendir el dinero, calmar un berrinche y armar un Excel con macros, todo al mismo tiempo.
No estamos agotados: estamos en ‘modo ahorro de energía’.
Guardamos emociones como si fueran folders perdidos en Windows 95.
Y ahí seguimos: manteniendo empresas, familias, redes eléctricas, el SAT y nuestra playlistcon Caifanes, Queen y Gustavo Cerati y claro, con nuestras frases:
• “No tuve Google, tuve que usar la lógica.”
• “Estoy bien, solo cansado de existir, pero bien.”
• “No tengo tiempo para colapsar, tengo cosas que hacer.”
• “No me hagas hablar, que me sale el trauma.”
• “No lloramos. Nos aguantamos hasta que se nos pase o se nos reviente algo.”
• “Si se descompone, se arregla. Si no se arregla, se adapta. Si no se adapta, se olvida.”
Virtudes:
• Inteligencia emocional encubierta: sabemos cuándo callar y cuándo responder con ironía.
• Multitasking real: trabajamos, educamos, limpiamos, cuidamos, y aun así logramossentarnos a leer un buen libro.
• Adaptabilidad brutal: sobrevivimos al telex, al fax, al disquete, a las llamadas por cobrar y a la IA sin llorar (en público).
• Sabemos liderar sin imponer, y cuidar sin asfixiar. Una especie en peligro de extinción que todavía paga impuestos a tiempo.
Millennials (1981–1996): El meme con ansiedad
Están cansados, hiperconectados y emocionalmente alfabetizados, pero en crisis permanente.
Transforman el dolor en stickers y la frustración en reels motivacionales.
y sus frases sin duda los caracterizan:
• “Haz lo que te haga feliz… aunque te endeudes.”
• “Estoy bien, ya lloré, ya me tomé un té de lavanda.”
• “¿Me estás diciendo neurótico o millennial?”
• “No sé qué hago con mi vida, pero al menos tengo una planta viva.”
Virtudes:
• Altamente empáticos (aunque estén en crisis existencial).
• Creatividad sin freno: convierten el caos en contenido viral.
Generación Z (1997–2012): La generación de cristal… blindado
Manejan su trauma como memes, su dolor con sarcasmo y su salud mental en lives.
Saben de todo, excepto cómo dormir bien.
Y claro, sus frases:
• “Literal estoy en crisis, pero me veo increíble.”
• “¿Tienes trauma o solo naciste en esta época?”
• “Ya no sé si estoy deprimido o si solo es lunes.”
• “Estoy bien, solo que la vida es absurda.”
• “Me río para no llorar, pero igual lloro.”
• “¿Te puedes ir? Estoy grabando contenido emocional.”
Virtudes:
• Dominan el lenguaje digital como si hubieran nacido en un router.
• Conscientes de su salud mental (aunque a veces solo la tuitean).
Generación Alfa (2013–2025): Los mini CEOs del caos
Domestican pantallas mejor que adultos y sienten nostalgia por cosas que pasaron hace cinco minutos.
Su infancia viene con términos, condiciones y frases como estas:
• “¿Por qué no responde esta hoja? ¡No tiene touchscreen!”
• “¿Dónde está mi filtro de perrito?”
• “Alexa, dile a mi mamá que ya terminé la tarea.”
• “¿Qué es eso de ‘salir a jugar’?”
• “Papá, ese meme ya está viejo.”
Virtudes:
• Nativos digitales con velocidad de procesamiento de supercomputadora.
• Inquietos, curiosos y con poder de decisión desde los cinco años.
Generación Beta (2025 en adelante): Los que aún no llegan y ya nos juzgan
Todavía no nacen, pero ya actualizan apps intrauterinas.
No conocen el silencio y probablemente tampoco las vocales.
y cuando hablen, (si es que hablan) dirán:
• “¿Dónde está el holograma de mamá?”
• “No lloro, notifico.”
• “¿Qué es una conversación en persona?”
• “¿Silencio? ¿Qué es eso? Mi vida tiene soundtrack.”
Virtudes:
• Intuición tecnológica prenatal.
• No necesitarán escribir: lo pensarán y se enviará solo.
Y así se acabó la fiesta generacional:
• Los boomers criticando a todos, pero sin pagar la cuenta.
• Los millennials llorando porque se acabó el tequila.
• Los Gen Z grabándolo todo para burlarse después.
• Los Alfas ruteando el WiFi.
• Los Betas enviando señales desde el útero.
Y la Generación X, claro…
Lavando los platos, reiniciando el módem, calmando al perro, escuchando a Soda Stereo y disimulando el cansancio con un sarcasmo de alto calibre.
Somos la pausa entre el trauma y el berrinche. El eslabón perdido entre la contención emocional y el colapso digital. Porque mientras los demás gritan su trauma, nosotros lo convertimos en columnas como esta. Sin aplausos, sin trofeos. Pero con una ceja levantada y un pensamiento recurrente:
“No somos tendencia. Somos el soporte técnico, la niñera intergeneracional, el adulto funcional que no pidió serlo… pero lo somos”.