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Energía y desasosiego nacional / Al Sur con Montalvo

Energía y desasosiego nacional / Al Sur con Montalvo
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Guillermo Ochoa-Montalvo

Querida Ana Karen, 

Quisiera ser optimista y decir que en este país, todo el mundo vive feliz aunque no tenga permiso ni lo haga codo a codo; sin embargo, percibo en México una sensación de desasosiego con un grito contenido en algunos y estridente, en otros. Diría Aristóteles, en Potencia somos un país de maravilla, en el Acto el desasosiego nos recorre como un fantasma violento, causando muertes, hambre, carencias, desesperación, ansiedad y angustia, lo que hasta hace pocos años, no percibía de esta manera.

Mencionamos la palabra energía y pensamos en la electricidad, el petróleo, las fuerzas eólicas y la del agua. El término energía nos es cada vez más familiar, pero el término se remonta a 2000 años atrás, cuando Aristóteles habla en su ÉTICA A NICÓMACO de la ENERGEIA (ἐνέργεια) para referirse a la realización, actividad o acto de algo, en contraposición a la potencialidad o dynamis (δύναμις). Así explica cómo las cosas se manifiestan y actúan en el mundo en relación con el movimiento y el cambio. Se trata de la energía del Ser y de su alma. 

Es posible que Aristóteles, para desarrollar esta teoría, tomara como referencia algunas de las enseñanzas de Platón, su maestro, quien, en sus diálogos, distinguía entre poseer el conocimiento y usarlo. A lo que voy es a la necesidad de convertir nuestras potencialidades en realizaciones; en transformaciones que nos sean de cuarta sino de esencia para alejarnos del desasosiego de un país que se derrumba a pedazos y donde, muchos se niegan a reconocerlo.

Al perder esa energía vital para realizar actividades y concretar anhelos, damos paso al DESASOSIEGO, ese estado emocional y físico que sume a la gente en la abulia y la hace deambular entre una muchedumbre solitaria viviendo más co resignación que con ilusión. Es esa sensación de inquietud, intranquilidad y falta de paz, a menudo relacionada con la ansiedad y las preocupaciones cotidianas donde parece no encontrarse salida.

Si comprendiéramos la teoría de la energeia aristotélica para llevar a la acción la capacidad que se poseemos, para poner en movimiento, un hacer de aquello que todavía no está activo, pero puede estarlo, entonces estaríamos en el camino de un verdadero cambio al actuar en vez de sumirnos en esta desazón que nos abruma.

El desasosiego se percibe en los hogares con la sensación de un malestar interno, inquietud y falta de paz mental. En el trabajo, la fuerza física parece menguar, el vigor mental se volatiliza; se pierde la motivación y el entusiasmo sobre todo cuando el salario apenas alcanza para el transporte. En la escuela el estudiante no se siente capaz de realizar sus actividades ni de enfrentar desafíos. En todos los casos, se percibe miedo, incertidumbre, ansiedad, nerviosismo, irritabilidad y dificultad para concentrarse en lo trascendente.

El suicidio no debiera ser la salida fácil, sin embargo el INEGI reconoce que la tasa de suicidios presenta una tendencia creciente que pasó de 4.9 a 6.8 suicidios por cada 100 mil habitantes, siendo las tasas más altas las del 2018 al 2024. En el año 2023, la tasa de suicidios fue de 2.5 en mujeres y 11.4 en hombres. Aquí, la pregunta es pertinente, ¿por qué se suicidan más los hombres que las mujeres? La respuesta la tiene el desasosiego.

El INEGI reporta en cifras oficiales, lo siguiente “La sobremortalidad masculina prevalece en cada uno de los grupos de edad: ocurren más de cuatro suicidios de hombres por cada uno de mujeres. Ahora bien, dentro de los grupos de mujeres jóvenes, los grupos de 10 a 14 años y de 15 a 19 años tienen una proporción mayor respecto a los de 20 años y más”. La pregunta es: ¿por qué se suicidan más los jóvenes?  ¿Será porque cargan con la frustración o el abandono de sus padres ocupados en conseguir el alimento del día o en resolver el juicio de desahucio que dejaría a la familia en la calle? Todo indica que los jóvenes sufren más de este desasosiego que aniquila. Consideremos además, que los intentos de suicidio son más altos aún que los consumados.

El desasosiego encuentra sus causas en el estrés excesivo o prolongado; las preocupaciones financieras, laborales o personales; los problemas de sueño o falta de descanso, los trastornos de ansiedad o depresión; los cambios hormonales o problemas de salud. Son situaciones que de no tratarse profesionalmente, pueden conducir a la depresión y al suicidio.

El psicoterapeuta Luis Enrique López, me explica que muchas veces cargamos con ansiedad, tristeza o agotamiento sin darnos cuenta de cuánto lo guarda nuestro cuerpo. Tensión en el pecho, nudo en la garganta, brazos o piernas adoloridas, presión en el estómago… En fin, el cuerpo no miente. Habla cuando la mente ya no puede más porque el cuerpo esconde las emociones no resueltas. A eso lo conocemos como psicosomatizar enfermedades. 

El modelo de Soluciones de Vida desarrollado por este psicoterapeuta ha obtenido grandes resultados para liberar el estrés, sanar el dolor emocional y recuperar la calma. A través de esta terapia, el cuerpo aprende a soltar, la mente se aclara y el alma encuentra descanso.

Por desgracia, la salud mental es la más desentendida en el catastrófico sistema de salud nacional y quizá por ello, han proliferado los psicólogos, psiquiatras, psicoterapeutas, las famosas constelaciones, el yoga,  los chamanes y hasta los Gyms. Todo ello, busca canalizar las emociones en situaciones de abandono, duelo, angustia y desesperación frente a tanto desasosiego en el ambiente. Y a eso súmale la presencia de complementos nutricionales, milagros energéticos y una cantidad impresionante de placebos.

Como dice Amanda, estos gobiernos están decididos a enloquecernos con sus leyes absurdas, sistemas de caridad de subsistencia, miedo, represión, persecución, violencia, crimen, corrupción impunidad y el gran cinismo frente al grito popular desesperado.

Como sea, buscar una solución para recobrar la energía, la paz y tranquilidad del alma es una cuestión de amor.

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