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El Aleph

El Aleph
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Jorge Luis Borges. Foto Cortesía

Roberto Chanona

“La literatura perdurará como alma y catalizador 

de lo que tiene de más rico el hombre: 

la inteligencia y la sensibilidad 

puestas al servicio de dar a todos la posibilidad 

de ser libres a través de la palabra y de la imaginación”.

Jorge Luis Borges

Motivado por entrevistas y conferencias que estoy viendo gracias a la tecnología realizadas a Jorge Luis Borges, me atreví a releer después de muchos años, El Aleph. Este cuento que salió como título de su libro en 1949, se publicó por primera vez en la Revista Sur de 1945. Entonces, siguiendo el gusto que tenía Borges por la etimología de las palabras, busqué quesignificaba la palabra Aleph, y encontré que ya aparece en el alfabeto protocananeo, que es el antecedente de nuestro alfabeto actual. De ahí, pasó al fenicio como ‘alp, al griego A y al latino como A, primera letra del alfabeto. También Borges nos dice en la posdata del primero de marzo de 1943 que, en La Cábala, significa la divinidad; o es el símbolo de los números transfinitos, o simplemente, un punto donde convergen todos los puntos.

Lo más importante, y que no capté en mi primera lectura, es que el Aleph, es un textoacerca del horror de un amor no correspondido por Beatriz Viterbo. Esto lo podemos a penas percibir en la entrada del texto cuando el autor nos dice: alguna vez, lo sé, mi vana devoción la había exasperado; muerta yo podía consagrarme a su memoria, sin esperanza, pero también sin humillación. Pero donde ya no queda la menor duda es en las cartas que leyó, gracias al Alepf, con la letra de Beatriz que lo hace temblar porque “son cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino Daneri”. Beatriz Viterbo tenía un amor incestuoso con su primo hermano. Conociendo la admiración de Borges hacia Dante, puedo deducir que el nombre de su Beatriz, es el de Beatrice Portinari de La Divina Comedia. Y luego, al final podemos leer que el cuento está dedicado a Estela Canto; esta dama, según María Esther Vázquez, que nos dice que Borges le confesó, fue la inspiración; pero otras fuentes también nos dicen, que fue un amor frustrado del escritor.

Borges hace que Carlos Argentino (un poeta mediocre, en quien no tiene ninguna admiración) lo lleve a la puerta que da al sótano, como Virgilio lleva a Dante a la puerta del Paraíso (solo que, en oposición, este admiraba a Virgilio), donde se encuentra el Aleph: un punto desde donde se puede ver todo el universo. Su diámetro sería, en palabras del autor, de dos a tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin ninguna disminución.

El objetivo de cualquier escritor es lograr que en un cuento estén todos los cuentos, en un poema esté el poema universal, o en una novela esté un siglo de soledad; para lograr esto,Borges, tuvo que desplegar toda su erudición: el amor por la poesía persa con el poema el Coloquio de los Pájaros de Farid al Din Attar, que crea el famoso Simurg, el pájaro que todos los pájaros buscan guiados por la abubilla, el ave preferida del rey Salomón. O Ezequiel, el profeta prohibido de la Biblia que un judío no podía leer hasta la edad de 33 años, porque es el que nos dice la verdad acerca de quién era Jerusalén y, además, entra al templo donde adoraban a Astarté; esta diosa de origen fenicio, llevada por Salomón a Jerusalén y puso su tabernáculo en el monte de Los Olivos; Ezequiel es el creador de unángel con cuatro rostros para mirar a los cuatro puntos cardinales en el Apocalipsis. También nos deja ver su amor por Plinio, el viejo, autor de la Historia Natural donde él ve la primera edición al inglés de Philemon Holland. No podía faltar, obviamente, Richard Burton traductor de los 16 volúmenes de las Arabian Nights, o las mil y una noches.También mira en Inverness, una ciudad que no tiene límites, a una mujer que no olvidará jamás. En fin, en ese instante, cuando está en sótano del edificio con El Aleph, ve millones de actos deleitables o atroces; animales que fueron su obsesión como los tigres; la luna, el mar, las pirámides, Londres… todos sus fantasmas como sus obsesiones. Y así, poco a poco, comprendí que este cuento, es como un cáliz donde Borges depositó toda su vasta cultura universal.

Pero lo increíble es, que crea este lugar donde están todos los lugares, todas las imágenes del mundo, y luego, se encarga de destruirlo. Logra que tiren el edifico de la calle Garay,donde se encontraba el Aleph, sin ningún remordimiento. Esta idea de Borges de ser el creador y al mismo tiempo, el destructor, me recuerda la pintura de Goya: “Cronos devorando a sus hijos”. Para poder seguir siendo Borges, él tenía que destruir lo que había creado con muchos años de lecturas. Se dice fácil, pero siempre queda la duda si volverás a crear algo tan perfecto, si volverá de nuevo el asombro, o quizá, a la vuelta de la esquina, el destino nos depare otra decepción amorosa.

Estoy convencido de que a Borges lo salvó de ese monstruo que el mismo había creado, el amor encarnado en la figura de María Kodama. Una mujer ineludible, que lo llevó de la mano a través de esa oscuridad luminosa que fue la ceguera, al paraíso, ya no perdido de Milton, sino encontrado para su vida cotidiana. En palabras de Estela Canto: es como si Borges hubiese atravesado el Rubicón…María estaba en condiciones de darle lo que nadie le había dado hasta entonces, una plena entrega espiritual. Los viajes que realizaronjuntos, fueron para Borges, una manera de redescubrir el mundo a través de los ojos de esamujer predestinada para él. Y eso lo supo desde el instante en que fue atropellado por ellaen la calle Florida; por eso le dedica el poema La Luna, un regreso quizá inconsciente al origen de la poesía, a la Diosa Blanca, después de atravesar el río de las consecuencias:“Hay tanta soledad en ese oro. / La luna de las noches no es la luna/ que vio el primen adán. Los largos siglos/ de la vigilia humana se han colmado/ de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.”

Para concluir, como si en verdad se pudiera concluir, puesto que el Aleph es un laberintoinfinito, es un texto que pasarán años y años y seguirá actual, porque cíclicamente recoge la sabiduría de los siglos. Entonces, ante esta incapacidad, me gustaría recordar las palabras de Alfonso Reyes, a quien Borges admiraba tanto e intentó hacer una campaña para que le dieran el premio Nobel a este escritor regiomontano; en 1949, Alfonso Reyes dijo respecto al Aleph: “Estas son las mejores páginas de la lengua española en estos momentos.”

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