Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
El artículo “La Apología del Naco” del columnista Juan Carlos Cal y Mayor es sumamente interesante y me recuerda la época en que fundamos en 1977, el Diario digital Columna Sur donde colaboraban columnistas, escritores y caricaturistas del mundo hispano, identificados con ideologías de derecha, centro e izquierda sin distinciones ni censura, porque el debate no es combate ya que entre la opinión publicada y la opinión pública siempre habrá puntos de convergencia como de divergencia entre los lectores quienes, a fin de cuentas, tienen la última palabra.
La publicación “soy Naco y que” no es una apología de la pobreza, la ignorancia , la vulgaridad y mucho menos de la violencia, la delincuencia o el crimen; es el reflejo de una realidad imperante e innegable de la cultura urbana del barrio más antiguo de la Ciudad de México donde sus habitantes se muestran orgullosos de su origen. El lector es quien juzga, insisto.
EL EFECTO DE LAS ENCUESTAS
Las encuestas se realizan en dos planos: el estudio demoscópico profundo y serio que es revelado al cliente y la encuesta publicada que, maquillada o no, trata de influir en la opinión pública. Las encuestas se sumaron hace algunas década a la influencia de los medios tradicionales de información para convertirse en una herramienta de persuasión o disuasión. Algunas empresas encuestadoras crecieron al amparo de sus propios medios de información quienes por un lado, realizan convenios con los gobernantes para apuntalar su posicionamiento o bien, para presionarlos al filtrar noticias adversas a sus administraciones.
LA ERA DE TRUMP.
Trump es un presidente experto en distracciones y en orquestar nuevas controversias que no siempre, le resultan favorables. Así lo demuestran las encuestas en la segunda Era de Trump donde una buena estrategia de comunicación política y social fue capaz de influir en la percepción de los ciudadanos al grado de inclinar las votaciones a favor de un candidato, sea por la influencia de sus comunicadores y escritores; sea por el ejercicio de la censura como sucede en los países latinoamericanos o incluso, por la autocensura, muy conveniente para algunos o por el hartazgo de gobiernos pasados, la esperanza, el miedo o el interés por obtener o sostener beneficios de los gobiernos. La palabra es poderosa.
El resurgimiento de Trump en enero de este año tuvo mucho que ver con todo lo anterior al crear, a través de los medios, la percepción de un político nacionalista capaz de frenar los excesos de Biden, evitar la recesión; controlar el flujo migratorio mediante la deportación de los indocumentados; una acción anunciada a favor de los millones de hispanos y minorías radicados legalmente en la Unión Americana con la promesa de reactivar la economía norteamericana para mejorar condiciones de empleo, vivienda, salud y educación; hasta entonces, una postura neutra ante los conflictos en Ucrania y medio oriente. Gracias a un buen manejo de comunicación de la narrativa de Trump, el triunfo fue arrollador.
Sin embargo, ante los hechos, la opinión pública se ha expresado de diferentes formas reduciendo los resultados favorables de las encuestas en la popularidad, aprobación, desempeño, imagen y las políticas públicas del presidente, tanto en el ámbito nacional como internacional.
En la percepción ciudadana, los medios tradicionales de comunicación tenían el poder hegemónico para influir en la opinión pública; empero, hoy en día, el peso de las redes sociales juegan un papel difícil de controlar por el poder público. Trump lo sabe y hace uso del X para dirigirse principalmente a los mandatarios del mundo, periodistas, actores políticos, líderes de opinión, empresarios e influencers y ciudadanos afines a su gobierno. El ciudadano común recurre principalmente a redes sociales de Meta con baja presencia en el debate político.
El punto es la estrepitosa caída de Trump a pocos meses de su victoria que percibe la opinión pública al resentir los resultados adversos en la economía de los Estados Unidos, de los empresarios, comerciantes y ciudadanos quienes se enfrentan al desempleo, inflación, carestía, disminución de ventas por efecto de tres políticas erráticas: 1. el encarnizado combate contra los inmigrantes, 2. las famosas tazas arancelarias que repercuten negativamente en la bolsa de valores y 3. la postura de Trump en la guerra de Israel contra Irán.
A este debate entre la opinión publicada y la opinión pública se añaden otros elementos que cobran fuerza empleando las plataformas de la Internet echando mano de grabaciones profesionales, videos de amateurs, testimonios de gente común; relatos de color con una carga emotiva, muchas veces por encima de la razón e incluso de la verdad; pero curiosamente, gozan de credibilidad. La gente lee cada día menos y observa vídeos, cada vez más.
Un caso reciente, fueron las inundaciones en Austin, Texas y sus alrededores, donde un “storytelling” cobró fuerza en las redes sociales cuando se exhibieron dos historias cortas profusamente difundidas.
La grabación del gobernador de Texas circuló en redes sociales cuando se disculpa al decir que “si Dios fuera un inmigrante ilegal también sería deportado”; “en tan sólo unos días de haber nombrado a Dios en vano, un diluvio bíblico cayó encima de Texas destruyendo todo a su paso causando más de 150 muertes; el estado se encuentra bajo el agua, hoy necesitamos la ayuda y alimentos de los países latinoamericanos para apoyar a los más afectados. Nuestro estado necesita de la mano de obra de todos los inmigrantes que hemos deportado. Cuando logremos salir de esta difícil situación, le abriremos las puertas de la frontera a todos los inmigrantes que quieran trabajar por un mejor futuro”.
La segunda publicación refiere al rescatista Alfonso Solis a quien se le presentó así: “Alfonso no dudó en interrumpir sus vacaciones cuando vio la magnitud de la tragedia de Texas. Con experiencia en rastreo y rescate, está colaborando para enfrentar uno de los dramas causados por las catastróficas inundaciones. Este hijo de inmigrantes mexicanos, de 47 años y que imparte cursos de seguridad en escuelas, se puso manos a la obra para ofrecer su experiencia a los necesitados, pero también para traducir al español la información que necesitan las familias y transmitir sus pedidos a las autoridades. <Si tienes conocidos desaparecidos, mándame un mensaje. Estoy en el área>, ofreció en sus redes sociales Solis, residente de Mesquite, en el condado de Dallas, sin pedir algo a cambio”.
Solís declara a la prensa: “La escena en el terreno es simplemente devastadora, con la destrucción que dejó el agua a su paso. Una cosa es verlo en televisión, otra cosa es vivirlo, hablar con las familias, escuchar la desesperación en su voz, verlos llorar… es algo bien difícil”.
Los reportajes sobre Alfonso Solís se multiplicaron en poco tiempo movilizando a más voluntarios que cualquier gobierno. En conclusión, la opinión pública siente será más poderosa que la opinión publicada, por ese motivo, el ciudadano común debe estar caer en la trampa de la manipulación de los medios. Leer, informarse, analizar, verificar la veracidad de la información y transmitirla sin mentiras es una cuestión de amor.
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