Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
Al casarse toda mujer es una Princesa. Desde pequeñas, las niñas ilusionan llegar a ese instante mágico que han forjado en sus mentes: recibir el anillo y pronunciar: “sí, acepto”, aunque al día siguiente, se tiren la sartén por la cabeza.
La boda suele ser más importante que el matrimonio, quizá porque desde pequeños aprendemos esa frase icónica memorable: “se casaron y fueron felices para siempre”.
Los cuentos de Perrault, o aquellos de los Hermanos Grimm; así como el de la “Bella y la Bestia” de Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve; siempre tienen un final feliz. Pero en la vida real no todo es “miel sobre hojuelas”. Entre el amor y la pasión, se llegan a confundir las ganas de casarse con las ganas de acostarse.
El matrimonio abre infinidad de expectativas; tantas como imaginemos. La ilusión de formar un hogar estable con el esposo ideal, hijos, la calidez de una familia, el impulso a la pareja y alcanzar una economía ideal. Hay quienes se casan con el primer sapo que encuentran a su paso con tal de huir de un hogar opresivo. El interés es un factor constante en las bodas: interesadas en ser mantenidas de por vida; interesados por la fortuna de la pareja; interesados por obtener la nacionalidad en un país extranjero; interesado por montarse en la fama y prestigio profesional de la pareja.
Quizá, esa sea una forma más real de ver el matrimonio que la simple ilusión de vestirse de blanco.
En las bodas suele invertirse dinero que no siempre se tiene al alcance y entonces, se decide que la unión libre es el mejor camino. Aunque este también está lleno de baches.
Pero, ¿quien no quisiera celebrar una boda como la de la princesa Vanisha Mittal, hija del multimillonario Lakshmi Mittal, celebrada con el banquero de inversiones Amit Bhatia. Este enlace, celebrado en Versalles duró 6 días en 2004, tuvo un costo de 55 millones de dólares.
¡Claro! La boda del príncipe Carlos con Lady Di, el 29 de julio de 1981, costó casi 110 millones de dólares. ¿Qué podríamos comprar con esos 6 mil millones de pesos? Sin duda, una gran cantidad de cosas lujosas, menos la felicidad y la vida como lo demuestran las historias reales de príncipes y princesas sin finales felices.
La Vida de Princesa no siempre es grata cuando mueres a los 37 años como Lady Diana o como cuando muere tu pareja, las más amada de tu vida como en el caso de Carolina de Mónaco.
La Princesa Carolina de Mónaco se casó en 3 ocasiones a lo largo de su vida. Su primer esposo fue Philippe Junot, con quien contrajo matrimonio en 1978. Sus padres no estaban de acuerdo, pero tuvieron que aceptarlo. Dos años más tarde se divorciaron, pero la Santa Sede no concedió la anulación matrimonial y hubo conflicto entre Mónaco y el Vaticano. No le fue dada hasta diez años más tarde.
Su segundo matrimonio fue con Stefano Casiraghi, el gran amor de su vida, con quien tuvo tres hijos y una vida de cuento hasta que falleció en un accidente deportivo. Ni su fallecimiento en 1990 logró borrarlo de su mente y corazón. Finalmente, la Princesa Carolina se casa con Ernesto Augusto de Hannover en 1999, aunque actualmente están separados de hecho.
Como en una película romántica y trágica al mismo tiempo, la familia del Príncipe Rainero sufre la muerte de Grace Kelly en un accidente automovilístico a la edad de 52 años. Rainero nunca se volvió a casar.
Hasta en el mundo de los narcos, sus princesas se casan en medio de lujos como la hija del Chapo Guzmán, Alejandrina se casó con Edgar Cázares, con quien creo un emporio comercial de medicamentos, ropa marca “Chapo” y artículos de oficina. Edgar fue sentenciado a 15 años de prisión en Estados Unidos; es sobrino de la “Emperatriz del Narco”, así conocida por sus actividades de lavado de dinero. Ni los ricos, más ricos, logran ser felices para siempre.
El mundo está lleno de narraciones románticas y anónimas, que han hecho posible un compendio de historias de amor plasmadas en la literatura y el cine; analizadas por la filosofía; tratadas por la medicina y hasta empleadas en la hechicería y la magia.
Historias apasionadas que se convirtieron en leyendas y vertieron sobre nuestro imaginario una forma de amar y vivir que nos hace ser apasionados.
Pero entre la visión idílica de la vida feliz de las Princesas y su realidad, todas viven desesperadas por muchos motivos. El tiempo no les pertenece con tantos compromisos; la compostura en la mesa y en los actos públicos llega a ser cansada y fastidiosa; la intimidad con sus parejas suele enfriarse; las exigencias del buen lucir una figura adecuada las obliga a someterse a duras disciplinas nutricionales y ejercicios físicos.
PRINCESAS EN COMITÁN
Al presenciar el ensayo de la próxima puesta en escena de ELVIRA HERNÁNDEZ, me hizo reflexionar sobre la verdadera situación de las princesas del mundo; unas marcadas por la tragedia, el desencanto y la tristeza después de las majestuosas bodas; otras, aparentando felicidad ante las cámaras y calamidades en la alcoba, como cualquier pareja en el mundo, pero ellas, con el peso de lo que representan en sus naciones.
Los personajes de esta obra son princesas viviendo una realidad distinta a la que soñaron; sin embargo, denotan una entrega constante a la vida y la lucha de ser fieles a ellas mismas tras el desencanto de esos Príncipes “Azules”.
La obra de Tomás Urtusástegui, adaptada por Elvira Hernández, explora la vida de princesas de cuentos de hadas después de casarse con sus príncipes, cuestionando la idea de “felices para siempre”. Presenta una visión más realista y cómica de sus vidas, abordando temas como el matrimonio, la rutina y las expectativas sociales.
En el papel de las princesas, participan KARLA RUBALCABA, MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ, BERENICE VELÁZQUEZ y VALERIA MARTÍN interpretando a Blanca Nieves, Cenicienta; Aurora y Bella. Estas princesas, veinte años después de sus “felices para siempre”, se reúnen para hablar de temas como la menopausia, el matrimonio y la maternidad.
Se estrenará, según rumores, el próximo domingo 13 de julio en el Centro Cultural “Rosario Castellanos” de la ciudad de Comitán a las 12 de la tarde; y aunque el horario es complicado, estamos seguros que el público no querrá perderse esta jocosa puesta en escena.
La obra explora el lado más humano y realista de estas figuras clásicas, mostrando cómo enfrentan los desafíos de la vida adulta en una maravillosa puesta en escena llena de humor, carcajadas, palabras cruzadas y en doble sentido y al mismo tiempo, nos obliga a reflexionar sobre la vida en pareja.
El gran misterio de la vida, desde que el mundo es mundo, compete a las relaciones interpersonales, pero en particular, a las escabrosas relaciones de pareja. Un misterio indescifrable, el mayor enigma de la humanidad.
Por otra parte, le demos crédito también a esas parejas que con derroche de inteligencia emocional y mental, logran construir hogares de armonía, paz, tranquilidad y prosperidad a pesar de las adversidades, discusiones y problemas que enfrenta cualquier pareja.
Si eso de “fueron felices para siempre” queda en el mundo de la fantasía, hagamos lo posible por repetirnos al despertar la famosa frase de los AA: “por hoy, seremos felices” como una cuestión de amor.
de