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¿Ya les conté? / Odiseas Posmodernas

¿Ya les conté? / Odiseas Posmodernas
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Esdras Camacho

De cuando recogí una piedra en el camino. ¿no?… ocurrió así. 

Estaba en Huixtla, no sé bien por qué. ¡Si! Parece que lo recuerdo… coincidía que mi papá venía de Tuxtla y yo que había ido a Tapachula, decidí hacerle tiempo allí, para encontrarlo y regresar juntos a la ciudad en que vivimos. Decidí esperarlo porque es complicado encontrar transporte ya tarde y pagar hospedaje es además de caro, insatisfactorio.  Yo llevaba auto. 

Esperar no me gusta. ¿A ustedes sí?

Somos desesperados para esperar, pero si nos gusta que nos esperen. Moisés cuando subió al Monte Sinaí por las leyes o mandamientos que se le otorgaría como código de conducta entre los israelitas tardó cuarenta días y cuarenta noches cuando volvió ya sus agremiados lo habían sustituido, aburridos de esperarlo. Tuvieron que ponerse serio y prometer no hacer nada indebido cuando volvió a subir a la montaña y esperar otros cuarenta días y cuarenta noches, para unas nuevas tablas de piedra, porque las primeras, del disgusto las rompió. 

Pero volviendo al tema. 

Esperé más de dos horas. Cuando quise comunicarme con mi padre, no fue posible porque a él se le había terminado la batería de su celular, y no nos encontramos. 

Resignado me volví a subir al carro y encendí el auto para agarrar camino. Pero las luces del auto apuntaron a una piedra, una piedra como un balón de futbol americano, pero más grande, como si estuviese esperándome, una piedra en el camino como vagando, diciendo llévame. Descendí y acercándome, me conmovió, parecía decirme llévame, pude ver su esperanza, agradecida de quela haya visto, la tomé y la coloqué en la parte de atrás del asiento de conductor. No pensé más. 

¿Paraque puede servirme una piedra?, ¿Cómo compañía?, ¿Sabrá contarme algo?, en caso de que así fuese ¿Qué me diría?, lo haría desde su posición de víctima o de piedra renovada, piedra filosofal, piedra de toque. 

Las curvas de la carretera hacían que se moviera, iba a la izquierda y a la derecha, haciendo pequeños sonidos graciosos, yo iba feliz y divertido. ¿A quien más se le ocurre adoptar una piedra?

Llegué a casa y la coloqué en un lugar poco visto cerca del boiler, donde no estorbara, ya pensaría después que hacer con ella. No tenemos jardín. 

Cuando la vio Vicky, dijo ¿por qué y para qué trajiste una piedra?… “para atrancar la puerta le dije”. Ahí quedó. Pero no podría servir para eso, por rueda fácilmente, no atranca, machuca los dedos de los pies, si la tocas. ¡Salió brava! 

Uno o dos años después conocí a un hombre con un jardín muy cuidado y con muchas piedras adornando la mansión. Él me contó que le habían llevado una piedra de no se que lugar que estaba retirado. Comprobé que hay gente que carga piedras, las colecciona y las pone en su jardín. 

Yo ya tengo la mía, solo me falta la mansión. 

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