Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
Como en todo proceso político electoral, el Cónclave también experimenta cambios desde el primero realizado en 1241 al elegir la papa Celestino IV. La elección de 1268 tardó 2 años para elegir a Gregorio X tras la muerte de Clemente IV por lo cual se estableció el principio del confinamiento de los cardenales para el cónclave a base de pan y agua para acelerar el proceso; pero no resultó. Así que su sucesor, Juan XXI abolió estas reglas. El prime papa fue San Pedro, designado directamente por Jesucristo, con la célebre frase: “Sobre esta roca, edificaré mi iglesia”.
En esta ocasión el papa Interino, será el cardenal Kevin Joseph Farrell de Estados Unidos en su calidad de Camarlengo. Él administra los bienes y derechos temporales de la Santa Sede, verifica la muerte del Papa, dirige los preparativos del cónclave, lo organiza, redacta un informe sobre el resultado de cada escrutinio y entrega el informe al nuevo pontífice.
En la actualidad, puede elegirse a un Cardenal ausente del cónclave e incluso a un religioso sin ser obispo, aunque debe ser ordenado primero obispo antes de acceder al trono de San Pedro. Otro cambio refiere a las comodidades necesarias a los cardenales. Cada uno dispone de una habitación en la casa de Santa Marta, la que el papa Francisco eligió como vivienda permanente en lugar de las estancias papales del sacro palacio apostólico.
A esta elección se le ha calificado como ejemplo de la democracia; sin embargo, siendo vitalicio el cargo, se transforma en una monarquía o dictadura legítima y constitucional.
EL INICIO
Serán aproximadamente 110 los Cardenales menores de 80 años quiene participen en el cónclave quiene arribarán recitando el el cántico “veni creator”. El cardenal camarlengo, en las puertas de la Sixtina pronunciará estas palabras: “Extra omnes” (“todos fuera”). Enseguida, los Cardenales juran en latín lo que equivale en castellano: “yo, … cardenal … prometo, me obligo y juro silencio. Que Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano”.
Los Cardenales escribirán el nombre que desea, lo dobla en vertical y lo alza para que todos lo vean. Después prosigue con este juramento en latín: “Nosotros los cardenales electores presentes en esta elección del Sumo Pontífice prometemos, nos obligamos y juramos observar fiel y escrupulosamente todas las prescripciones contenidas en la constitución apostólica del sumo pontífice Juan Pablo II “Universi Dominici Gregis”. Igualmente prometemos, nos obligamos y juramos que cualquiera de nosotros que, por divina disposición, sea elegido Romano Pontífice, se comprometerá a desarrollar fielmente el Munus Petrinum de Pastor de la Iglesia Universal y no cesará de afirmar y defender hasta la extenuación los derechos espirituales y temporales, además de la libertad de la Santa Sede. Sobre todo, prometemos y juramos observar con la máxima fidelidad y con todos, ya sea clérigo como laico, el secreto de todo aquello que en cualquier modo concierne a la elección del Romano Pontífice y todo lo que ocurre en el lugar de la elección y se refiera directa o indirectamente al escrutinio. No violar en manera alguna este secreto tanto durante como tras la elección del nuevo pontífice, a no ser que el mismo pontífice confiera explícita autorización; jamás apoyar interferencias, oposición u otra forma de intervención con la autoridad secular u otro grupo de personas que quisiera interferir en la elección del Romano Pontífice”. Léase y analícese con detenimiento lo referente a la secrecía.
COMIENZA LA ELECCIÓN
Juan Pablo II mantuvo la regla del voto secreto y la restricción de todo tipo de comunicación hacia el exterior mediante el uso de tecnologías. Lo que en verdad es un secreto son los criterios de elección; las presiones, intereses y tendencias de la iglesia de acuerdo a los escenarios que rigen en el mundo. Se cuenta que en la elección de1740, de Benedicto XIV, después de más de 100 votaciones infructuosas, el cardenal boloñés Próspero Lambertini dijo. “Si queréis elegir a un político inteligente, elegid a Aldrovandi. Si queréis a un hombre muy piadoso, elegid a Gotti. Pero si queréis elegir a un tonto, elegidme a mí”. Y fue un excelente papa.
Cada Cardenal, desde el altar pronuncia en voz alta en latín: «Pongo por testigo a Cristo Señor, que me juzgará, que doy mi voto al que, según Dios, considero que tiene que ser elegido», y procede a depositar su papeleta en la urna. Durante el escrutinio se recita a viva voz el nombre de los elegidos que revisan res Cardenales antes de quemarse en la estufa. Si el candidato alcanza dos tercios de la votación habrá “humo blanco”, de lo contrario, saldrá “humo negro”. La Constitución Apostólica, con ciertas disposiciones, intenta organizar el voto y evitar que el cónclave dure excesivamente.
ELECCIÓN DEL NUEVO PAPA
Una vez elegido por mayoría o unanimidad el nuevo papa, el decano del colegio de cardenales electores le preguntará al elegido si acepta ser el nuevo papa, y en su caso, el nombre sacro que adoptará como papa. El nombre de Pedro, jamás se ha repetido.
HABEMUS PAPA.
Las bombas de humo coloreadas y resonarán las campanas anunciando que “habemus papa”. En el balcón de la basílica de San Pedro el camarlengo anuncia en latín:”Anuncio una gran alegría. Tenemos papa”. Identifica al nuevo papa con su nombre de pila y anuncia el nombre pontificio elegido como el nuevo líder de la Iglesia. Así, el nuevo papa se asoma al balcón para pronunciar su primer discurso público y la bendición “Urbi et Orbi” (“A la ciudad y al mundo”) ante la multitud reunida en la plaza de San Pedro.
LOS CARDENALES CON POSIBILIDADES.
La iglesia católica enfrenta grandes desafíos en la actualidad polarizando entre conservadores y progresistas con todas sus variantes intermedias.
Entre los prospectos más sonados se encuentran nueve exponentes de diversas corrientes:
Juan José Omella, de España, cercano a Francisco.
Peter Turkson, de Ghana enfocado al cambio climático y justicia social. Sería el primer papa africano.
Luis Antonio Tagle, de Filipinas con temas de pobreza, sería el primer papa asiático.
Willem Eijk, de Países Bajos experto en bioética, conservador, apuesta por la tradición.
Carlos Aguiar Retes, de México, Progresista, lider en el Consejo Episcopal Latinoamericano. Sería el segundo Papa Latinoamericano.
Matteo Zuppi, de Italia, progresista, defensor de la paz y los marginados. Muy similar a Francisco.
Peter Erdò, de Hungría. Conservador. Luchó contra el comunismo en Hungría.
Pietro Parolin, de Italia. Secretario de Estado del Vaticano. Logró un acuerdo con China.
Raymond Leo Burke, de Estados Unidos. Critico de las reformas de Francisco, tradicionalista, altamente conservador.
Como sea, podría surgir otro inesperado, porque en la política nada está escrito hasta que termina. Esperemos que quien resulte electo sea por una cuestión de amor.
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