Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
En los años 90 advertimos que ante los vertiginosos avances tecnológicos de la época, las sociedades del mundo se han visto envueltas en la llamada globalización de la economía cuyos efectos han acelerado de manera sorprendente el derrumbamiento de numerosas estructuras sociales, políticas y económicas que habían subsistido por largas décadas.
Así como otras naciones, México vive un proceso de descomposición en sus estructuras. Proceso agravado por la simulación, la irresponsabilidad y su corolario: la corrupción, presente en todas las esferas de la sociedad, tanto en el sector privado como en el público y el social; de la cual, no escapan ni pobres ni ricos.
Además, la era cibernética acentúa con mayor fuerza nuestra condición de país subdesarrollado y pone en evidencia los graves rezagos que aún subsisten. El combate a la pobreza extrema, lejos de resolverse abre una brecha cada vez mayor que se manifiesta en desempleo real, pérdida de la capacidad adquisitiva, deterioro de la calidad de vida, incremento de la violencia e inaccesibilidad a los mínimos de bienestar social como son: alimentación, trabajo, vivienda, salud y educación. Signos de nuestra época en México como en el mundo entero.
Ante tal estado de cosas, el país define nuevos senderos para transcurrir pacíficamente hacia el cambio mediante una intensa lucha por contener el estado de violencia e integridad nacional que sigue amenazando al sostener estructuras inoperantes.
Así surgió la Reforma del Estado de principios del Siglo XXI cuyo propósito final se orientaba a la búsqueda de mayores espacios de participación ciudadana; no como dádiva del gobierno sino como conquista de la propia sociedad. Ya no se trataba tan sólo de abrir una válvula de escape sino de canalizar la violencia por la vía del Derecho y de conjugar las fuerzas vivas a través de una verdadera Alianza Nacional. El modelo universal: la Democracia y la Socialdemocracia. Pero en 2018, el país dio un giro hacia el populismo.
En los años 90 nos preguntábamos: ¿Se trata del modelo Democrático del Fondo Monetario Internacional (FMI) o de un modelo nacional de construcción de la democracia acorde a nuestra pluralidad y realidad?
Algunos deseábamos creer en la segunda opción y ver la oportunidad de la transformación a través de una profunda Reforma del Estado cuyos eran: La Reforma Política alentada por una redistribución territorial del poder, el ascenso del bipartidismo; el equilibrio de los 3 Poderes; y la alternancia política. El RIESGO era llegar a un sistema de simulación donde se gobernara la economía con la derecha y al pueblo con la izquierda, tal como sucedió, tal como la historia actual lo consigna.
La Reforma Electoral con la conducción ciudadana y el perfeccionamiento de los sistemas de elección y la creación de los tribunales autónomos abría caminos hacia la democracia. El RIESGO era someter, bajo la presión del presupuesto, a ambas instituciones garantes. Ese riesgo se convirtió en realidad al grado de desaparecer a los organismos autónomos; polarizar a la ciudadanía y fabricar Reformas electorales y judiciales antidemocráticas.
En los años 90 confiamos en una Reforma al Sistema de Justicia que posibilitara una mayor separación en relación al Ejecutivo y la actualización a los Códigos y Procedimientos Penales y Civiles. El RIESGO eraque la Procuración de justicia siguiera recayendo en el Presidente de la República y no en el mandato ciudadano. Pero ese riesgo se hizo realidad, y el actual gobierno controla la procuración de justicia como su impartición.
En 1990, la Reforma a la Seguridad Social se alejaba del tradicional subsidio y establecía nuevas bases para los asegurados, pensiones y retiros. El RIESGO era la manipulación de dichos fondos por la banca en manos de extranjeros en la actualidad,, dejando en la indefensión a los pensionando; provocando la privatización de los servicios de salud bajo figuras como la Asociación Pública-Privada. (APP). A 30 años de distancia, el sector salud quedó desmantelado.
La Reforma al Federalismo con base en el 110 y 115 Constitucional favorecía la descentralización de funciones y recursos que se canalizaban hacia los gobiernos estatales para ser administrados por sus municipios y comunidades. El RIESGO era la disminución de los presupuestos municipales y a asignación de mayores responsabilidades que sometieran al municipio a un poder superior. Ese riesgo se convirtió en realidad, lesionando a municipios y al federalismo.
Los mismo sucedió con la Reforma Agraria. La Reforma al Sistema Nacional de Seguridad surgía en 1995 con la modificación del 21 Constitucional por el cual se creaban los Consejos Estatales y Municipales de Seguridad Pública para coordinar acciones y recursos. El RIESGO era la concentración de la policía en un mando único nacional, lo cual sucedió bajo un gobierno donde el crimen organizado creció..
La Reforma Económica basada en el “neoliberalismo social” alentaba la libre competencia, la privatización, la autonomía del Banco de México, la privatización de la Banca y la participación de instituciones financieras, bursátiles y de crédito provenientes del extranjero. La privatización de los servicios de retiro, telefonía y comunicaciones en general eran expresión de la nueva política económica. El RIESGO era la privatización de tales áreas estratégicas en manos de empresas transnacionales. Y el resultado fue peor.
Aún con todo esto, las condiciones de inseguridad, injusticia, pobreza, desempleo, tensión y molestia social persisten en el ambiente nacional sin vislumbrarse solución en el corto plazo.
Para el 2030, se vislumbra un giro hacia la socialdemocracia; el Riego será en manos de quién recaerá ese gobierno: empresarios o políticos. Luchas a favor de una democracia participativa será una cuestión de amor.
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