Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen,
Conversando con Bianca, una estudiosa de las migraciones en el mundo, me comenta su experiencia al presenciar el paso de indocumentados, transmigrantes y migrantes por esta surrealista frontera Sur de Mexico. Y no se equivoca, pues Tecún Umán como Ciudad Hidalgo podrían formar parte del Museo de lo Increíble para regocijo de los amantes del surrealismo y del barroco.
—La Frontera Sur de México rebasa toda mi imaginación. Cada paso fronterizo en el mundo es distinto, pero ninguno tan kafkiano como el de México con Guatemala a través de río Suchiate. Hay lugares como el Paso Socompa en Chile en donde se requiere salvoconducto de la policía internacional para salir. Pero entre Tecún Umán (Guatemala) y Ciudad Hidalgo (México) sólo necesitas una cámara de llanta bien inflada para montarte en ella y atravesar el río, si es que éste llega a un metro de altura. De lo contrario, lo atraviesas caminando a la vista de los agentes de migración, de los aduaneros y ¡no sucede nada!
—Tienes razón, esas escenas sorprenden a los extranjeros, pero son “normales” para quienes las vivimos cotidianamente.
—En la línea, abordé el segundo “tricitaxi” para dirigirme hacia Tecún Umán. Ambas ciudades mantienen un aspecto permanente de suciedad y un tráfico constante de triciclos y bicicletas. Según Federico, el conductor del tricitaxi, son más de tres mil en Tecún Umán y otro tanto en Ciudad Hidalgo.
Bianca narra cómo las madres llevan a sus hijos a la escuela en bicicleta, uno en el cuadro y el otro en la parrilla trasera. El paisaje bicicletero en ambas ciudades es cotidiano, y agrega:
—Alrededor, se observan los hospedajes, hoteles y posadas donde se alojan los transmigrantes en busca de una oportunidad para viajar hacia el Norte. Tomé nota de los nombres y características de cada establecimiento”, -comenta Bianca y prosigue.
—Las propias autoridades me comentaron que en Ciudad Hidalgo, hay bandas internacionales que operan en esta frontera donde venden a las mujeres a los tratantes de blancas de todas las nacionalidades, y que en su mayoría, se trata de menores de edad. Trate de ahondar en esta situación preguntándole a Federico, el bicitaxista, pero aunque él está bien enterado, no menciona nombres. Los tricicleros ven y callan por seguridad propia.
Trato de explicarle lo inexplicable, pero no encuentro la forma, entonces le digo: —Esta situación prevalece desde hace muchos años sin que nadie haga nada; eso forma parte del surrealismo fronterizo. Si en Arizona se habla del corredor de la muerte, en Tecún Umán existen los callejones de la muerte en donde asaltan, trafican todo tipo de cosas y no pocas veces, se pierde la vida, le comento a Bianca.
—Muchos pasos fronterizos son cómo túneles de la muerte, lo sé. En Arizona, la organización Humane Borders, Fronteras Compasivas reporta más de 4,300 hombres, mujeres y niños muertos al tratar de cruzar el desierto y de seguro, esta cifra es superior si tienes en cuenta a quienes jamás logran localizar a través de los 644 kilómetros de esa frontera entre México y Arizona. Según los médicos forenses, 1,565 fallecidos siguen sin ser identificados a partir de noviembre de 2024.
—Platícame de tus impresiones en Suchiate y Tecún Umán, Bianca.
—El aspecto de los hospedajes es lúgubre en Ciudad Hidalgo, pero no tanto como el de las posadas en Tecún Umán que se improvisan en los callejones que corren paralelos al río. Ahí, la gente duerme en el piso hacinada entre olores pestilentes a sangre, sudor, saliva y semen, -me comenta Bianca quién prefirió hospedarle en Ciudad Hidalgo.
—Federico se convirtió en tu guía, ¿verdad?
—Sí. Él me gestionó el pase de migración en la caseta donde hay algunos indocumentados detenidos y listos para ser deportados hacia sus países de origen. Me comentó que deportar a esa gente, representa un costo muy elevado para el gobierno mexicano. Me dijo que es muy peligroso tratar de cruzar en cámaras de llanta o balsas, como ellos le llaman, porque es necesario embarcarse en puntos donde la delincuencia es muy elevada. Comentó que quizá los “puertos” de “Palenque”, “Coyote”, “Limones” o “Rojos”, sean los menos inseguros pero no nos recomienda intentarlo porque algunos taxistas de Tecún Umán están coludidos con las bandas y suelen llevar a los pasajeros hasta los callejones más apartados para asaltarlos.
—¿Como apreciaste a los migrantes que llegaron en caravanas?
—Esa es otra historia, me dice.
—Si. Esa es otra historia. Con esas caravanas no se alteró el tráfico cotidiano de mercancías, drogas y armas entre ambas fronteras. Cada año, cientos de miles de personas efectúan cruces entre Guatemala y México. Una buena parte de esas personas se ocupan como jornaleros, trabajadoras domésticas, albañiles, carpinteros o se trata de las pintorescas canasteras que abastecen de frutas, hierbas y verduras los mercados de Tapachula y sus alrededores.
Bianca se arregla el cabello y me dice: —A mí me interesa saber cómo ellos y ellas, sobreviven exactamente a tanta penuria. Federico me explicó que los mochileros, cuando llegan a la frontera Sur, deben ocuparse en diversas actividades para obtener el dinero necesario para continuar su viaje.
Le explico, —No pocas mujeres son atrapadas para ejercer la prostitución en Cacahoatan o algún otro municipio de México. Algunas de ellas son objeto de vejación, explotación y tráfico por parte de los tratantes de blancas. La mayoría de ellas, no eran prostitutas ni delincuentes, pero ahora son víctimas del hampa y también sus alas quedan rotas.
—Lo que quisiera saber es, cuántas se quedan, cuántas continúan el viaje hacia Estados Unidos y cuántas desisten de su intento y en esa ruta, qué hacen para sobrevivir. Eso, nadie parece saberlo, -comenta Bianca con un dejo de descripción en su rostro.
—¿Cómo te fue con el cambio de dinero en la frontera?, Bianca
—Al pasar el puente, Federico me indicó con quién cambiar dinero. Los cambistas abundan en la línea fronteriza de ambas ciudades. Cargan mucho dinero y a distancia alguien los cuida para evitar que sean asaltados. Los enormes fajos de dinero se distinguen en sus bolsillos y en esta operación uno pierde el dinero que ellos ganan en la conversión de las monedas.
—¿Cuál es tu conclusión?, Bianca.
—Kafka o Dalí habrían quedado maravillados al visitar este paso fronterizo entre México y Guatemala. Entre Tecún Umán y Ciudad Hidalgo, aquí se tejen relaciones ambivalentes, complementarias, amistosas y de constante amenaza, toda una contradicción en donde se tejen y se entretejen las redes más complicadas, absurdas, peligrosas, amistosas, perversas, grotescas, simpáticas y obscenas que puedan verse. Cada personaje prefigura una historia digna de ser contada, concluye Bianca.
Alrededor de todos los movimientos migratorios, lo único rescatable son las organizaciones que luchan por la defensa de los respetos humanos de los migrantes como una cuestión de amor.