Roberto Chanona
Cierta ocasión, el Lic. Marcos Nazar Sevilla nos invitó a una cena donde conviviríamos con amigos e integrantes del Ateneo. Llegamos a su casa y fue un gusto encontrarme con Eraclio Zepeda. Laco, para los amigos, es nuestro cuentero mayor que siempre he admirado por su obra y fue un amigo muy querido. Inmediatamente entendí que nos íbamos a pasar una velada maravillosa, porque escuchar a Laco contar historias, era todo un espectáculo.
Así pues, avanzaba la noche y al calor de los alipuses, Laconos platicó que en el siglo XIX había un doctor en Tuxtla que operaba el estrabismo. Y que dicho doctor, ya había operado a varias personas. A la primera, la había dejado choca; la segunda tuerta y la tercera, había sido un éxito. Nosotros estábamos absortos con la narración, realidad o ficción, poco importaba. Lo maravilloso era escuchar las historias que narraba Eraclio Zepeda.
Tiempo después, buscando una fotografía de 1858 del maestro Manuel Bolán, marimbista originario de Tonalá, me doy cuenta que el único que podía haberla tomado era Désiréde Charnay que había fotografiado Palenque, Yaxchilán y había pasado por la Finca Santa Lucía, Jiquipilas, donde vivía el maestro Manuel Bolán. Así me doy a la búsqueda de su libro “Ciudades y Ruinas Americanas”, y ¡sorpresa! Cuando pasa por Tuxtla, nos platica de un doctor que operaba el estrabismo en 1858. Era el mismísimo personaje que nos había platicado aquella noche Eraclio Zepeda.
Entonces para los amantes de nuestra ciudad les hago una pequeña traducción de la estancia de Désiré de Charnay, el padre de la fotografía arqueológica, en esta “tierra de conejos”:
“Tuxtla, que se encuentra a siete leguas de Chiapa, es hoy en día, la capital política del Estado; dudo, llegando, modificar mi itinerario y mi manera de viajar. Esto se debe porque mefue imposible encontrar mulas, más que domésticas, para acompañarme hasta Tehuacán. Con esto, crecen lasdesgracias que traía arrastrando conmigo.
Debía entonces considerar una estancia más larga. Viendo la situación, renté un departamento donde a penas me había instalado cuando recibí la visita de un hombre grueso, sonriente y de una brusca cordialidad, que me preguntaba en un francés de lo más puro, porque no había ido a tocar a su puerta. Ignoraba, respondiéndole, que viviera un compatriota en Tuxtla y terminó por imponerse como mi anfitrión para las personas que no conocía; pero don Julio, mi visitador, solo me indicaba que lo siguiera sin querer saber nada.
Don Julio era un parisino de pura sangre, aún joven, gran conversador y de un corazón con una bondad sin igual. Inmediatamente me lo hizo sentir. Tenía diez años que vivía en México: primero en Tehuantepec y luego, en Tuxtla. Se había arruinado en un negocio de contrabando, y había abrazado la profesión de doctor que le redituaba admirablemente; agregaría que tenía una especie de pasiónpor el oficio y que estudiaba todos los días. Nada le asombraba, había cortado glúteos con una rara alegría y las operaciones quirúrgicas más delicadas, no lo hacían retroceder. Es así como él practicaba la operación del estrabismo y con un resultado excepcional. Un doctor extranjero recorriendo el país, como especialista de los ojos,regresándoles la vista; pero sea charlatanismo, o la mala fortuna, al primer paciente que tuvo le destripó los ojos, al grado que se le quedaron en las manos y el desafortunado, sequedó ciego por el resto de sus días. Pero don Julio, mordidode una noble emulación, se amparó en una segunda víctima.Opera el primer ojo satisfactoriamente, pero destripa el segundo. Y aunque quedó tuerto, fue un progreso porque como dice el refrán: en el reino de los ciegos, el tuerto es el rey.
Estos sucesos a medias, le envalentonaron; la clientelaestaba puesta y a veinte leguas a la redonda, don Julio era el único doctor posible…”
Lo curioso del asunto, es que Désiré de Charnay publica su libro Ciudades y Ruinas Americanas en 1863 y luego, en 1885 hace una segunda edición que titula: Antiguas Ciudades del Nuevo Mundo, donde agrega o quita cosas, del primer libro. Agradablemente tengo las dos ediciones en su lengua original y pude constatar que, en la segunda edición de 1885, por alguna razón, Charnay omitió el relato de don Julio. ¿Que lo llevó a suprimir este relato? Quizá porque dejaba un poco mal parado a su paisano parisino de pura cepa. Lo importante es que para el siglo XIX, teníamos oftalmólogos en Tuxtla que curaban el estrabismo, aunque a veces los dejaran tuertos.
Y entre muchas cosas que agregó fue un párrafo referente a la marimba donde nos dice, que había encontrado este instrumento con el mismo nombre: marimba, en la ciudad de Natal, África. Esto no lo dice en la primera edición. Lo que pasó es que después de su viaje a México en 1857, Désiré de Charnay fue al África y ahí, pudo constatar el instrumento que años antes había escuchado y fotografiado en la Finca Santa Lucía, situada a unos kilómetros de Jiquipilas.Agradablemente contamos con esta fotografía, y es la más antigua de nuestro acervo referente a la marimba en Chiapas.
Para aquellos que no conocen a este gran viajero francés, padre la fotografía arqueológica, estuvo tres veces en México. Y primer viaje fue en 1857 a 1860; el segundo fue de 1880 a 1882 y el tercero, en 1886. Y déjenme decirles, que fotografió casi todas las ruinas de nuestro país incluida Yaxchilán. Personalmente conozco estas ruinas, pero si hoy en día, es un viaje en plena selva lacandona donde tiene uno que navegar el Usumacinta, un río de 200 metros de ancho,imagínense en 1857.
Agradablemente también pude revisar su acervo fotográfico en el museo del muelle de Branly, Jacques Chirac, en París. Se trata de más de 2000 fotografías de todo el mundo: México, África, China, Japón, Estados Unidos, Centroamérica, Sudamérica, Australia, Indonesia etc. Fue un viajero incansable, que murió en 1915.
Sería bueno que las autoridades de nuestro Estado realizaran, aunque sea una modesta edición de su estancia por Chiapas.Sobre todo, porque nos habla de las ruinas maravillosas con las que contamos, pasa por Tumbalá, San Cristóbal de Las Casas, por Ixtapa de la sal, Chiapa de Corzo, Tuxtla, Ocozocoautla, San Lucía (Jiquipilas) y luego se va a Tehuantepec.

Désiré de Charnay