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El ritual culinario de la Fiesta Grande

El ritual culinario de la Fiesta Grande
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  • En la “casa de los santos” los encargados de resguardar las imágenes sagradas ofrecen alimentos a los participantes como símbolo de gratitud y devoción.

Noé Juan Farrera Garzón

En el marco de la emblemática Fiesta Grande de Chiapas, un momento central en las festividades es la comida ritual, un encuentro que trasciende lo culinario para convertirse en un acto de comunión espiritual y comunitaria.

Este momento ocurre en la “casa de los santos”, donde los encargados de resguardar las imágenes sagradas ofrecen alimentos a los participantes como símbolo de gratitud y devoción, departiendo las abundancias otorgadas durante todo el año, conforme a la tradición local.

La comida gira en torno a cuatro platillos emblemáticos: la chanfaina, el estofado, el puerco con arroz y la icónica pepita con tasajo. Este último platillo guarda un aire de misterio, pues las cocineras tradicionales aseguran que “si alguien con mirada caliente o mal aire ve la comida durante su preparación, esta puede cortarse”, lo que arruinaría los cientos de kilos de alimentos destinados a la hora de la comida.

Aunque originalmente estos platillos eran exclusivos de la Fiesta Grande, la influencia de la modernidad y el turismo los ha popularizado más allá de las fechas festivas. Ahora es posible disfrutar de la pepita con tasajo o la chanfaina cualquier día del año, tanto en restaurantes como en hogares locales, donde se han integrado como parte de la cocina diaria.

Sin embargo, en el contexto de la Fiesta Grande, el momento de la comida no solo satisface al cuerpo, sino también al espíritu. Los alimentos se preparan y ofrecen en honor a las imágenes del Señor de Esquipulas, San Antonio Abad y San Sebastián Mártir. Este acto se convierte en un ritual de respeto, armonía y paz interior, fusionando la tradición culinaria con la devoción religiosa.

Así, la Fiesta Grande no solo celebra la identidad cultural de Chiapas, sino que también nos recuerda cómo el alimento puede ser un puente entre lo terrenal y lo espiritual, en un momento que une a las comunidades a través del sabor, la fe y la tradición.
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