Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen, Platicando con Cori, surgió el tema de los tatuajes tan de moda hoy en día.
—¿Piensas tatuarte algún día?, -le pregunto provocativamente, conociendo su respuesta.
—¡Ni loca!, no juzgo a nadie por tatuarse. En lo personal, ni siquiera pasa por mi mente esa posibilidad. Algunos tatuajes en hombres me resultan agradables; en las mujeres, no tanto.
—El tema es si el tatuaje forma parte de la cultura de los pueblos o es parte del mainstream.
—¿Qué es el mainstream, -me pregunta Cori.
—El aun término se define como la cultura dominante o predominante en una sociedad, que es aceptada y seguida, aceptada o tolerada por la mayoría de la población. Esta cultura se caracteriza por ser ampliamente aceptada, difundida y consumida por el público en general y se aplica para la música popular, el cine y televisión, las tendencias en la moda; en la literatura; la adopción de las tecnologías e incluye valores y creencias. Todo ello, cambia con cada época.
—Ya entendí, pero ese mainstream no surge ni se difunde espontáneamente. Son influencias de los medios de comunicación, la Internet y en el fondo, hay una intención comercial promovida por la industria del entretenimiento que se sirve de la publicidad, el marketing y ahora, con mayor velocidad a través de las redes sociales. Eso del mainstream no es bueno ni malo, sólo refleja los gustos y preferencias de la mayoría de la población. Sin embargo, también puede ser criticada por promover la homogeneización cultural y la superficialidad, -comenta Cori.
—Digamos que es una construcción de la subjetividad, de darle forma al propio cuerpo en la búsqueda de identidad. Los tatuajes han transitado de ser usados para identificar y estigmatizar a sus portadores, a ser una forma de popularizar y democratizar lo que una persona quiere decir de sí misma. Sin embargo, no olvidemos que los tatuajes se remontan a a miles de años. La evidencia más antigua de tatuajes se encontró en momias de la Cultura Chinchorro en Chile, que datan de alrededor del año 2000 antes de Cristo.
—Cuando leo algunos libros históricos, me doy cuenta que los tatuajes fueron y siguen siendo empleados por muchas culturas como símbolos de poder religioso, mágico, político o decorativos en sus festividades. Lo curioso, es que en la actualidad, pasaron de ser un estigma social que utilizaba los presidiarios, delincuentes y muchachos de bandas a ser parte del arte popular. De hecho, la palabra tatuaje viene del polinesio Ta que significa golpe, que a su vez evolucionó en la palabra tahitiana tatau que significa marcar algo. Es por ello que en la época moderna los tatuajes se asocian con la Polinesia.
—Eso que mencionas, Cori, es cierto. En Occidente, la moda de los tatuajes se popularizó en el siglo XIX, gracias a las expediciones marítimas y el contacto con culturas indígenas. Los marineros trajeron consigo técnicas y diseños de tatuaje, que se extendieron rápidamente entre la población. Ahora, en el XX, la moda de los tatuajes ha evolucionado y se ha diversificado, con la aparición de nuevos estilos y técnicas. Hoy en día, los tatuajes son una forma de expresión artística y personal que se ha integrado en la cultura mainstream como una forma de reafirmar la identidad.
—En su expresión cultural los encontramos entre grupos prehispánicos aztecas, mayas y amazónicos, los cuales acostumbraban también perforarse y hacerse incrustaciones; además, en oriente los maorís y otros grupos de las islas del Pacífico el tatuaje es recurrente en su formación cultural.
—Por supuesto, Cori. Hay una gran diferencia entre los tatuajes que tienen origen cultural y la tendencia actual. Hasta hace poco, al solicitar un empleo o entrar a ciertas escuelas te pedían que no tuvieras tatuajes por estar mal visto por la sociedad. Aunque todavía hay escuelas y centros de trabajo que no lo permiten, estas reglas se han flexibilizado ante la impronta del famoso mainstream imperante en nuestros días. Con lo cual, se ha venido resocializando, así que hoy tenemos un paso del estigma hacia la formalidad.
—También, el tatuaje pasa por el rito de iniciación de algunas banda como la Mara Salvatrucha. Ese grupo de jóvenes salvadoreños rapados, con tatuajes vistosos en cara y cuerpo. Se pintan una leyenda que dice: “Dios mío, perdóname por mi vida loca”, y en los ojos pequeñas lágrimas que significaban el número de asesinatos que han cometido. Esa es una construcción física de violencia, informalidad y delincuencia.
—En efecto, Cori, y a partir de que los mareros comenzaron a marcar su cuerpo, a exhibirse y mostrarse, vino una aceptación enorme entre las comunidades juveniles. Desde finales de los años 80 y principios de los 90 se volvieron muy populares. Hoy lo que tenemos es una profusión enorme de tatuadores; es una moda que aparece en las televisiones, en las redes sociales, con los artistas y los jugadores de futbol tatuados. Hemos presenciado ese paso de la historia, de la parte ritual, a la parte popular en donde todo mundo lo puede hacer. Hoy los tatuajes ya no tienen tanta carga simbólica, son una moda. Se perdió el sentido simbólico y adquirió uno más directo de la personalidad y el gusto; generan nuevas formas de identidad, ya no está mal visto alguien con tatuajes. Y eso tiene que ver con la corrientes de los años 60 con la liberalización de los cuerpos.
—Es una forma muy personal de diferenciación y resignificación de la propia subjetividad. Los tatuajes expresan amor por los hijos, la pareja, la naturaleza y los encuentras en forma de texto, retratos, dibujos, lo mismo que otros bastante subjetivos que buscan diseños artísticos.
—Sin embargo, Cori, también tiene sus riegos. La aplicación de un tatuaje va desde el uso de corcholatas, alambres, agujas improvisadas, nada higiénicas, que en muchas ocasiones provocan infecciones graves y al final, desparece el tatuaje dejando desagradables cicatrices. Entre los riesgos de infección se pude adquirir la hepatitis, herpes simple, el virus del papiloma humano o el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Todo ello, porque la mayoría de los tatuadores son improvisados, y los establecimientos no están regulados por normas de salud, vigiladas y supervisadas. Algunas personas, incluso, se tatúan en zonas frágiles como pliegues, cara y genitales.
—Por eso, es recomendable fijarse en las condiciones del lugar, en el tatuador, que tenga alguna preparación para saber en dónde va la tinta, que tipos de agujas y tinta utiliza; que se tengan las condiciones de higiene adecuadas, las agujas estériles y los cuidados pos-tatuaje, que incluyen lubricación y protección del Sol. No se trata de una exageración, sino del cuidado de tu cuerpo. En especial, porque hoy surgen cientos de tatuadores improvisados, pero muy populares en las redes sociales. Lo mismo digo para quienes tratan de borrar los tatuajes. Ese es un procedimiento invasivo, doloroso y quizá con consecuencias no deseada. Como sea, tatuarse será un tema controvertido y al final, una decisión personal que unas veces tienes que ver con una cuestión amor.