Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen, Es inadmisible demandar derechos violentando los derechos del resto de la ciudadanía. Es inadmisible la actitud de los líderes anacrónicos que persisten en mantener las viejas prácticas de manipulación obligando a pobladores y comerciantes a permanecer en un plantón que agravia a la ciudadanía. Es intolerable que estos seudo líderes multen a quienes tienen amenazados hasta con 500 pesos si no participan en el al plantón, aún bajo los torrenciales aguaceros. Es inconcebible que en pleno Siglo XXI mantengamos la cultura de la presión y el chantaje auspiciado por mafias o por la delincuencia organizada, dolidos por los cambios que la sociedad demandó para garantizar el imperio de la ley con apego al Estado de Derecho que nos rige y que el actual gobierno de Eduardo Ramírez trata de ordenar.
En el 2024, Chiapas ocupó el cuarto lugar en la estadística nacional de policías muertos. El caos que encontró el reciente gobierno combatirá la impunidad mediante estrategias de información y operativos de combate a la violencia y el crimen, según han anunciado las autoridades, incluyendo a los alcaldes a quienes se les encuentren actos de complicidad.
Las medidas anunciadas son aceptables porque la tolerancia de la autoridad también exige un límite. Y ese límite lo establece la Constitución y la propia sociedad que clama por recobrar sus espacios públicos, y carreteras, cuando se invaden de manera arbitraria por un pequeño grupo manipulado por esos líderes que han perdido sus canonjías y privilegios al amparo de un gobierno que durante mucho tiempo los mantuvo como parásitos del sistema.
Nadie cuestiona el derecho de petición ni el derecho de manifestación consagrado por nuestra Constitución, lo que se cuestiona son los métodos que lesionan las libertades y los derechos de los ciudadanos. Lo censurable es la cerrazón de los líderes obstinados en crear ambientes artificiales para su beneficio personal con el único deseo de mantener vivo un problema que ellos mismos crean, porque la sociedad siempre ha exigido poner orden.
Los problemas generados por las mafias llegan a impactar nocivamente a la planta industrial y comercial de la Nación, así como al ordenamiento urbano de manera sensible, altera el flujo de las vialidades, obstruye en las banquetas el paso de los peatones, pone en riesgo a los propios comerciantes al invadir el arroyo de las vialidades, constituyen focos de infección, basura y enfermedades a causa del acumulamiento de basura y de la falta de higiene en la preparación de alimentos y bebidas.
En el comercio informal, se favorece la venta de mercancías de contrabando, la piratería y de objetos de dudosa procedencia. El uso de tanques de gas, el robo de electricidad y el depósito de aceites, basura y desperdicios en las alcantarillas constituyen un riesgo a la seguridad de las personas. Sin contar, en todo lo anterior, con la evasión de impuestos y la transgresión a las leyes laborales y de prestación de servicios asistenciales y médicos para los empleados por parte de los patrones que emplean a mucha gente pobre.
En muchas partes del mundo donde existe el comercio callejero no se presentan estos problemas generalizados como en México, por la simple razón, que en aquellas ciudades civilizadas existe una cultura del orden y las leyes se observan de manera estricta y sin excepción alguna. Y no se trata de ser un país rico para contar con una ciudad ordenada, porque la limpieza no está reñidacon la pobreza, el ordenamiento del comercio callejero tampoco está reñido con la pobreza, el manejo adecuado de los alimentos y bebidas observando medidas de higiene no es cuestión de ricos; mantener un puesto agradable cuesta lo mismo que un puesto sin diseño ni presencia grata; lavarse las manos antes de preparar alimentos y no tomar dinero no requiere de mucha ciencia sino de un poco de sentido común.
El comercio callejero que se ejerce en otras ciudades del mundo suele ser vistoso, agradable, y algunos, constituyen hasta un atractivo turístico por la variedad de mercancías ofertadas, por su colorido, limpieza y orden. El ejemplo puede extenderse a otras ciudades de Méxicodonde existe la voluntad por ordenar este comercio informal. En esos casos, lo primero que se superó fue la resistencia de los líderes que lucraban con los vendedores ambulantes y, en segundo término, con el respaldo de la sociedad y de los propios ambulantes dispuestos a trabajar en soluciones, no en problemas.
En Chiapas, el comercio callejero es muchas veces acaparado por unas cuantas personas que se instalan sobre las calles de la manera más arbitraria posible y para ello contratan a gente extranjera para atender los puestos a cambio de bajos salarios y sin ninguna prestación.
Pretender desaparecer de México y sus ciudades el comercio callejero sería utópico, irracional y atentaría contra las libertades e incluso, contra las tradiciones nacionales. Nadie, en su cabal juicio, se opone al ejercicio del comercio informal, la cuestión no es desaparecerlo, sino simplemente ordenarlo y ajustarlo en los términoslegales y reglamentarios que rigen la vida democrática de México.
Hablar con la verdad como lo ha venido haciendo el gobernador, y actuar con firmeza al negarse a mantener el estado de caos denota una actitud de congruencia y respeto a las demandas de la sociedad que exige paz, seguridad y orden.
Hoy, la sociedad es más madura y sabe discernir la verdad de la mentira, la noticia seria del sensacionalismo periodístico; la crítica mordaz y destructiva de la críticafundada, objetiva y positiva.
La sociedad chiapaneca aspira a ciudades limpias y ordenadas, donde el comercio informal pueda realizarse,pero dentro de la ley y el orden. Es la sociedad quien impulsa los cambios, quien demanda un nuevo orden urbano; es la ciudadanía quien reclama respeto a sus propios derechos y quien exige a la autoridad no ceder a las presiones de chantaje por parte de quienes sólo buscan su beneficio económico sin consideración alguna para la población ajena a los intereses particulares de estas personas.
El gobernador Eduardo Ramírez estableció sus oficinas en todas las calles del estado de Chiapas que recorre diariamente sabiendo que la sociedad actual ya no tolera que los diputados federales, estatales o alcaldes quieran verles la cara, la sociedad moderna es madura y ya no es suficiente con tener amigos ex gobernadores ni tratar de manipular a la opinión pública, eso quedó en el pasado, es ese Chiapas al que nadie desea regresar. Hoy, los retos son enormes, pero para vencerlos primero deberán caer aquellos que se oponen al cambio, al desarrollo y progreso de Chiapas. La reacción al cambio continuará sin duda alguna, pero la fuerza de la sociedad habrá de atajarles el camino a sus perversidades, porque la sociedad unida para combatir el desorden en una cuestión de amor.