Juan Carlos Cal y Mayor
La semana pasada publiqué un texto en el que celebre la firmeza con que el gobernador Eduardo Ramírez inició su gestión para recuperar la paz y la convivencia social de los chiapanecos. Arrancó con el anuncio y la presencia de la nueva fuerza de reacción Pakal, que se encargará en un primer momento de garantizar el libre tránsito por las carreteras de nuestro estado, en tanto que los chiapanecos ya teníamos literalmente miedo de circular por ellas, dado el nivel de inseguridad.
Por ahora, el fuero común
Perseguirán los delitos del fuero común, que son los que competen jurídicamente al estado, en tanto que los del fuero federal, entre ellos el narcotráfico, competen a la federación. Esa estrategia corresponde a la presidencia de la república y particularmente a Harfusch, que se supone ya está imponiendo el orden en estados como Sinaloa, además de que se ha anunciado la detención de varios narcotraficantes y operativos asegurando cargamentos “históricos” de fentanilo.
Falta más
Algunos de quienes leyeron mi texto anterior me mencionaron muchos de los otros pendientes en materia de seguridad. Hacer una operación “colmena” como la del Estado de México que desactivó la complicidad entre las fuerzas de policía locales, estatales y el crimen organizado. Es cierto que muchos municipios de Chiapas están sitiados por los cárteles. No está fácil el asunto. En lo que va del gobierno no ha habido asesinatos ni éxodos; salvo los que desaparecieron antes de la gestión actual. Hay que ser conscientes de que no esto no va desparecer de la noche a la mañana, pero algo bueno ya está pasando. Le están midiendo el agua a los camotes. Por lo pronto, me parece que se tiene que empezar por ese algo y es muy importante porque las carreteras son esenciales para reanudar el dinamismo económico en el estado, sobre todo desde ahora que viene la época decembrina. Más allá de las carreteras, ya se catearon dos ranchos y se detuvo a presuntos criminales. 100 días es el reto para los mandos designados. Eduardo va en serio, primero la seguridad.
Depuración
Hay, además, una depuración completa en la Secretaría de Seguridad y la Fiscalía del Estado. El regreso de Jorge Luis Llaven es garantía. No es un improvisado; tiene el conocimiento, la formación y la experiencia. Si le dan el respaldo, estoy seguro de que hará bien su trabajo. Ya lo demostró al principio de la administración anterior, pero ya después no lo dejaron ser. También en el Poder Judicial, con Juan Carlos Moreno, vienen nuevos ímpetus con un personaje que ya tiene experiencia. Moreno Guillén presidió el Congreso, la Comisión Estatal de Derechos Humanos y el Tribunal Burocrático, entre otros cargos. Lejos está de ser un improvisado. Es jaguar a morir de toda la vida.
Colofón
Y para colofón Comitán, la tierra del gobernador, amaneció el domingo bloqueada por encapuchados en sus dos salidas principales. De inmediato llegó el equipo de reacción policiaca y procedieron a desalojar. El gobernador señaló “La ley no se negocia. Hay autoridad y habrá orden; se acabaron los tiempos que hacían lo que querían. Les garantizo que habrá libre tránsito. Somos más los que queremos vivir en paz.” Suscribo.
LA TRAGEDIA DANTESCA DEL SECTOR SALUD
En el sector salud se está viviendo una tragedia. El nuevo secretario parece bastante sensible a esas necesidades. El sector salud lo ha recibido bien, pero la gran pregunta es si lo que quieren mejorar son sus salarios o condiciones laborales, porque sinceramente en los hechos hoy dejan mucho que desear. Ahora que se la han entregado al IMSS los servicios de salud, bien harían en darse una vuelta por los pasillos de los hospitales, comenzando por la capital. No se puede ser indiferente. Es verdaderamente dramático; dantesco, me decía un querido amigo que es derechohabiente y tuvo que parar ahí. No hay habitaciones, faltan medicamentos, material para curación, los corredores están llenos de pacientes con distintos padecimientos; parece que estuviéramos saturados como en una escena de guerra.
Algo se tiene que hacer
Miradas perdidas, desesperanzadas, resignadas a la muerte, el confinamiento, abandonados a su suerte y sin ver al menos a sus parientes. Parece un reclusorio, pero es el purgatorio. Afuera, en la calle, duermen en improvisadas casa de campaña decenas de familiares en vela permanente, pendientes de la salud de sus parientes a los que no tienen más que el mínimo acceso. Siempre así, basta con darse una vuelta para verlo. No se parece a Dinamarca.
No hay suficientes camas de hospital, están siempre saturados. Hablo del Seguro Social en el 5 de Mayo y el Gómez Maza, casos que vi y de los que conocí recientemente. Ni siquiera hay camillas; a lo mucho, sillas maltrechas de ruedas, cuando no parados en los pasillos o sentados en el piso, con todo y el suero con que los entretienen inmovilizados a falta de atención. Los especialistas aprenden con sus “conejillos de indias”, mientras que atienden mejor a sus clientes que, si pagan, en hospitales privados. Dobletean ingresos con salarios, pero casi no se paran en los hospitales públicos y parece que nadie los supervisara. Vamos camino a Haití, no rumbo a Dinamarca. Es inmoral, desgarrador, inhumano, triste, pero sobre todo ofensivo, como cuando desde ahí se desviaron recursos para pagar una campaña. Algo se tiene que hacer y pronto.
Cambios necesarios, saludables
Apenas van comenzando y, a mí en lo personal, me parece que muchos de los cambios que vimos recientemente resultarán saludables. Hay gente leal y comprometida que no creo que se vaya a dar el lujo de fallarle a Eduardo Ramírez. Hacía falta sacudir a una estructura muy alejada del pueblo del que tanto se ufanaban en sus discursos. Faltarán recursos sin duda, pero ahí es donde hay que valorar el costo-beneficio de tanta burocracia. Modernizar, simplificar, desburocratizar, desregular, facilitar y ahorrar recursos para destinarlos a mejor destino. Es grande la tarea, pero ojalá y lo asimilen. Se tiene que gobernar con firmeza para no ser rehenes de los grupos tradicionales de presión.
La esperanza
La esperanza está depositada en ello. A los que se fueron ya los está juzgando la historia. Llevan la letra escarlata en el pecho. Ni cómo quitárselas. Escuchar, rodearse de personas con experiencia, sensibilidad y criterio. Escapar de la burbuja que luego aparta a los gobernantes de la realidad. Me da gusto ver a Luis Ignacio Avendaño, un tipo de primera, abierto, plural, estudioso, con visión empresarial y experiencia gubernamental. También a Mario Guillén, un aliado fiel y de muchos años a la causa del llamado Jaguar. Osvaldo Chacón en la UNACH, Maru y Segundo Guillén en turismo, con toda su vida profesional involucrada con el sector y sus organizaciones. Muchos más que no da tiempo de citar. Primero, lo primero, que es la seguridad. Porque si no hay paz, no hay desarrollo. Orden y luego progreso.