- Allí, se localizan asentamientos con monumentos tallados de la época Postclásica, que evidencian la importancia histórica de la región.
Noé Juan Farrera Garzón
La salina de Ixtapa, ubicada a tan solo mil metros del centro del municipio homónimo en Chiapas, es un espacio cargado de historia y tradición. Este lugar consiste en una oquedad en la tierra que funge como pozo de agua salada, con tonos rojizos en su interior, y se encuentra rodeado de vestigios prehispánicos en una colina al sur del río. Allí, se localizan asentamientos con monumentos tallados de la época Postclásica, que evidencian la importancia histórica de la región.
Investigadores como Ayax Moreno y Herbert Castellanos han destacado que hacia 1490 este lugar formaba parte de los cuatro poblados donde el general mexica Tiltototl instaló guarniciones militares. La sal obtenida aquí era vital para las comunidades tsotsiles y otros pueblos mesoamericanos, ya que el acceso al mar estaba relativamente lejos y la salina se convertía en un recurso esencial.
Doña María Hernández, conocida como “Doña Mary” y originaria de Ixtapa, es una de las últimas productoras de sal artesanal del municipio. A sus 53 años, representa la cuarta generación en mantener viva esta tradición. El proceso artesanal comienza con la recolección del agua salada del pozo, ubicada a 100 metros de su casa junto al río. Esta agua se lleva a pangas que funcionan como secadores sobre fogones de lodo y piedra, que arden por 12 horas continuas. Una vez evaporada el agua, los cristales de sal se muelen con piedras hasta obtener un polvo fino, que posteriormente se moldea en “benequén”, pequeños bultos de palma tejida. Este método es heredado de las técnicas artesanales prehispánicas tsotsiles.
Sin embargo, este oficio enfrenta grandes retos. La obtención de leña para los hornos de evaporación es costosa, y la competencia con la sal yodatada industrial ha reducido las ventas. Aún así, Doña Mary y dos familias más siguen adelante con esta actividad, aunque el desinterés social y gubernamental amenaza con extinguirla. Sus principales puntos de venta son comunidades como Zinacantán, San Juan Chamula, San Cristóbal de Las Casas y algunas tiendas locales en Ixtapa.
El nombre de Ixtapa proviene del náhuatl y significa “lugar de agua salada”. Este lugar, junto con otras salinas como las de Zinacantán y Chenalhó, abastecía de sal a los pueblos vecinos desde tiempos ancestrales. A pesar de su relevancia histórica y cultural, la producción artesanal de sal está en peligro de desaparecer por la falta de reconocimiento y apoyo.
La salina de Ixtapa es mucho más que un recurso natural; es un legado vivo que conecta a las comunidades actuales con sus raíces prehispánicas. Su preservación depende de iniciativas que impulsen su valor cultural y económico, para garantizar que esta tradición no se pierda en el olvido.