* Suelen estar empleados de manera temporal, con contratos informales y un salario por jornada.
Daniela Alfaro
Chiapas, Veracruz y Puebla destacan como las entidades con el mayor número de jornaleros agrícolas en situación de pobreza extrema, de acuerdo con datos recientes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). En Chiapas, más de 209 jornaleros por cada mil trabajadores agrícolas se encuentran en carencia de recursos suficientes para adquirir la canasta básica, posicionando al estado en el cuarto lugar a nivel nacional en cuanto a pobreza extrema en este sector.
El estudio “Pobreza en la población trabajadora agrícola en México 2024” revela que la situación de pobreza en Chiapas afecta principalmente a los trabajadores rurales en zonas de difícil acceso. La dispersión geográfica de las comunidades en el estado limita el acceso a servicios esenciales como salud, educación y agua potable, lo que agrava la precariedad de vida de los jornaleros agrícolas. Las condiciones de trabajo también se ven marcadas por la informalidad y la temporalidad, lo que impide que los trabajadores accedan a derechos laborales básicos.
La región de la Selva Lacandona, compuesta por municipios como Ocosingo y Altamirano, destaca por su alta concentración de jornaleros en situación de pobreza extrema. En esta zona, el 98.5 por ciento de la población jornalera vive en condiciones precarias, enfrentando dificultades tanto laborales como de salud. A nivel estatal, 19 municipios de Chiapas presentan porcentajes de pobreza extrema entre el 60 por ciento y el 80 por ciento de su población jornalera.
Los jornaleros agrícolas en el estado suelen estar empleados de manera temporal, con contratos informales y un salario por jornada. Este tipo de empleo no les garantiza acceso a servicios de seguridad social ni estabilidad laboral. La falta de opciones de empleo permanente obliga a muchas familias a depender de los ciclos agrícolas, lo que genera incertidumbre económica a lo largo del año.
El informe también destaca que, en su mayoría, los jornaleros son personas que provienen de comunidades indígenas, donde el trabajo agrícola es la principal fuente de ingresos. Sin embargo, estas poblaciones siguen estando expuestas a altos índices de pobreza y marginación, ya que la falta de infraestructura en las zonas rurales dificulta el acceso a bienes y servicios básicos. En muchas comunidades, los niños son incluidos en el trabajo agrícola, lo que limita su acceso a una educación formal.
A pesar de los esfuerzos de diversos programas sociales para reducir la pobreza en el sector rural, el estado ha mantenido históricamente altos índices de pobreza en sus municipios rurales, especialmente en aquellos donde la población jornalera es predominante. Según Coneval, esta tendencia de vulnerabilidad no ha mostrado grandes avances en la última década, lo que resalta la necesidad de políticas públicas más efectivas para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores del campo.