Manuel Zepeda Ramos
Hacía varios años, o muchos meses, que un presidente de México no asistía a una reunión como la celebrada en Río de Janeiro con los mandatarios más importantes del Planeta en donde nuestro país, hoy -la potencia doce del Planeta-, forma parte de este bloque global.
Claudia Sheinbaum, presidenta de los Estados Unidos Mexicanos, estuvo presente junto a los mandatarios de las otras potencias y eso me da gusto: retomamos la agencia mundial, que tan necesaria es para un país como el nuestro.
La presidenta de México tuvo reuniones con el primer ministro del Canadá, uno de nuestros socios en el T-MEC; con el presidente de los Estados Unidos de Norte América, también nuestro socio en el bloque económico más importante de la Tierra; con el mandatario Chino a quien le agradeció el envío de electrodomésticos en grandes cantidades para los damnificados de Acapulco; con el joven presidente de Francia cuyo tema de conversación giró alrededor de la migración en el Mundo. La foto que se tomó nuestra presidenta con los representantes del anfitrión Brasil al lado de los presidentes de Chile y Colombia son nota, ya, de especulación política en torno a la nueva unidad latinoamericana. Vimos pues, una presidenta de México que se enseñó ante el Mundo, haciendo lobbing con los grandes mandatarios, conviviendo con todos ellos.
La presidenta de México hizo uso de la palabra -al fin ambientalista-, en torno a una propuesta para que el Mundo desarrollado ofrezca el 1% de su presupuesto militar a la reforestación del Planeta. Me gustó. Era el sitio adecuado para decirlo ante los mandatarios allí representados en el G-20. El destinar un presupuesto bélico para la conservación de la vida, es de trascendencia.
Sin embargo, lo que no me gustó fue que hubiera hablado de un proyecto del sexenio anterior, sembrando vida, cuyos resultados después de varios años no son necesariamente claros al grado que la especulación en torno a la rosa y quema de árboles que existieron habla de acciones intencionales para que el subsidio no se acabara y siempre hubiera terrenos para la siembra. Además, no solo las maderas preciosas y los frutales deben de sembrarse. Los bosques también son importantes para la vida.
¿Por qué no incluyó en su discurso la enorme importancia que debería tener la contaminación del agua para el consumo humano y para los animales y las plantas? Se que el tiempo era limitado y tal vez no hubiera alcanzado.
El gran logro de Río de Janeiro es que se perdió el miedo por estar en la mesa de los más importantes, porque también México es importante.
Muchos días de estos.