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Hasta cuándo Claudia

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José Antonio Molina Farro

“No es la miseria que veo sino la esperanza que aún permanece”. Ana  Frank

La destrucción institucional y el desprecio a las formas republicanas avanzan inexorables y con prisa inusitada. Aflora en su forma más obscena y deslumbrante el radicalismo autocomplaciente y celebratorio. Cómo no recordar la frase de Paco Ignacio Taibo II : “sea como sea se las metimos doblada camarada”, al referirse a la ley que le permitió ser el Dr. del Fondo de Cultura Económica, y hoy ratificado en el cargo.

Es un acoso demencial a la democracia. Profetas de la nada creadora que reducen todo a cenizas para erigir el nuevo régimen, el nuevo orden: su orden.

Autoritarismo constitucional. No es un segundo piso como se dice con simpleza, es un bicho distinto al viejo autoritarismo que goza de gran popularidad, de ahí su éxito en la destrucción de las instituciones; es construir, ya se hizo, un edificio distinto que concentra todo el poder en el ejecutivo sin contrapesos. Autoritarismo constitucionalizado en nombre de la majestad del pueblo. La democracia es gobierno de la mayoría y derechos de las minorías. Es voluntad popular y contrapesos que la constriñen. Lo saben pero lo ignoran, hay que cuidar la chuleta. El abanico es grande, perversas ambiciones, codicia de poder, interés de conservar estatus y privilegios etc.

Cómo silenciar la voz de nuestra consciencia ante el salvajismo de un poder avasallante que devora como un Leviatán. Los derechos humanos y las libertades individuales puestos al arbitrio de ese omnímodo poder. Presenciamos un día sí y otro también, espectáculos circenses y trágicos por sus implicaciones y consecuencias para las futuras generaciones. Legisladores rehenes de sus fobias, esclavos de sus obsesiones conspiran en contra de la república y la arquitectura institucional construida durante décadas. ¡Qué manera de legislar! diría su correligionario Porfirio Muñoz Ledo.

“Aquí vive el presidente y el que manda vive enfrente”. Se habla de una presidencia bicéfala, o peor aún, quien manda y legisla no está en Palacio Nacional. Vivimos en ese terreno pantanoso donde el que debió irse no se fue y la renovada presidencia no acaba de nacer. Y muchos esperanzados se preguntan, ¿hasta cuándo Claudia? Hay que darle tiempo dicen algunos. En política lo bueno solo es bueno a su tiempo. Es cierto que puede hacer lo que hace y seguirlo haciendo por convicción, a costa de su propia imagen, pues viene del ala más dura y radical de la izquierda militante, el CEU. Ella no resiste, sabe de su fragilidad, con frialdad permite humillaciones, le heredaron gran parte del gabinete y un Congreso mayoritario. La espada de Damocles pende sobre su cabeza, pero si verdaderamente y en su momento quiere asumir a plenitud la altísima investidura a la luz de la experiencia histórica –con excepción del Maximato- debe, a mi juicio, enfrentar cinco tensiones: su relación con el expresidente, su relación con Morena (los duros y los moderados), la relación con el ejército, la compleja relación con los EU y China, la relación con la delincuencia organizada y su relación con los mercados internacionales, esos sí, auténticos contrapesos factuales. Una de las tres calificadoras de riesgo más importantes del mundo y referente obligado de los inversionistas, Moody´s, recién cambió a negativa la perspectiva de calificación de la nota soberana de México “ante el debilitamiento del marco institucional y de la formulación de políticas que pueden socavar los resultados fiscales y económicos”. “Así mismo, la reforma constitucional de México podría debilitar los controles y equilibrios del sistema judicial con un posible impacto negativo en la fortaleza económica y fiscal del país”. Sin olvidar que, de acuerdo a la prestigiosa World Justice Project, una organización independiente confiable que publica informes anuales sobre el Estado de derecho y corrupción, México ocupa en Estado de derecho el lugar número 116 de 142 países y en corrupción el 136. Para variar se minimiza la nueva calificación de Moody´s, se responde con maromas y evasivas, “es que aún no conocen el Paquete Económico (se entregó al H. Congreso de la Unión el 15 de noviembre), que contiene los Criterios Generales de Política Económica,    la    Iniciativa    de    ley    de Ingresos, el Proyecto de Presupuesto de Egresos y la Ley Federal de Derechos del Contribuyente. Y lo dicho, habrá medidas tributarias basadas en la simplificación administrativa y la digitalización, sin necesidad de crear nuevos impuestos ni aumentar la carga tributaria. Así se quiere reducir el déficit presupuestal a 3.2%. ¿A costa de qué?

Confío en que la autocontención de Claudia, profesional de sobrada preparación y alto calado intelectual la hará rectificar en su debido momento. Me alienta su visión global, saber de su asistencia al Grupo de los Veinte (G20). Organizaciones y voces muy acreditadas en el mundo ven con preocupación lo que hoy ocurre en el país, y Trump, el factor Trump que cada día atenaza más y más; en su pragmatismo no hay que subestimarlo, es su último periodo y la integración de su gabinete no deja lugar a dudas.

Saber gobernar es saber rectificar, la obcecación es contraria a la sabiduría. Decía Karl Popper, un optimista de la naturaleza humana, que aun los gobernantes más sanguinarios y perversos siempre buscan al final del día el bienestar del pueblo, lo que ellos consideran pueblo, aun cuando estas buenas intenciones se estrellen con filosofías utópicas o metodológicamente equivocadas. En una ocasión le preguntaron al Presidente Miguel de la Madrid cuál era el límite del omnímodo poder presidencial en México: la realidad. El gran estadista español Felipe González, quien llegó arropado de gran legitimidad y del ala más radical del PSOE, supo sabiamente rectificar, modernizó a España en catorce años y la integró plenamente al concierto europeo. Dejó atrás dogmas y liturgias. Me hizo recordar que los partidos políticos se aproximan a sus locuras cuando son oposición y a sus realidades cuando son gobierno.

P. D. Dejo un dato para la reflexión. A la toma de protesta de Salinas asistieron 105 Jefes de Estado y de Gobierno, con Peña Nieto 95, con López Obrador 50 y con Claudia 16.

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