Roberto Chanona
Hace años durante un viaje a la ciudad de Siracusa, Sicilia, caminábamos en la noche por una avenida cuando vimos acercarse lentamente un mortual; pero grande fue mi sorpresa, cuando atrás de la carroza venían dos personas cargando un Somé y después, todos los dolientes. No daba crédito, ver aquella ENRAMADA parecidísima a las que había visto en las fiestas populares de Tuxtla y en otros pueblos de Chiapas. Traían una rama cubierta con hojas verdes y de la cual colgaban panes y frutas. Entonces, me preguntaba, cómo era posible que, en un lugar tan lejano de mi tierra, pudieran tener la misma costumbre.
Pasaron veinte años y hace poco releyendo a Robert Graves, La Diosa Blanca, encontré algo que trajo a mi memoria aquella noche en esa lejana isla:
“Todas parecen haber tomado su nombre de la gran diosa Cottito o Cotis, a la que se adoraba orgiásticamente en Tracia, Corinto, y Sicilia. Sus orgías nocturnas, las Cotitias, se celebraban según Estrabón, casi de la misma manera que las de Deméter, la diosa de la cebada de la Grecia primitiva… En Sicilia una de las características de las Cotitias consistía en llevar ramas de las que colgaban frutos y tortas de cebada”.
Y entonces me cayó el veinte, no había alucinado esa noche. Se trata de una ofrenda muy antigua de fertilidad: son los frutos de la madre tierra que se ofrendan en una rama. Y digo esto, porque encontré en el libro Los Zoques de Tuxtla, que se coloca un travesaño de hojas (principalmente de zapote) y flores de temporada de la que cuelgan los siguientes elementos: dos figuras masculinas y dos femeninas de pan, dos roscas de pan, dos tortas (pan de yema de huevo), dos piñas y pañuelos o servilletas bordadas (opcionales).
Las figuras femeninas y masculinas precisamente simbolizan la unión de los sexos. Por lo tanto, el origen del Somé tiene una relación con ritos de fertilidad. Además, si tomamos en cuenta lo que nos dice Robert Graves acerca de la Grecia primitiva, la relación es directa con Diosa Madre Tierra. Y no vayamos lejos, en Chiapa de Corzo nos dice Bernal Díaz del Castillo que durante la conquista los guerreros chiapacorseños venían comandados por una diosa, el texto dice así:
“Y entonces traían en medio de sus escuadrones una india algo vieja y muy gorda, y según decían, aquella india la tenían por su diosa y adivina, y les había dicho que así como ella llegase donde estábamos peleando, que luego habíamos de ser vencidos, y traía en un brasero unos sahumerios y unos ídolos de piedra, y venía pintada todo el cuerpo y pegado algodones a las pinturas, y sin miedo alguno se metió entre los indios nuestros amigos, que venían hechos un cuerpo con sus capitanes, y luego fue despedazada la maldita diosa”.
Es lamentable que el cronista no haya dicho el color con el que venía pintada, puesto que sabemos que en los ritos las sacerdotisas se pintaban de blanco el rostro para imitar el disco de la luna. Así que no dudo que ella trajera el rostro pintado de blanco, porque actualmente en las ceremonias de Corpus Christi de Suchiapa, algunos participantes se pintan el rostro de blanco con harina de maíz.
Por su parte Carlos Navarrete en su artículo La Religión de los Chiapanecas nos dice: Otra fuente complementaria del siglo XVI es el informe del obispo de Chiapa, fray Pedro de Feria (1899), sobre idolatrías de los indios después de treinta años de cristianismo.
En 1584 se denunció que en Suchiapa había una cofradía de 12 indios que se intitulaban los 12 apostoles, y que estos salían de noche, y andaban de cerro en cerro, y de cueva en cueva, y hacían sus juntas, y consultas, donde debaxo, y so color de religión cristiana, y que traian consigo mugeres, a la una llamaban Santa Maria, y á la otra Magdalena con las cuales usaban muchas torpedades, hacen ciertas ceremonias diciendo que con ellas se trocaban, y hacian otros, y otras, y se espiritualizaban, y se convertían en Dioses, y las mujeres en Diosas, y que ellas como Diosas habían de llevar y enviar los temporales, y dar muchas riquezas á quienes quisiesen y que tenían otras muchas supersticiones, y vanidades que parece frizar con la secta de los iluminados.
Es claro en este texto el comienzo del sincretismo de la cultura de los chiapa y soques, con la cristiana. Pero sabemos que todas las culturas del mundo tienen en su origen una relación con la Diosa Madre y toman nombres diferentes en cada país o región. Por lo tanto, había ceremonias para la lluvia, la siembra, la fertilidad, la cosecha, la vida y la muerte, entre muchas más.
Me gustaría comentar en este primer acercamiento a la ofrenda del Somé (sincretismo de tres culturas), que no encontré algún estudio que nos hablara acerca del origen de esta costumbre. Más bien, encontré descripción de los ritos en relación con la ofrenda: la “metida” del Somé, los padrinos y el uso relacionado con la fiesta de algún Santo Patrón.
Lo que nos queda claro, es que el Somé pertenece a las épocas matriarcales, anterior a los zoques, porque son los frutos de madre tierra que se ofrendan en una rama. Y es muy triste ver que actualmente, por ignorancia tanto de los sacerdotes como de los fieles, se vaya distorsionando esta tradición tan antigua para un beneficio económico. Digo esto, porque he visto Somés llenos de artículos de plástico. No me aparto que se le hagan regalos de toda índole al santo; pero debemos de mantener el Somé en su forma original para que todo el mundo pueda apreciar esta ofrenda de épocas matriarcales aún viva en Chiapas.
Para terminar, me gustaría remarcar la importancia que hoy en día podamos ver reminiscencias tan antiguas en nuestras calles, y que es necesario empezar a ver a nuestra tierra como una fuente maravillosa de costumbres y ritos, para revalorar nuestra cultura y sentirnos orgullos de ser Chiapanecos.
Foto: Thiare García