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Miremos hacia adelante: Perita Cernas / Al Sur

Miremos hacia adelante: Perita Cernas / Al Sur
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Guillermo Ochoa-Montalvo

Querida Ana Karen, Durante el certamen de la Chiapanequidad, Esperanza Cernas obtuvo un premio en la categoría de Ensayo. Tiempo antes, presentó su libro Memorias de una Típica Mujer Mexicana en un relato intimista donde la verdad duele y los demonios se exorcizan. Su semblante sereno contrasta con su espíritu inquieto como escritora, intelectual, abogada y fiscalista.  Desde esa combinación entre el arte y la ciencia, la abordo con la curiosidad de profundizar en la autora y su obra.  

—Perita, descríbeme la época estás viviendo a tus 32 años.

— Imagino que soy una poderosa águila, que estoy transformándome. Atravieso la etapa en la que debo arrancarme el pico, las plumas y las garras, <sin anestesia>, así como la vida inicia, se desarrolla y culmina sin anestésicos, también los cambios.

—¿Cambios?, —no imagino qué cambios pueda tener una profesionista y escritora, pero me aventuro a despejar la duda.

— Vivo mi etapa de cambio, cada día leo, aunque menos sobre Derecho, no porque no quiera, es una carrera que estudié con amor, pero, he preferido enfocarme en prepararme más y exigirme mucho, para pulirme como Escritora, como divulgadora de la cultura y las artes. Los suspiros son cada vez más cortos, cuando sé que estoy dejando volar aquellos sueños de mis veintes, mis aspiraciones de jovencita deben de quedar en el camino, no es sencillo para una mujer de treinta y dos, cambiar el plumaje aún con todas las vicisitudes que implica un nuevo y maravilloso sueño.

— ¿Sientes miedo ante ello?

— No tengo miedo; no me asusta. Al contrario, me ilusiona ver el resultado, espero en poco tiempo ver la manifestación de mi coraje, y mi capacidad para afrontar lo que sea, incluyendo mis propias críticas.

Pienso en su respuesta. En qué clase de mexicana típica se considera, y se lo pregunto. 

—Ya no me considero típica, lo era cuando representaba la típica estudiante brillante, porque lo fui; la típica abogada, la típica mujer que trabaja y tiene calculados sus días, la típica mujer con una típica historia que probablemente sea olvidada. En el momento en que decidí no ser parte del común denominador, en ese momento sentí que ese título ya no era para mí. No es que sea muy especial, cualquiera puede dejar ese título en un baúl viejo, pero me atreví y pocos lo hacen.

—Explícame eso.

—En específico, las mujeres necesitan trabajar su interior para dejar de lado lo típico; la típica chica que sólo sabe de farándula, maquillaje y moda, la típica mujer que solo sueña con lo que le dará seguridad, ya sea un empleo, una pareja, dinero, la típica profesionista brillante, pero que es otra de las típicas que hay, porque abundan las mujeres típicas que son admirables, fuertes, pero, necesitamos más, porque cada una puede dar más, sólo es cuestión de quererlo, añorarlo. Eso ocurrió conmigo. Añoré hacer y ser lo que represento para mí y por ello, las personas me leen y me escuchan, porque comencé conmigo.

—¿Cómo la compararías tu vida con la de tus padres y abuelos?, 

Pera frunce el ceño, mientras piensa la respuesta.

—¡Uff, qué pregunta!, Sí, le di vueltas para poder tener una respuesta. Cualquiera que pueda leer mi libro; leer la última parte de este, prácticamente sabe que ha sido difícil para mí, esa palabra “familia” que constituye la base de la “sociedad”. Para mí representa un embrollo, un lío medieval que no he logrado conciliar, ni dentro ni fuera. Ahora, mis padres han sido un pilar para mí, sin embargo, mi vida y la suya son polos opuestos, de igual manera con mis abuelos. Lo único que podría comparar serían aquellos detalles que me obsequiaron genéticamente, como rasgos físicos, de carácter y personalidad. Hay mucho de mi familia materna y paterna en mi sangre y me siento orgullosa de que sea así. El dolor no me vuelve obtusa o engreída con mi familia, al contrario, agradezco ser yo gracias a ellos.

—¿Cuál es el futuro de una mexicana típica?, le pregunto porque el libro está lleno de confesiones fuertes; revelaciones valientes donde ella revisa ese sistema de ideas heredado para iniciar su propio proceso desaprender y reaprender; eso lo intuyo en la última frase del libro: “… la vida nos muestra que la mayor riqueza es el ver nuestra existencia tal y como es; sin adornos y sin anestesia”. Pera me responde con la convicción de quién tiene clara idea de lo que piensa.

—Me confunden las actitudes que veo en muchas mujeres, no quiero ahondar porque podría malinterpretarse, empero puedo afirmar que tanto mujeres como hombres mexicanos, necesitan más cultura, más lectura, hay demasiada banalidad en las mentes de los mexicanos, para el colmo somos el país de América que menos lee. El conocimiento es poder, si no leen ¿cómo piensan obtenerlo? La educación resuelve mucho, es la base de prácticamente cualquier necesidad humana. La mujer necesita armarse, no únicamente de valor, también armar su mente, llenarla de herramientas para ser verdaderamente poderosa, porque mientras sea apática ante la literatura, la filosofía y las artes o indiferente ante los miles de necesidades sociales, seguiremos vislumbrando típicas mujeres mexicanas y eso es triste.

—Algo que siempre me ha inquietado es cómo los jóvenes vislumbran su futuro; una pregunta que pocas veces nos hacemos. 

Ella me responde con la misma seguridad con la cual leyó y comentó fragmentos de su obra.

— Vislumbro mi futuro escribiendo, hablándole a las personas, acercándome cada vez más a sus mentes y sus almas, entregando mi vida al arte y a la ciencia; mi mente. Aprendiendo, estudiando y leyendo. No es muy claro, porque sí algo he aprendido es que nada es perenne, todo puede cambiar. Sea lo que venga, sé que estaré bien.

—¿Cómo te ves en veinte años?

—Quiero abrir una cafetería. Allí atenderé a todos, la imagino acogedora, allí leeré por las tardes en voz alta. Me imagino también impartiendo talleres, escribiendo, disertando mis cuentos, presentando mis novelas. También me veo casada, sin hijos porque he decidido no tenerlos, cuidando a mis mascotas ya que adoro a los animales.

Esperanza Cernas es una voz intimista, reveladora; con la honestidad de quién escribe desde su propio Espíritu; letras valientes desnudando esa alma que muchos cubrimos en apariencias. Un libro que al iniciarlo engancha y no puede soltarse hasta el final. En ella, descubro la pasión por la literatura y sostengo que el Arte es una cuestión de amor. 

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