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La patria es una mujer

La patria es una mujer
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Manuel Ruiseñor Liévano

El patriarcado; es decir, la supremacía del hombre sobre la mujer en los órdenes de la vida cultural, económica, política y social, tiene una data y un memorial de agravios que se remontan 25 siglos atrás. Es un sistema de organización aún vigente, caracterizado por la limitación histórica de oportunidades para las mujeres y por la violencia ejercida en contra de ellas, desde las más violentas hasta las más sutiles formas de represión, castigo, abandono y exclusión.

Tuvieron que arribar la Ilustración y las revoluciones burguesas en el orbe Occidental, para que diera inicio un proceso camino a la igualdad entre hombres y mujeres. No obstante, la Edad Media y la Colonia, habían dejado ya su marca cruel como yugo secular sobre la mujer.

Tales referencias de orden universal, nos sirven para subrayar la trascendencia de un hecho fundamental acaecido en este lado del mundo, en América del Norte y particularmente en los Estados Unidos Mexicanos con más de 200 años de vida independiente. Después de 65 presidentes de la república, Claudia Sheinbaum Pardo es la primera presidenta de México. Un hecho sin precedentes, en un país en el que, a diario, debe consignarse cual paradoja, son asesinadas 10 mujeres y 6 más desaparecen.

A partir del histórico día 1 de octubre de este año de 2024, se abre una oportunidad inmejorable para que la presidenta Sheinbaum Pardo, puede retomar la estafeta y poner en lo más alto de sus afanes, la defensa de los derechos de la mujer; el respaldo a su lucha por proteger su integridad y por seguir abriendo espacios para una convivencia en condiciones de igualdad, dignidad, justicia. Todo ello, a favor de las mexicanas y sus familias, las cuales millonariamente en votos la hicieron la primer Jefa del Poder Ejecutivo Federal y comandanta suprema de las Fuerzas Armadas de la Nación.

Se los debe a ellas, que al igual que la señora presidenta de México, son hijas, madres, abuelas; profesionales, amas de casa, trabajadoras domésticas, obreras, artistas e intelectuales, científicas, lideresas sociales, políticas; estudiantes, jornaleras y, especialmente, bastión en el hoy y el mañana de millones de hogares indígenas, rurales y urbanos. Nos lo debe a todos, mujeres, hombres y comunidad LGTB+.

Ese es uno de los mandatos del poder que ayer le fue entregado a una mujer forjada en el crisol de la lucha política y social desde sus tiempos de estudiante, así como tenaz y disciplinada defensora de un proyecto de justica y transformación social que, hoy y bajo su mandato, camina a la consolidación de un cambio de régimen en México.

Son alentadoras y, más que eso, generadoras de esperanza y certeza, las primeras palabras de Claudia Sheinbaum Pardo en su discurso de toma de protesta como presidenta de México: “Llegan nuestros más grandes sueños y anhelos, el pueblo de México, hombres y mujeres empoderados. La transformación les devolvió la libertad y la felicidad. Nunca nadie más se las podrá arrebatar”.

Y más aún la siguiente declaración: “Soy madre, abuela, científica y mujer de fe y a partir de hoy por voluntad del pueblo de México la Presidenta Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos”.

“Gobernaré para todos y para todas y tengan la certeza de que pondré mi conocimiento, mi fuerza, mi historia y mi vida misma al servicio del pueblo y de la patria. Tengo la certeza de que consolidaremos juntas y juntos un México cada día más próspero, libre, democrático, soberano y justo. No les voy a defraudar, los convoco a seguir haciendo historia (…) es tiempo de mujeres, hoy inicia la segunda etapa de la Cuarta Transformación”, remató la presidenta Sheinbaum.

A lo cual agregaría una frase, la cual debe entenderse como un reconocimiento que habla de una visión diferente de asumir los retos: “No llego sola, llegamos todas (…) ” por primera vez en más de 200 años llegamos las mujeres a conducir los destinos de nuestra hermosa nación”, habría sentenciado.

Es generalmente aceptado, aunque Hay excepciones, que todo cambio produce esperanza, a pesar de la pluralidad y divergencia ideológica que impera en México es factor de polarización. No obstante, ayer y a juzgar por las diversas expresiones de las mujeres de la oposición política al régimen, existe un clima de optimismo en que con la gestión de la presidenta Sheinbaum vengan mejores tiempos para las mexicanas; además de que con una conducción diferente se pueda abonar a la reconciliación nacional.

Por el relieve que tiene la lucha histórica de las corrientes progresistas a favor de la democracia en México, vale la pena referir que la nueva mandataria del país recibió de la mano de Ifigenia Martínez, figura icónica de la izquierda mexicana, la banda presidencial ante la presencia del presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador.

Ya por la tarde y en un Zócalo capitalino abarrotado de cientos de miles de personas, la presidenta Sheinbaum participó en la ceremonia indígena de entrega del bastón de mando junto con un grupo de mujeres indígenas procedentes de cinco diferentes regiones del país. Ante representantes de 70 pueblos indígenas y afromexicanos, recibió el tradicional bastón de mando, con lo cual se sellaron los actos de su ungimiento como primera presidenta en la historia del México bicentenario.

Una ceremonia importante en el nuevo ritual político de los gobiernos presidenciales de la Cuarta Transformación, toda vez que la presidenta fue investida como representante máxima de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas, acorde con la visión, saberes y tradiciones de estas comunidades. Así, los ancestros, abuelas y abuelos, mediante su conocimiento y experiencia podrán conducir e iluminar a la presidenta de México, “para que su proyecto de trabajo pueda llevarlo a cabo con la fuerza del universo”.

Ayer y tras 2 siglos de existencia del Estado mexicano, finalmente una mujer fue investida como Presidenta de México, con la encomienda constitucional y tradicional de dirigir al país. Recibió el mandato popular para iniciar una nueva era en el ciclo de la Cuarta Transformación.

Ayer, también quedó claro que todas y todos los mexicanos, niñas, niños y jóvenes, mujeres, indígenas y afromexicanos, personas con discapacidad, adultos mayores y comunidad LGTB+, esperamos un lugar justo y digno en la construcción del bienestar, haciendo cada cual nuestra parte de manera segura, entusiasta y armónica. Y para ello tenemos que abrir la conciencia y dar el corazón. Jam Ach Ulel.

A partir de ayer primero de octubre del año 2024, la Patria finalmente se convirtió en una mujer, con todas las de la ley y con la enorme posibilidad de hacer historia.

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