Sr. López
¿No es verdad, víctimas del hablador/ que ya con Palacio sin el rey de la grilla/ más clara la luna brilla/ y se respira mejor? (qué pena con José Zorrilla).
Es probable que para cuando esté usted leyendo esta Feria, el martes 1 de octubre, haya terminado en la sede del Congreso el acto oficial de protesta del cargo de presidenta de la república de Claudia Sheinbaum Pardo.
El numerito sexenal debió iniciarse en San Lázaro a las 9 de la mañana con un legislador de cada partidocon permiso de hablar 10 minutos, para “fijarposiciones” (lo que sea que eso signifique en el Kamasutra político mexicano); ya fijadas “posiciones” y leído el Bando Solemne (como si no supieran todos a qué fueron), más o menos a las once horas, debió ser y segurito fue, la ceremonia en que se impuso la banda presidencial a doña Sheinbaum que asíprotestó el cargo (protestar es “promesa solemne de un alto dignatario al tomar posesión de su cargo”, dice el diccionario), esto en presencia del nuevo innombrable, el que transformó a México (que sí lo transformó, nos lo dejó muy cambiado, desfigurado), que para alegría de algunos de nosotros del peladaje, no debe decir ni pío en la ceremonia, ¿cómo se verá callado?
Ya con la banda al pecho, doña Sheinbaum debió pronunciar un discurso (“mensaje a la nación”, le dicen). Para terminar, se debió cantar el himno nacional y ya, cada quien a sus cosas.
Sobre el discurso de la nueva Presidenta, habrá análisis de la comentocracia, desmenuzando frase por frase, dilucidando mensajes, intuyendo por dónde va a ir la cosa. Es perder el tiempo. Todos los discursos de toma de posesión son una colección de frases hechas y de circunstancia. No significan nada. Ya los hechos hablarán.
Ya Presidenta con todas las de la ley, doña Sheinbaum irá directo a Palacio Nacional a tomar juramento a su gabinete (lo de “su”, es un decir, la mitad o más, se los puso el señor que habla), foto con ellos y también foto con los representantes de gobiernos extranjeros que vinieron a su fiesta, a los que invitará a cenar (ella dijoque a comer en entrevista banquetera, da lo mismo), pero ojalá no sirvan antojitos mexicanos, las diarreas no hacen buenas amistades.
Más tardecito, por ahí de las cuatro de la tarde, doña Sheinbaum en apego a las costumbres consignadas en el ‘Manual del Buen Priista’ (reescrito por Luis Echeverría, corregido y aumentado por el enhorabuena ya ausente), tiene programado celebrar su primer gran mitin en el Zócalo de la capital del país, “para celebrar con el pueblo”, dijo ella (también es un decir lo de “pueblo”, está reservado el derecho de admisión, no cualquiera va a poder estar ahí so riesgo de gritos destemplados que aguaran la fiesta).
No comentará nada este junta palabras sobre la morralla que acudió de otros países al cambio de Ejecutivo, solo que de los países de Europa, ninguno; y de nuestros dos principales socios comerciales, de Canadá no vino su Primer Ministro, el tal Trudeau(mandó a su Viceprimera Ministra), y de los EEUU en lugar de mandar a su vicepresidenta, Kamala Harris (como es la costumbre de ese país, porque su Presidente nunca asiste a estas cosas), mandaron a la esposa del presidente Biden acompañada de un selecto grupo de medianías: el Secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos; la Administradora de Pequeñas Empresas de los EEUU; un Senador (el de Connecticut); y una diputada que allá le llaman Representante (la del Distrito 44 de California, presidenta del grupo de legisladores “hispanos” del Congreso de ellos)… o sea, por no dejar. ¡Ah!, también estuvo el embajador Ken Salazar que igual vive acá. Ojalá doña Sheinbaum le dé una pensadita al desaire internacional. Ojalá.
Después, el miércoles, la flamante Presidenta anunció que va a Acapulco, a hacer un acto de presencia del todo innecesario, aunque se agradezca, porque Acapulco y otros municipios de Guerrero, lo que necesitan son carretadas de dinero para paliar que no resolver, la tragedia por la que atraviesan.
Ahora que si doña Sheinbaum va a Acapulco por la situación de crisis en que están, visitando otros que están igual y hasta peor, controlados por el crimen organizado, que son el 60% del país, por ahí de 1,400(dato viejito de la ONU), se le iría más de la mitad de su sexenio que son 2,190 días.
Pero como sea, está bien que vaya a Acapulco, a condición que camine, se moje los pies, dicte órdenes y se note que ya se dejó de lado la política del ninguneo y el desprecio a todo y todos, del que por no acatarrarse no recorrió los lugares de las tragedias y se aisló de la gente, militares mediante. Quiera el Buen Dios.
Pasada la vorágine de este día y el miércoles, supone uno que la presidenta Sheinbaum se sentará en el escritorio presidencial a hacerse de nuevas, a saber, empezar a saber, qué le entregó su admirado y muy querido antecesor. ¡Pobre mujer!
No existe ni la más remota posibilidad de que el señor que siempre no se fue a su finca en Palenque, le haya informado de la verdad desnuda, descarnada, no tanto por su sabida mitomanía sino porque él mismo no la sabe dados los informes de sus subordinados diciéndole lo que quería oír. La nueva Presidenta de México antes que todo, se informará porque es inteligente y su disciplina es científica y las ciencias trabajan con datos duros. Más nos vale porque si no, se va a echar sus seis años dando palos de ciego, creyendo que gobierna el Edén, estando en el infierno.
Y lo de ¡pobre mujer!, no es desprecio sobre su capacidad, no, es porque de veras le toca reconstruir un país, restablecer la confianza ciudadana, rehacer la concordia nacional, conciliar con opositores que pueden aportar, y empeñarse desde el primer día en de veras, contener la delincuencia y en lo posible replegarla. Nada fácil. Pero si actúa y lo hace de buena fe, que cuente con todos, sí, es por México.
Y otro versito de salida con más pena con don Zorrilla: Que el populista, en su misión/ sobre la tierra que habita/ es una planta maldita/ con frutos de perdición.