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Negritud en Chiapas / Al Sur

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Guillermo Ochoa-Montalvo

Querida Ana Karen, En Chiapas casi todos conocemos a un afrodescendiente entre los más de 56 mil que reporta el INEGI, sin embargo, la Constitución Política de Chiapas no los reconoce como lo propuso la Diputada Floralma Gómez Santiz en noviembre del 2022 en cuyo proyecto de Decreto proponía reformar y adicionar diversas disposiciones en materia de reconocimiento de los pueblos y comunidades afroamericanas.

En su exposición de motivos, la diputada Gómez Santiz señalaba: “Si bien es cierto en México, la población afroamericana representa el 1.6% de la población nacional total. Es por ello que como minoría y grupo vulnerable que es atravesada por cuestiones de raza y color de piel, los cuales son base del racismo, afrontan la dificultad de ejercer plenamente sus derechos, así como la falta de inclusión en la toma de decisiones en el país.” “…se estima que una de cada seis personas afrodescendientes (15.7%) es analfabeta. Casi el triple de la tasa nacional”. La intención era darles visibilidad y consignar los mismo derechos humanos y políticos que gozan los grupos étnicos reconocidos en Chiapas.

BREVE HISTORIA. Como sea, debemos reconocer que desde su llegada a México como esclavos durante la Conquista, conforman parte del mestizaje emprendido desde hace más de cinco Siglos. El primer negro llega en 1524. Con el apoyo de Fray Bartolomé de las Casas se autoriza la importación de negros, provenientes principalmente de África ocupándolos principalmente en  la milicia y los cultivos del azúcar, cacao, añil y la ganadería. Al llegar se les clasificaba en “ladinos” o “bozales”. Los primeros hablaban español y estaban evangelizados.

Es importante señalar que las ordenanzas de la Corona prohibían que los esclavos africanos residieran en las Repúblicas de Indias. Tal es el caso de la emitida el 2 de mayo de 1563 por Felipe II, quien dictaba que en los pueblos de indios no podían vivir ni españoles ni negros ni mestizos ni mulatos, aunque no fue del todo posible separar al indígena del africano.

Para 1611, Chiapas contaba con 224 negros y 1,330 afrodescendientes asentados principalmente en Ciudad Real, Chiapa de los Indios, Comitán, Copanaguastla, Cintalapa y en la gobernación del Soconusco, principalmente en lo que hoy es Tonalá, Pijijiapan y Mapastepec, donde se asentó la mayoría de la población negra. La mayor parte de los esclavos negros pertenecían al clero, la milicia y a familias aristócratas. En el servicio doméstico, las mujeres eran cocineras, nodrizas y amas de llaves. Los varones fungían comosirvientes y mayordomos. En las haciendas y zonas ganaderas del Soconusco, los negros y mulatos se desempeñaban como arrieros, capataces, caporales y vaqueros. En esta zona, el grueso de los trabajadores estaba conformado por mulatos libres.

Para el año 1778 se duplicó la población, llegando a 3,341 negros y mulatos y veinte años después había 6, 318 afrodescendientes. La mayoría libres.

MESTIZAJE. Las relaciones interétnicas durante el Virreinato se acentúan con los matrimonios de los negros y mulatos sobre todo con indígenas. La historia consigna varios casos.  Otro proceso similar se generó en la región de lo que hoy es la selva lacandona, siendo uno de los refugios por excelencia de los indios que se resistían a la colonización española. Es muy probable que los esclavos africanos también optaran por refugiarse en esta zona, dando por resultado un intercambio cultural.

Gudrun Lenkersdorf (2004) comenta que “desde un principio de la conquista de Chiapa, los indígenas mostraron fuerte resistencia al orden colonial, incluso se abstuvieron de dar tributo a los recién llegados. Muchos se fueron de sus pueblos y se refugiaron en la selva, ya que condiciones geográficas lo permitían. La región de la selva lacandona no fue conquistada, sino hasta el término del periodo colonial; así podían vivir lejos del yugo”.

En la obra editada por Mario HumbertoRuiz, “Aproximaciones antropológicas al grupo tojolabal“, se habla de “Los grupos sanguíneos (sistema ABO) y el mestizaje en los tojolabales de Chiapas”, “…es muy probable que esta influencia se halla generado por el mestizaje entre los tojolabales”, “por el tipo B de sangre de los tojolabales, muy común en los africanos”., menciona el autor.

Por otro lado, Julieta Aréchiga en su artículo, “Dermatoglifos dígito-palmares en un grupo maya tojolabal explica que en los dermatoglifos de las palmas es donde se presentan mayores divergencias entre los distintos grupos raciales, y que la evaluación de una posible mezcla de los tojolabales con grupos blancos y negros se debe a que éstos estuvieron en constante contacto.

APORTACIONES CULTURALES. Actualmente en la región tojolabal, del municipio de las Margaritas, Chiapas, cuentan historias sobre el “sombrerón“, quien “espanta” a las personas que van a cazar al interior de la selva. Según los relatos, este personaje es un hombre de color negro con un sombrero grande de piel. Aún quedan vestigios de la memoria colectiva, que se transmite de generación en generación y se extiende a otros lugares

Las aportaciones culturales de los negros, mulatos y afrodescendientes son diversas: se les puede ver en carnavales representando a “los diablos”. A la gastronomía aportan el mondongo y los plátanos macho mezclados con arroz, frijoles y cerdo. Resaltan los sones a través de la marimba, instrumento musical representativo de Chiapas. La taberna, bebida que se consume en la Frailesca y el Valle de Jiquipilas; la repostería a partir del coco, que se hace particularmente en San Cristóbal de las Casas. También aparecen en leyendas populares como el sombrerón “un negro que espanta en los caminos, cubierto de un sombrero de vara y media de diámetro”,18 y en rituales indígenas como los carnavales de Chenalhó, Chamula y Zinacantán, donde el negro es la representación del mal, encarna al soldado español, al turco, al moro, al judío y al Demonio. En la arquitectura, la Iglesia de San Nicolás en el centro de San Cristóbal de Las Casas fue construida para una cofradía de negros y mulatos. En esta se veneraba la imagen de Nuestra Señora de la Encarnación.

Los grupos afrodescendientes merecen el reconocimiento pleno, jurídico, político y de apoyo a grupos vulnerables para fortalecer su identidad y cultura como una cuestión de amor.

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