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Los hombres hablamos de Rosario Castellanos / Al Sur

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Guillermo Ochoa-Montalvo

Querida Ana Karen, En días pasados el Circulo de Lectura Chiapas nos invitó a Oscar García, a Francisco Vila y a mí para hablar de Rosario Castellanos desde la perspectiva masculina. Quise abordar la charla desde la labor periodística de Rosario Castellanos, la disección de sus cartas escritas a Ricardo Guerra y mi propia experiencia al verla en la sala de redacción de excélsior, en la UNAM y mi cercanía con Juan Pablo, hijo de Lila y Ricardo Guerra antes de casarse con Rosario Castellanos en 1958 con quien tuvo tres hijos pero los dos primeros murieron; Lívida luz (1960) guarda registro de uno de estos eventos en la dedicatoria: “A la memoria de mi hija”. El tercero fue Gabriel, a quien dedica el último artículo publicado en Excélsior titulado “Recado a Gabriel”.

Rosario comenzó a publicar a los 18 años en la Revista Antológica América, que dirigían Marco Antonio Millán y Efrén Hernández. Y desde entonces publica innumerables artículos que revelan su esencia de mujer de carne y hueso. De los 517 publicados en excélsior, Andrea Reyes publica 399 de esos artículos en tres tomos bajo el título Mujer de palabras. [Mujer de Palabras. 2004, 2006 y 2007] y gracias a ella, conocemos otra faceta de nuestra célebre autora. El título “Mujer de palabras” hace alusión al poema “Pasaporte” de Rosario Castellanos:

¿Mujer de ideas? No, nunca he tenido una. | Jamás repetí otras (por pudor o por fallas nemotécnicas) | ¿Mujer de acción? Tampoco | Basta mirar la talla de mis pies y mis manos. | ¿Mujer, pues, de palabra?, No, de palabra no, | Pero sí de palabras, | muchas, contradictorias, ¡ay!, insignificantes, | sonido puro, vacuo, cernido de arabescos, | juego de salón, chisme, espuma, olvido. | Pero si es necesaria una definición | para el papel de identidad, apunte | que soy mujer de buenas intenciones | y que he pavimentado 

un camino directo y fácil al infierno

…”Un camino directo y fácil al infierno” escribió Rosario; porque ni los dioses del Olimpo fueron inmaculados, ella lo sabe. El mito cuando envuelve al artista deja detrás la verdad de su vida y ese vacío se llena con especulaciones y rumores como las que rodearon su muerte. Lo que distingue la escritura de Rosario Castellanos es que integra una intelectualidad femenina con una textualidad femenina, así lo comenta Zamudio y Tapia. (2006), porque Rosario Castellanos, antes de ser una escultura mítica de bronce o una nomenclatura de museos y calles, fue una mujer como cualquier persona; su genial obra, la coloca como la mejor escritora Universal de Comitán; pero eso, no le resta su esencia de mujer, con una vida cotidiana que sabe tomar café, charlar con indigenas, alternar con famosos escritores;  periodistas, antropólogos destacados, poetas y con sus amigas feministas.

En palabras de Andrea Reyes, “Rosario mezcla su preocupación por la marginación de las mujeres; por su sumisión a conductas auto devaluatorias; por la enajenación de una maternidad mistificada y chantajista, y por las consecuencias negativas de la abnegación, con escenas de su propia vida cotidiana, en relatos divertidos donde se burla de sí misma.

Con su proverbial ironía, Rosario Castellanos plantea que el amor al hijo, permite a quien lo siente: “Ascender, entre nubes de incienso, hasta las más altas cumbres de la abnegación” (2006: 666). Abnegación es una palabra que viene del latín, ab negare, y que significa negarse a sí misma… “La abnegación es la más celebrada de las virtudes de la mujer mexicana. 

Y Rosario nos dice: […] yo voy a cometer la impertinencia de expresar algo peor que una pregunta, una duda: la abnegación ¿es verdaderamente una virtud?” (2006: 666), y continúa: “[…] para la abnegación de la mujer mexicana no bastan los hijos. Se propina también a los demás miembros de la familia: al marido al que se convierte en un tirano doméstico quien, si no acierta a defenderse, se encuentra de pronto despojado hasta de la más mínima responsabilidad (Reyes, 2006: 667).

A Rosario Castellanos la leo desde sus artículos periodísticos que no pasan por la corrección de estilo ni por revisiones exhaustivas antes de ser publicados; la escucho desde las cartas a Ricardo Guerra recientemente reeditadas por el Fondo de Cultura Económica; la observo en la controvertida película Los Adioses  de Natalia Beristain; la estudio desde su Tesis de Maestría Sobre cultura femenina (1950), (publicada hace pocos años); que a decir de Gabriel Cano la desarrolla “en torno a la marginalidad de las contribuciones literarias, artísticas y científicas de las mujeres a la cultura occidental”. Gabriela Cano considera que si bien la “conclusión filosófica” fue pronto superada permanece la fuerza de las imágenes literarias con que Castellanos hiló sus argumentos.

La escucho desde las palabras de Juan Emilio Pacheco: “nadie en este país tuvo, en su momento, una conciencia tan clara de lo que significa la doble condición de mujer y de mexicana, ni hizo de esa conciencia la materia prima de su obra, la línea central de su trabajo. Naturalmente, no supimos leerla”.

A Rosario Castellanos debemos leerla entrelíneas, de abajo hacia arriba y de derecha a izquierda; debemos leerla desde su circunstancia; desde su intención al escribir; palabra por palabra para hundirnos en sus frases, en su vida, en su verdadera historia, porque no podemos disociar su vida como mujer, de su brillante obra, como su máxima creación literaria.

Leamos a Dolores Castro, su inseparable amiga, quien aporta los datos biográficos más extensos; a Samuel Gordon, alumno de Rosario y partícipe en el trágico día de su muerte; aNatalia Beristain con su película “Los Adioses” donde recoge las cartas a Ricardo Guerra; a lahistoriadora Gabriela Cano (2012) quien publica la tesis de Rosario Castellanos en el 2012. Leamos Rosario Castellanos: un largo camino a la ironía (1994), de Nahum Megged y La espiral parece un círculo (1991) de Aralia López González que se enfocan en el recurso de la ironía y la narrativa de Rosario Castellanos.

A Rosario hay que leerla más allá de sus libros. Hay que conocerla mirándola a los ojos. Acerquémonos a la mujer que fue Rosario Castellanos, a su verdadera esencia y comprenderemos mejor su obra. Aquí, allá y acullá; hoy y siempre, será una cuestión de amor.

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