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Chiapanequiedad, una mirada crítica / A Estribor

Chiapanequiedad, una mirada crítica / A Estribor
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Juan Carlos Cal y Mayor

Mientras que Eduardo Ramírez se ha tomado el tiempo en la espera de varios meses para preparar su futura gestión al frente del gobierno de Chiapas, en el espectro político local ha tomado fuerza dentro del sector de la esfera cultural la construcción del relato acerca del concepto de la chiapanequidad. El “Jamachulel” ya es de uso común. A decir del Maestro Andrés Fábregas Puig, la definición corresponde a la antropología social y fue un concepto propuesto por él en un texto publicado en el 2006.

CAMPECHANIDAD

En realidad una sintaxis similar fue acuñada durante el gobierno de José Antonio González Curi (1997-2003) en Campeche, por la que el gobierno del vecino estado optó por echar a andar una estrategia identitaria conocida y ampliamente difundida como la “Campechanidad”. Desde el 2001, cada 4 de octubre, inicia el Mes de la Campechanidad para conmemorar la historia del estado de Campeche que comenzó, precisamente, el 4 de octubre de 1540, cuando se fundó la Villa de San Francisco de Campeche por el conquistador español Francisco de Montejo, el Mozo, quien luego fundó Mérida en 1542.

MACRO COMUNIDAD DE IDENTIFICACIÓN

La idea de acuñar este concepto para Chiapas que impulsa desde ahora el futuro gobernador suena bien si de lo que se trata es de valorar, identificar, difundir y promover nuestra historia, costumbres, tradiciones así como la diversidad cultural de nuestro estado que tiene elementos compartidos y muy arraigados en todos los estratos sociales sin distingos económicos, raciales o de clase, eso que el maestro Fábregas llama una Macro Comunidad de Identificación. Es lo que nos da identidad, sentido y orgullo de pertenencia.

NUESTRA VARIEDAD GASTRONÓMICA

El cochito, el pozol, el queso chiapaneco, incluso el hablado que es distinto al resto del país o la celebración de la fiesta grande de Chiapa de Corzo, son como muchos otros, orgullosamente símbolos de nuestra identidad y cada región tiene lo suyo. De Comitán el pan compuesto, de Tonalá el camarón seco, el queso de Pijijiapan, la cabeza horneada de Villaflores o los dulces de yema de huevo en San Cristóbal y que tal el Jocote curtido, por no hablar del Nucu, el Sats, el Posh, el comiteco y un sinfín de nuestra variedad gastronómica mucho más variada que la de otras regiones del país.

SINCRETISMO

Cada pueblo tiene su santo, sus vírgenes, sus barrios y sus respectivas festividades todas ellas producto del sincretismo cultural y religioso producto de la herencia colonial, fusión de nuestras diversas etnias con sus propias y variadas lenguas por supuesto con el castellano. Hay además otras migraciones como en el caso del soconusco con los alemanes, chinos y japoneses. Es lo que llamamos sincretismo y se puede apreciar particularmente en las comunidades indígenas.

¿DESCOLONIZAR?

A mi juicio es un error querer adherir al de la chiapanequidad el término “descolonizar” que más allá de la discusión académica puede luego tener implicaciones políticas como ha sucedido ya en Chiapas con el alzamiento indigena de 1994 y sigue sucediendo en hispanoamérica dando píe a rebeliones como la de los mapuches al sur de Chile, el discurso redentor y reeleccionista de Evo Morales en Bolivia o el frustrado y depuesto presidente Pedro Castillo en el Perú. De la solicitud de perdón de Amlo a México por parte de la corona española, mejor ni hablar.

LA “INACEPTABLE” DESIGUALDAD

La “inaceptable desigualdad” de que habla Fabregas Puig no tiene que ver con la deconstrucción de la identidad o la chiapanequidad. No es un problema de origen sino la consecuencia del relato y esa narrativa de las heridas abiertas a las que aducía en sus textos Eduardo Galeano o la teología de la liberación que abrazó en vida “el tatik” y Obispo Samuel Ruíz y antes el llamado obispo rojo de Cuernavaca, Méndez Arceo.

¿UNIFICAR O DIVIDIR?

Hay que tener sumo cuidado para no caer en la tentación de seguir retroalimentando esa narrativa luchoclasista de un forzado y anquilosado origen marxista entre opresores y oprimidos al que pertenece toda una generación de intelectuales. En vez de unificarnos como si lo han podido hacer de manera positiva, edificante y sincrética nuestras propios usos, costumbres y tradiciones, van a seguir fomentando las pugnas que han dado justificaciones a nuestros conflictos sociales como ese rollo de los pueblos originarios como si los demás fuéramos extranjeros en nuestra propia tierra.

DESIGUALES

Desigualdad es hacer prevalecer el convenio 169 de la OIT que a la postre resulta excluyente. Es desconocer nuestra migración histórica de generaciones hoy integrada plenamente a nuestro componente social. Es tratar desigualmente a quienes son chiapanecos pero no pertenecen a nuestras etnias. Con ese pretexto se extinguió buena parte de la propiedad privada y hoy más del 80% es hoy propiedad social, sinónimo de pobreza y bastante improductiva por cierto.

DIEGO DE MAZARIEGOS

A diferencia de Campeche y Mérida en donde hay monumentos y avenidas principales que reconocen a Francisco de Montejo como su fundador; el fundador español de Chiapa de Corzo y San Cristóbal, Diego de Mazariegos es un personaje desconocido y estigmatizado en nuestra historia. Su estatua fue derribada por una turba en 1993. No ocupa un lugar en el Museo de Historia de San Cristóbal, como si nunca hubiera existido. Fue él quien hace casi 500 años decidió fundar la primera ciudad multiétnica y cultural cuyos barrios hoy aún subsisten.

El sincretismo es un fenómeno que ocurre como en el caso de Chiapas cuando diferentes culturas, creencias, prácticas, o tradiciones se combinan y fusionan para crear nuevas formas culturales. Ese proceso de hibridación puede tener lugar en diversas áreas, como la política, la religión, la música, la gastronomía, el arte y las costumbres sociales. El sincretismo cultural es especialmente palpable en contextos donde grupos de diferentes orígenes interactúan, como es el caso de México y particularmente de Chiapas.

EL MITO DE LA CHIAPANEQUIDAD

Yuval Noah Harari en “De Animales a Dioses” argumenta que los mitos son en realidad relatos (cuentos, historias) que crean realidades compartidas, pero que son en realidad ficciones. A diferencia de los hechos que son verificables, los mitos son creencias colectivas que permiten a las personas unirse bajo una misma visión. Son narrativas que dan sentido a la vida y a la experiencia humana, sirviendo como un pegamento social. Los mitos son elementos cruciales que permiten a las sociedades humanas organizarse y encontrar un propósito común.

EL ESCUDO

De ahí la importancia que implica el concepto de chiapanequidad como un elemento que nos una en vez de dividirnos. Se dice por ahí que también quieren modificar el escudo de Chiapas. Su origen corresponde a la tradición heráldica y claramente española con sus dos leones (que por acá no existen). Eso daría pie de nueva cuenta a demonizar nuestra raigambre también española.

CRISOL

Hay que releer a Octavio Paz en El Laberinto de la Soledad, a Roger Bartra y su Jaula de la Melancolia, a Agustin Basave con Mexicanidad y Esquizofrenia o mejor aún a Carlos Rangel con Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario; para entender cómo es que persisten aún teorías que alimentan nuestra falta de cohesión en el país y la América Hispana. Somos un crisol de razas y culturas. En ello radica nuestra enorme e insospechada fortaleza. Necesitamos saber de dónde venimos, sin sesgos, revanchas, ni prejuicios, para saber y definir a dónde queremos ir.

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