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Negacionismo / A Estribor

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Juan Carlos Cal y Mayor

No cabe duda de que el adoctrinamiento ha sido una herramienta muy eficaz para el modelo marxista empobrecedor por excelencia. Charlaba recién con un amigo orgullosamente “chairo” al que no le ha ido ni siquiera un poquito mejor con la cuarta transformación, pero ahí sigue, cargado de razones. El de Venezuela era un tema ineludible. Le dije que en ese caso no había manera de defender lo indefendible. Que el robo de las elecciones y la nueva imposición de Maduro por la fuerza de los militares era no solo evidente sino por demás grosera.

Ahí sí hermano, le dije, solo falta que me digas que Maduro es una víctima de Elon “Moks” (así como el falaz dictador le dice) o del imperialismo y las fuerzas ocultas de la derecha transnacional… no se paqué le dije… le di cuerda. ¿Y la masacre de Palestina qué? me dijo. Y eso qué tiene que ver, contesté. Aaaah pues de eso no dices nada. ¿Pero qué tiene que ver? Insistí. Y ahí fue cuando recordé que la chairiza, como vulgarmente le dicen, siempre tiene una salida, un plan de escape, para no contrargumentar. Tienes razón, reculé. ¿Y qué tal los nazis que acabaron con los judíos? ¿o los romanos que mandaban a morir a los cristianos ante leones en los afamados circos? No, pos así ni pa donde hacerse. Lo de Venezuela es pecata minuta, calentura ajena.

Y es que resulta alarmante esa predisposición que tenemos los humanos por adoptar cosas inverosímiles como si fueran principios de fe, eso que la Iglesia llamaba dogmas. De acuerdo a la fe católica, al islamismo, el judaísmo y tantas otras creencias religiosas, los dogmas son la verdad revelada por Dios, cuyo carácter es indiscutible y obligado para los seguidores. No debe de extrañar entonces que siendo el origen de tantas disputas, muchas de ellas sigan aún vigentes incluso reanimadas y tengan esa capacidad de permear entre grandes conglomerados humanos.

Durante la edad media fueron las cruzadas, la santa inquisición, decenas, cientos de miles de seres humanos batiendose a muerte, otras y otros tantos quemados en la hoguera acusados por ser infieles o de brujería. Miles. Leí alguna vez que tan solo en Alemania, en un año, unas cinco mil mujeres fueron condenadas a la hoguera acusadas de hechizeria. Hoy ni siquiera en la fiestas de Halloween se puede apreciar tal cantidad. Es cuando uno piensa ¿cuántos seres humanos han sido víctimas de creyentes e intolerantes a cualquier signo de discrepancia? Es ahí donde reparamos con los manipuladores de masas. En esas técnicas para someterlas, controlarlas y peor aún hacerlas sentir felices aunque no tengan motivos para serlo. Formas de control adoptadas desde hace siglos.

Lo hacían los emperadores en la antigua Roma para tener contentos a sus ciudadanos a los que repartían literalmente pan y circo en tiempos de crisis o posibles subversiones. Los grandes gladiadores eran el equivalente a Ronaldo o Messi. La euforia desatada desahogaba las pasiones para no ser cooptadas por ideas insanas. Por ahora lo importante es el oro, el bronce, la plata; el orgullo nacional representado en un anónimo y esforzado futuro prócer de la patria. El pueblo necesita héroes y no siempre están a la mano.

Joseph Goebbels, la mano derecha de Adolf Hitler, es un referente obligado para la mercadotecnia. Su decálogo sobre la propaganda fue determinante para entronizar al führer y convertir a ese antiprototipo de la raza aria en un arcangel germánico venido del cielo. Los encendidos y fúricos discursos para hipnotizar al pueblo siempre bueno y sabio lo catapultaron al poder.

Después de la hambruna que acabó con la vida de 50 millones de chinos, Mao Tse Tung no merecería una sola mención en la historia y sin embargo sigue siendo un absurdo objeto de culto. El régimen de Joseph Stalin y el infierno del Gulag fueron lo suficiente para que el socialismo estuviera proscrito de toda forma de gobierno en cualquier país del mundo y sin embargo sigue vivito y coleando. Reeditado, reinventado o rebautizado se trata exactamente de lo mismo en Rusía, México, Cuba, Nicaragua, Venezuela que en China.

Que novela más profética esa de Orwell (1984). El gran hermano en el reino de Oceanía, la policia del pensamiento siempre vigilante de cualquier otra verdad que pusiera en predicamentos la letanía del poder. Ciudadanos vigilados por todos lados con ojos visores como ahora sucede con millones de cámaras en China.

Y hoy cuando se defienden a capa y espada los derechos de las minorias que esos que debiera garantizar la Carta Universal y las Naciones Unidas, resulta que los musulmanes quieren seguir imponiendo la burka y el velo absoluto que esconde cualquier atisbo de la belleza femenina porque así dice la Sharia. En el breve tiempo en que los gringos vigilaron Afganistan las mujeres alcanzaron su realización y su liberación de todo lo que antes les era prohibido. Tantito se fueron y los Talibanes empezaron a ejecutarlas pistola en mano en las calles para que supieran que en el Islam el hombre manda y las feministas del todo el mundo calladas abandonándolas a su suerte en ese infierno.

Y qué tal el esperpento de dictador que es Kim Jong-un en Norcorea. Un pueblo encarcelado en su propio territorio, aislado completamente del mundo. Sin acceso a internet y las redes sociales, esos que Maduro dice que son las armas del imperialismo y su capitán Elon Moksss… Esos que engañan al pueblo para que se subleve sin apreciar esa vida tan placentera que brinda el estatismo, colectivismo, igualitarismo, socialismo, izquierdismo, bienestarismo, donde bastan una beca y un par de zapatos para ser feliz.

Mientras, los oligarcas del proletariado hacen shopping en Neiman Marcus y pasan el verano en las islas griegas aunque los chocolates Rocio vendan menos que una tiendita de abarrotes. Un Rolex a escondidas para salir de fiesta y un Casio pirata de ocho dólares para placearse ante el pueblo patriota y antiimperialista. ¡Larga vida al tirano! clama el rebaño siempre fiel.

Y ya después de esta perorata, la vuelta a la realidad. Los chairos riéndose porque la derecha está furiosa de que invitaron a Putin a la toma de protesta. Diáz-Canel para el postre y en una de esas viene Maduro y lo volvemos a recibir en palacio nacional. Mientras tú calladito, inche facho, racista, clasista, homofobo, transfobo, heteropatriarcal, elitísta y de paso whitexican… Salud!

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