Guillermo Ochoa-Montalvo
Querida Ana Karen, las Islas Marías cambiaron de huéspedes; otrora homicidas, presos políticos; delincuentes peligrosos a turistas de 5 estrellas al transformarse de prisión en un paradisíaco parque ecológico en manos de Carlos Slim.
Si las Islas Marías se fundaron como centro penitencial en 1905 por Porfirio Diaz o si se clausuraron definitivamente el 8 de marzo del 2019 por el gobierno federal, no es trascendente en esta ocasión. Si fueron objeto de codicia desde la época de Hernán Cortés hasta nuestros días, tampoco es el tema porque para eso sirve el Google.
Lo que nos interesa es conocer cómo pasaron por esa prisión más de 45 mil personas: hombres y mujeres casados; otros, solteros; algunos ahí se conocieron y formaron una familia. Pero es difícil imaginarnos lo que se padece en ese encierro con la enorme carga de culpas, rencores, odios, celos, enojo, ambiciones, sueños rotos, arrepentimientos…
Hay experiencias imposibles de transmitir si no se han vivido en carne propia.
Libera tu corazón no es un libro, es una llave hacia la libertad.
Valente Téllez, como profesional del desarrollo humano, yo diría como conocedor del alma humana, nos comparte cómo logro abrir las celdas de más de 900 prisioneros en la Islas Marías para liberarlos.
Valente Téllez, radicado hoy en Teopisca, viajó primero a conocer las Islas Marías y supo que ahí estaba su misión de vida; y ¿cuál fue esa misión? Pues emprender un viaje de exploración al corazón de cerca de 950 personas con quienes convivió y compartió talleres, pláticas, confesiones, historias y anhelos de esa gente encerradas en la prisión de su propio Ser.
Un viaje que se prolongó del año 2013 al 2018 sembrando semillas; mostrando el camino del desaprendizaje para reaprender nuevas ideas, hábito, valores y encontrar el camino hacia nuestro Ser.
Quiero decir, no hay nada nuevo que no sepamos, el caso es que lo sabemos, pero no lo hacemos. Y Valente les infunde valor y les traza la ruta para lograr esa liberación del corazón.
Tarde o temprano, se puede salir del centro penitenciario; pero liberarse de toda la carga acumulada en el corazón no es tan fácil. Al salir del reclusorio se enfrenta a la familia, a la sociedad, al rumor y se carga con el estigma de haber sido procesado. Una carga pesada si no han sido capaces de abrir las celdas de su propio Ser. Y de eso trata esta llave llamada Libera tu Corazón que en forma de libro nos presenta Valente.
Y debo decirlo, es una llave para todos nosotros, no sólo para quienes purgaron sentencias por alguna falta hacia la sociedad.
La Llave que nos entrega Valente nos ayuda a pensar en nuestras propias cargas; nos motiva a reflexionar si vale la pena pasar la vida sufriendo con dolores de conciencia, emociones encontradas, sentimientos malignos y culpabilidad o nos decidimos a vivir la vida a plenitud.
En lo personal, considero que todo aspiramos a la libertad, a la paz, tranquilidad y felicidad. Aspiramos a reconciliarnos con nuestro Ser, a encontrar la Luz que guíe nuestros pasos; aspiramos al amor verdadero, ese que se construye día a día, más allá del romanticismo de la palabra amor, algunas veces tan hueca que le perdemos el verdadero sentido.
Libera tu corazón es una proclamación de Amor hacia nosotros mismos para poderlo derramar en otros. Porque sin amor, nada soy.
Gracias Valente por ser tan valiente; por tu amor al prójimo y tus letras que son llaves de luz. Gracias.
César
Al caer en prisión me vinieron cuestionamientos profundos como: ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Dios existe? Empecé a construir fortalezas internas, estudie psicología. En una ocasión tuve dos ataques de pánico y la trabajadora social me confronto fuertemente, me dijo: “no que muy machito, donde esta esa fuerza”; en lugar de darme un medicamento me regalo una oración. Esta vivencia marco mi vida. Inicie la búsqueda en los caminos espirituales. Los 17 años de prisión los viví en dos penales, uno en Estados Unidos y otro en México, en las Islas Marías. Llegar a la isla Madre, significo un renacimiento de la esperanza, estar en semi-libertad, aspirar la brisa del mar, ver un amane-cer, escuchar una canción, compartir el café, platicar con un amigo, fue sentir la libertad interna. La isla de la Misericordia me rescato, me rescato María Madre.
Comprendí, que como Jesús, tenemos que experimentar el dolor para (darnos cuenta) que hay otra realidad interior, (ahora sé) quien verdaderamente soy yo, soy una parte de Jesús, Jesús está en mí. Aprendí que todos en este mundo tenemos un propósito, que es, reconocer nuestra relación con Dios; que debemos dejarnos (fluir) por ese algo que no sabemos (que es inmanente y podemos llamar Espíritu), que la preocupación por las cosas terrenales (nos daña), que debemos enfocar la mirada en el mundo espiritual. Yo le diría a un interno que la reclusión es una oportunidad de encuentro con Dios, que ahí donde él ve desgracia es una gran bendición, (que puede transformarlo).