- El rezago educativo creció del 30.2% en 2016 al 31.1% en 2022, y el acceso a servicios de salud se deterioró drásticamente, pasando del 15% al 66.1% sin cobertura en el mismo período.
Daniela Alfaro
Los últimos informes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) destacan la falta de avances significativos en la reducción de la pobreza extrema en Chiapas a lo largo de los últimos años. Los datos indican que los niveles de pobreza extrema han permanecido prácticamente estables desde 2016, a pesar de las políticas implementadas para abordar esta problemática.
Según el CONEVAL, en 2016, el 29.6 por ciento de la población de Chiapas vivía en condiciones de pobreza extrema. En 2018, este porcentaje aumentó ligeramente al 30.6 por ciento, y aunque hubo una ligera disminución en 2020 al 29 por ciento, los datos más recientes de 2022 muestran que la cifra se redujo solo al 28.2 por ciento. Esta estabilidad en los niveles de pobreza extrema sugiere que las intervenciones realizadas hasta ahora no han logrado generar un cambio sustancial en la vida de los chiapanecos en esta situación crítica.
En contraste, el porcentaje de la población en situación de pobreza general ha mostrado una tendencia a la baja, descendiendo del 77.9 por ciento en 2016 al 67.4 por ciento en 2022. Sin embargo, esta disminución general en la pobreza no se ha reflejado adecuadamente en la pobreza extrema, lo que indica la persistencia de desafíos significativos en este ámbito.
Además, el CONEVAL reporta que las carencias en áreas esenciales como educación y salud continúan siendo alarmantes. El rezago educativo, que afectaba al 30.2 por ciento de la población en 2016, ha crecido a 31.1 por ciento en 2022. Por otro lado, el acceso a servicios de salud ha empeorado notablemente, con el porcentaje de la población sin acceso a sistemas de salud aumentando del 15 por ciento en 2016 al 66.1 por ciento en 2022.
Las condiciones de vivienda también muestran mejoras marginales, con la carencia de servicios en la vivienda disminuyendo a 50.8 por ciento en 2022 desde el 52.3 por ciento en 2016. Sin embargo, la carencia en la calidad y el espacio de las viviendas ha mostrado fluctuaciones sin lograr avances significativos.