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Camino al fracaso / A Estribor

Camino al fracaso / A Estribor
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Juan Carlos Cal y Mayor

Me gusta el adjetivo de “Turiferarios” que leí de mi maestro, el intelectual y político, José Antonio Molina Farro. A fuerza de ser sincero no sabía su significado. Según la RAE: turiferario es el encargado de llevar el incensario. Es pues el acólito o monaguillo que se encarga del cuidado del incensario y lo porta procesionalmente dentro de determinadas ceremonias litúrgicas del credo católico. Molina Farro,  emplea el adjetivo para describir, con esa prosa elegante que lo caracteriza, aquello que simboliza la adoración a Dios con el incienso como elemento purificador. Los buenos oficios de los aplaudidores, de los proxenetas o más despectivamente de los lisonjeros del poder en turno. Su tarea es la de glorificar al soberano, santificarlo, exonerarlo de toda culpa, sobreestimarlo, de tal manera que el pueblo termine por beatificarlo. Son los alarifes del andamiaje ornamental. Son quienes construyen la imagen incorrupta y sobrenatural de todo aquel dispensador de favores y parabienes. Sin estos últimos no habría motivaciones.

EL CULTO A LA PERSONALIDAD

Es el culto a la personalidad endulzado y aderezado, por cierto, muy característico del fascismo y ahora el populismo, que describen a la perfección la figura de nuestro autócrata y aún presidente el señor López Obrador. Para la ciencia política no es precisamente un fenómeno nuevo, sino que simplemente ha ido mutando para adaptarse, sobrevivir e imponerse desde la primera rendija que logré atravesar. Es una rara proclividad colectiva de nuestro ADN a las deidades. La llamada de la tribu, diría Vargas Llosa.

AMAESTRADOS

Ahí está para la historia el culto a Mao Tse Tung, ese adorado tirano que implantó el comunismo en China y con ello la muerte por hambruna de más de 50 millones de personas ante la indiferencia del mundo. Y todo comenzó con la llamada guerra de liberación que se consumó después de la segunda guerra mundial.  Algo así como “la revolución de las conciencias” que proclamó nuestro prócer tropical al afirmar que: “el pueblo de México transita por un proceso de cambio de mentalidad… Por eso hablo de la revolución de las conciencias… El pueblo de México es de los más politizados del mundo y esto se ha logrado en los últimos tiempos”. ¿Politizado o amaestrado? Habría que preguntarse.

DEIDADES

Otro ejemplo de adoración fue Hitler y en una de las naciones más cultas del planeta. Un hombre que llevó a su país a la guerra y después al desastre.  “Todos sienten y saben que él tiene siempre la razón y siempre la tendrá. Al Führer tenéis que agradecer cuanto poseéis: el empleo, el sueldo, el cielo azul que os cobija y la vida en general” (Rudolf Hess), “Hay algo indescriptible y casi inconcebible alrededor de este hombre único, y el que no lo admita no llegará jamás a explicar su fuerza moral” (Hermann Göring). “La fuerza del Presidente es moral, no es una fuerza de contagio”, diría el desechable Doctor López Gatell. Antes de asistir a la ONU allá por 1979, un periodista le preguntó a Fidel Castro: “Todo el mundo dice que usted tiene un chaleco a prueba de balas”, “No”, replicó Castro “Tengo un chaleco moral que es fuerte. Ese me ha protegido siempre”. No hay casualidades, sino causalidades. No ocurren las cosas por casualidad, sino porque algo hemos hecho para que ocurran.

POPULARIDAD

A qué se debe la “enorme” popularidad de muchos de estos líderes. Déjenme le cuento. Tuve un tío al que adorábamos. Era todo un personaje, el ceño siempre fruncido, dicharachero y bronco, pero tenía una gran virtud, al menos para nosotros sus sobrinos que en aquellos ayeres éramos aún chamacos; era bondadoso, prodigador. Cada que nos visitaba en casa, nos regalaba dinero y el billete era de alta denominación. ¿Cómo no quererlo? ¿Con qué cara criticarlo si para nosotros verlo, era como ganarse un pedazo de lotería? Solo que él hizo toda su fortuna con un enorme esfuerzo a lo largo de su vida. No es lo mismo dar de lo propio que dar del dinero ajeno. Es lo que luego sucede cuando lo da el gobierno, pero no es lo mismo.

EL MILAGRO ALEMÁN

Cuando Hitler arribó al poder el pueblo Alemán había caído en la desgracia. Era el año de 1918, cuando la Primera Guerra Mundial terminó con la gloria y el esplendor de Alemania; en su lugar quedó destrucción y miseria.  El Tratado de Versalles, que se firmó en 1919, obligaba a Alemania a aceptar la responsabilidad absoluta de la guerra, a entregar territorio y a pagar deudas millonarias como reparación. La gran crisis económica llevó a más de 6 millones de alemanes al desempleo con una tasa del 43,8%. En total, Alemania perdió el 13% de su territorio europeo (más de 69,930 km2]) y un décimo de su población (entre 6,5 y 7 millones de personas). Fue el caldo de cultivo propicio para el arribo de Hitler al poder.

Para entonces el futuro Führer ya traía el plan preconcebido de cobrar venganza por la derrota que les dejó miseria, pasivos de la guerra que había que pagar y pérdida del territorio. Hitler contrató a un experto economista y banquero Hjalmar Schacht quien ideó un plan de shock estilo Milei logrando sacar a los alemanes de ese fatídico momento. Schacht acabó con la inflación, rehabilitó la economía, mientras aprovechaba la nueva situación financiera para fortalecer su industria armamentística para después ocupar a sus países vecinos y retar a las grandes potencias. El resto del la historia ya se sabe. Los Nazis fueron juzgados por crímenes de guerra y hasta Schacht que se había apartado de Hitler desde antes de la guerra fue sometido a juicio por el tribunal de Nuremberg.  

COPIA PIRATA

Ahora los líderes populistas han resultado una mala copia en cuanto a sus resultados. Son buenos para prometer y malos para cumplir. Hugo Chávez acabó con la bonanza económica petrolera de Venezuela en unos pocos años. Lo que pudo ser el Dubái latinoamericano quedó convertido en villa miseria. Venezuela pasó del boom financiero e inmobiliario a ser uno de los países más pobres del continente americano.

El problema con este tipo de líderes como Chávez o el nuestro, es que son muy populares unos pocos años mientras tienen para repartir. No hay un solo caso documentado de que las ideas socialistas hayan hecho próspera una economía. A diferencia de Hitler, incluso Franco o Pinochet, heredaron países en crecimiento a los que terminaron enterrando. México es aún fuerte gracias a que la 4t heredó finanzas sanas y mantuvo criterios neoliberales en los macroeconómico. Eso les permitió ganar las elecciones en tanto que derrocharon dinero en programas sociales que a la larga no se podrán sostener. Menos si siguen destruyendo el estado de derecho ahora que quieren talar al poder judicial. Si Sheinbaum no corrige los múltiples errores económicos del presidente, vamos derechito al fracaso.

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