José Francisco Domínguez Aguilar
Muchas gracias por estar de nueva cuenta en nuestra charla semanal, sean siemprebienvenidos.
En el mundo del póker existe una conocida expresión, “pago por ver”, la misma se refiere a cuando un jugador hace una apuesta con cierta cantidad de dinero y otro de los contendientes cree que puede ganarle pero no quiere arriesgar de más, por lo que en esa situación “paga por ver“, es decir, iguala la apuesta de su rival para saber qué carta viene y decidir si apuesta más fuerte después en el caso de que no esté completo el flop o tan solo desea ver las cartas de sus rivales para saber quién gana cuando el flop ya está en la mesa.
En la política, por desgracia, muchos ciudadanos también pagan por ver, y lo hacen otorgando un precio demasiado alto para ello, puesto que pagan con su futuro y el de las generaciones por venir; ellos creen que pueden permanecer pasivos, sin arriesgar de más, esperando a ver cuáles son las cartas que vienen y para cuando llegan a darse cuenta, es demasiado tarde y las mismas ya están sobre la mesa.
Por supuesto, mi interés no es de ninguna manera hacer campaña por un político determinado, considero que para que una democracia funcione, cada persona, adulta y comprometida con su nación, debe hacer un exhaustivo examen de lo que ofrece cada candidato, valorando su pasado en el actuar político, su honradez y sobre todo, su congruencia entre las palabras y sus actos, por lo que de ninguna manera podemos permanecer pasivos “pagando por ver”.
Estamos ya a un mes de las elecciones y por ello, con mucho respeto, me permito hacerles, a cada una de las personas que me hacen el favor de leerme, dos peticiones: Este 2 de junio, por favor, vayan a votar, es una responsabilidad con nuestro presente y también con nuestro futuro, háganlo por el candidato que quieran, o incluso por ninguno de ellos, cancelando su boleta, esa es también, desde mi criterio, una valida expresión popular, para aquellos que quieren decirle a los partidos que están hartos de ellos, pero de ninguna manera ese día podemos dejar de hacernos presentes en las casillas.
La segunda petición, es que al momento de hacer su voto, valoren el gasto que cada candidato ha efectuado por convencerlos, lo anterior es de suma importancia para conocerlos e identificar sus propósitos para hacerse con el cargo al que aspiran.
Imaginen ustedes a un plomero que les ofrece sus servicios para arreglar una fuga de agua, para convencerlos de contratarlos les ofrece 1000 pesos, pero por su trabajo les cobrará 200; se con toda seguridad que lo anterior no resulta lógico para nadie, porque de ninguna manera puede serlo, nadie jamás pagará más de lo que pueda ganar por alcanzar un propósito.
Ahora traslademos el ejemplo anterior a la política, imaginen ustedes a un candidato a Presidente municipal, quien en caso de alcanzar el cargo, ganará, en promedio, un salario anual de trescientos sesenta mil pesos y en consecuencia, durante todo su cargo percibirá ingresos salariales por un millón ochenta mil pesos, entonces, ¿puede resultar lógico el que en una campaña, cualquier candidato a presidente municipal invierta más allá de esa cantidad?
Por supuesto que no lo es, y por tanto debemos considerar que quien gaste más de esa cantidad, sin duda, no solo se conformará con contar con su ingreso ordinario, sino que deberá consentir recibir dadivas por contratos u otro tipo de actos ilícitos para recuperar lo invertido.
Habrá quien diga que el enorme gasto en publicidad y operativo que se eroga en una campaña política no solo viene del patrimonio de los candidatos, sino de aportaciones de empresarios, sin embargo lo anterior, además de ser real, nos deja de manifiesto que debemos considerar entonces que el funcionario público que llegó al cargo gracias a esas dadivas, durante su gestión deberá pagar el favor, y la única forma de hacerlo es mediante adjudicaciones directas, sin concurso, a esos generosos empresarios.
Ahora bien, si ese dinero no viene de legítimos empresarios, sino del crimen organizado, imaginen ustedes cual será el pago que el futuro funcionario público les hará.
Por tanto, a medida, que más grotesco sea el gasto que veamos en una campaña política: Con espectaculares, volantes, botargas, anuncios en medios electrónicos y regalos, más debemos desconfiar de la probidad de dicho candidato, porque sin duda llegará a recuperar lo invertido o a pagar lo que le fue regalado por sus patrocinadores.
Este dos de junio, no paguemos por ver, empeñando nuestro futuro, porque cuando las cartas ya estén sobre la mesa con toda seguridad no serán de nuestro agrado.