Sr. López
C. Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, Lic. Andrés Manuel López Obrador.
Querido Señor Presidente:
Escribí la presente en días pasados; la llevé a Palacio Nacional el viernes y espero que el personal militar se la haga llegar hasta el lunes 8, como les solicité, porque no quería darle un disgusto en este fin de semana, que espero haya pasado Usted muy bien, celebrando el Día de Reyes en compañía de su señora esposa, sus hijos y nietecitos, Salomón y Mateo, a los que envío mis respetos y consideración.
Si por un inexcusable descuido se la entregaron el viernes, me disculpo de antemano.
Aseguro a Usted que esta carta, la he meditado cuidadosamente, con prudencia y responsabilidad, siguiendo Su ejemplo de largos años. No lo tome a mal, pero presento a Usted formalmente mi renuncia irrevocable a la candidatura a la Presidencia de la República, que tan amablemente me confirió.
Manifiesto a Usted que no se trata de un arrebato sino resultado de profundas reflexiones derivadas de la información que aunque dosificada según Su prudencia dicta, me parece suficiente para manifestarle que no me considero capaz de asumir la responsabilidad que Usted me otorgó tan generosamente. Considérelo como una confesión: no soy digna de sucederlo.
El bastón de mando lo dejé con los soldados de la puerta de Palacio Nacional, pidiéndoles encarecidamente que se lo entregaran junto con esta carta. Se lo devuelvo con todo respeto (y le aseguro que no lo usé, no tenga pendiente).
Considero que dadas sus habilidades políticas y liderazgo, no tendrá Usted ningún problema para encontrar adecuada sustituta (respetuosamente le sugiero alguna de la familia Batres, pero Usted decida); sustituta que sin duda será mejor que su servidora, para continuar disciplinadamente y sin tropiezos la Transformación Nacional bajo su experta dirección en el periodo 2024-2030 y los siguientes, pues aun cuando el Creador algún lejano día decida llevarlo a su Luz, Usted seguirá siendo el Guía de la Nación, derivado no solo de la atenta lectura de sus libros sino por la consulta a los videos de sus conferencias de prensa cotidianas que serán fuente de sabiduría y respuesta certera a cualquier situación que pueda presentarse en el país a lo largo de los siglos por venir. No tengo duda que Usted queda en la historia patria como el Transformador de México.
Haré pública mi renuncia cuando y en los términos que Usted me indique o si le parece bien, Usted anúnciela aduciendo la razón que mejor le parezca en función de los supremos intereses de su Movimiento, sin que sea necesario reiterarle las seguridades de mi disciplina y acatamiento a sus decisiones, como prueban los años que he tenido el honor de servir a Usted.
Me inquieta que Usted pudiera pensar que mi irrevocable renuncia a la candidatura presidencial, obedece a que tenga yo la menor duda sobre el triunfo de Usted en los comicios del próximo 2 de junio. De ninguna manera, Señor Presidente. Así como Usted, su servidora sabe que sus opositores están moralmente derrotados de antemano y que el triunfo de la Transformación es inevitable sin necesidad ni de mencionar el invencible aparato electoral que representan todo su gabinete, los gobernadores de 23 entidades, más la operación de sus miles de Servidores, aparte de los millones de hogares que sabrán corresponder Su generosidad en las urnas.
Como humilde explicación de esta mi decisión irrevocable, sin que se interprete como crítica sino como confesión de mis limitaciones, expongo a Usted las principales razones que me obligan a retirarme de esta contienda electoral:
No encuentro manera de resolver la situación de las finanzas nacionales. Soy del todo incapaz de sostenerlas con la sola fuerza de la palabra, atributo exclusivo de Usted. Tampoco veo cómo conseguir que sus obras insignia no caigan en quiebra durante el que hubiera sido mi gobierno, ni imagino de dónde obtener más fondos públicos para sostenerlas. Su Secretario de Hacienda me recordó que el innombrable Salinas se excusó aduciendo que Zedillo su sucesor, quitó los alfileres que sostenían las finanzas públicas, advirtiéndome que por circunstancias ajenas a Su voluntad de Usted y de él, se me entregará el erario sin alfileres y que debería yo confiar en el poder de negar la realidad, como prueba este Su sexenio, Señor Presidente, sin considerar que Usted es inimitable.
De la misma manera, me declaro incapaz de resolver la inseguridad pública, dados los compromisos tácitos de la delincuencia organizada con las fuerzas públicas del orden, particularmente las militares, como es de Su Superior conocimiento.
En el mismo sentido y de la mayor relevancia: me sé imposibilitada para conseguir la obediencia de nuestras Fuerzas Armadas (y aprovecho para prevenirlo a Usted, de que son francamente exorbitadas las peticiones que los Altos Mandos militares me presentaron aduciendo que Usted las ha aprobado para el periodo 2024-2084, comprendiendo los siguientes diez sexenios, destacadamente, que esperan una inmediata Reforma Constitucional que prohíba terminantemente la fiscalización de su ejercicio del presupuesto, por razones de Seguridad Nacional).
Aseguro a Usted que la realidad del Sector Salud no contribuyó a mi decisión. El tiempo dio a Usted la razón, nuestro pueblo, bueno y sabio, aguanta. Lo mismo digo sobre la Educación Pública y tantos otros temas que no tienen por qué resolverse.
Aprovecho para insistirle en que ya se emita la Ley que obligue a todas las dependencias y entidades federales y estatales, a fechar los documentos oficiales contando los años a partir del 2024, de manera que la cuenta de los tiempos de México sea a partir de que Usted entregó el Poder… el 2025 debe ser el año uno después de Andrés (1 d.A), y sucesivamente. Con nuestra mayoría simple actual en el Congreso de la Unión, esto será un mero trámite.
Sin otro particular, atentamente, se despide de Usted su mal fiel servidora.
(Y usted querido lector, recuerde que soñar es gratis).