Juan Carlos Cal y Mayor
Recuerdo muy bien el día que concluí mis estudios para poder graduarme como abogado. Fue un día feliz, la culminación de un esfuerzo y un momento muy especial en mi vida porque aprendí muchas cosas más allá del aula. Hice amigos fraternos, eternos, con los que compartí momentos felices y también difíciles.
Más que en la graduación pensaba en ya regresar lo más pronto a Chiapas y ponerme a trabajar para ser autosuficiente en correspondencia al gran esfuerzo que hizo mi padre por educarme. Ya había trabajado dos años antes haciendo mi servicio social y aprendiendo en un despacho de uno de mis más predilectos maestros y después en una notaría.
Elaborar la tesis fue una monserga porque me lo tomé tan en serio e hice un trabajo de investigación en derecho internacional que alcanzó las 400 páginas. Mi director de tesis, me dijo: No te compliques la vida. Tu trabajo va terminar en la biblioteca junto con miles y en realidad solo sirve para titularse. Atendiendo su sugerencia terminé haciendo una tesis mucho más sencilla en derecho constitucional y mi examen profesional fue un paseo de campo.
Mi sorpresa fue que dos años después fui seleccionado como el segundo entre las tres mejores tesis de ese año y no por mi universidad sino por la UDG que era la escuela pública y que por cierto otorgaba por primera vez un reconocimiento académico a una universidad privada con la que rivalizaba en todo. Mis compañeros ni se enteraron, pero fue una enorme satisfacción al menos para mi padre. De la tesis apenas me quedó por ahí algún ejemplar de los 10 que imprimí.
Tener el título y luego la cédula profesional es una condición necesaria para ejercer mi profesión y sin embargo he desempeñado otras actividades para las que no es necesario. Viene el cuento a colación porque parece que se ha vuelto uno de los temas centrales en la discusión pública.
Varios presidentes fueron egresados de la UNAM hasta que llegó Vicente Fox que apenas se graduó de la IBERO siendo ya gobernador de Guanajuato. Seguro sabía que era un punto débil en el que podían atacarlo. Felipe Calderón egresó de la Escuela Libre de Derecho, sin duda la más prestigiosa. Peña Nieto de la Universidad Panamericana y al que acusaron luego de “plagiar” parte de su tesis por no citar fuentes de algunos párrafos. De López Obrador averiguaron que tardo 14 años en concluir y ahora están cuestionando a Xóchitl que se graduó no por un trabajo de tesis sino mediante un informe en que omitió citar sus fuentes.
Muchos jóvenes practican en sus trabajos escolares el ”copy paste” es decir, el copiar pegar. Para el caso que nos ocupa parece que nos estamos viendo “más papistas que el Papa” pretendiendo quemar a Xóchitl en una hoguera. Y no, no hay comparación con el fusil completo de un texto en el caso de la tesis de la ministra Yasmín Esquivel quien ejerce como perito en derecho en la más alta magistratura del país. Ahí si es condición necesaria y requisito obligatorio. Para el caso de Xóchitl no. No para ser presidente de la república y no para ninguno de los cargos que ha ocupado. En el primero hay impunidad, en el segundo no. No pasaría nada si Xóchitl se viera obligada a presentar un nuevo informe para titularse.
Esa es parte de toda la andanada que le viene encima a la virtual candidata del Frente Opositor. Ya vimos que este régimen acostumbra desacreditar con todos los medios a su alcance a sus rivales. Son expertos en ver la paja en el ojo ajeno y se hacen de la vista gorda cuando se les deja en evidencia. Lo que importa al final de cuentas son las capacidades o las habilidades y esas no se acreditan necesariamente con gruesos curriculums (sin quitar valor a la meritocracia).
PD. Les recomiendo la serie de Netflix “Suits” (La ley de los audaces) por si quieren averiguar más de lo que estoy hablando.