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Disculpe las molestias / LA FERIA

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Sr. López

Unas tías por un chisme, estaban destazando el prestigio de una de sus sobrinas, pero llegó la tía Victoria, la mejor informada de Toluca y la lengua más temida de la región, que quería mucho a la chamaca y les dijo: -Hablen de ella, hablen, yo luego hablo de ustedes –silencio absoluto. Tosecitas.

“Hay una cantidad terrible de mentiras en el mundo y lo peor es que la mitad de ellas son verdad”, dice Winston Churchill en sus memorias, es cita. Lo que este menda no pudo encontrar para repetirlo literalmente, es que don Winston también escribió que quien quiera gobernar debe tener capacidad para cargar graves asuntos en su conciencia (le repito que no es cita, pero es la idea, eso sí).

Hay muchas mentiras sobre el caso Ayotzinapa, asunto que no necesita detallarse, todos sabemos que se trata de la desaparición y asesinato de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, hace ya nueve años. Y asesinato, porque muertos están, por más que siga el reclamo de que los quieren vivos.

Para el gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador, ha resultado muy amargo enterarse de que entre lo que por ligereza, prejuicio o simple obsecuencia populachera consideraron y tacharon públicamente, como mentiras oficiales había y hay buena parte de verdad.

Lo que informó el 27 de enero de 2015, el procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, como ‘verdad histórica’ y que desde la prensa y las actuales autoridades se ha tomado como una frase engañosa o hasta burlona, es un término técnico del Derecho en el que se estudian y definen la verdad objetiva y subjetiva; la verdad absoluta y relativa; y la verdad histórica y la verdad procesal. No fue una puntada de Murillo Karam, usó un término habitual en el anterior sistema penal acusatorio que los abogados bien entienden que se refiere a la determinación posible de la verdad sobre los hechos.

Y la verdad histórica que informó don Murillo, contiene esencialmente los hechos verdaderos, aunque no todo lo sucedido ni todo de lo que se enteró en torno a tan penoso asunto. Y sí, dejar de decir algo es una manera de mentir.

No contiene por ejemplo, ninguna mención a que esa Escuela Normal educa a sus estudiantes a luchar contra el Estado, incluyendo medios violentos (egresaron de esa Normal, Lucio Cabañas y Genaro Vázquez Rojas, los afamados guerrilleros); tampoco menciona la implicación de quienes mandaron a esos estudiantes a delinquir, porque a eso fueron a robar autobuses, no a ‘retenerlos’, y esto lo saben todos los que han participado en las averiguatas y también los que conocen esa Normal.

Menos se mencionaron las declaraciones (publicadas en Milenio el 28 de enero de 2015, día siguiente al del informe de la verdad histórica), de uno de los delincuentes detenidos, Felipe Rodríguez Salgado (a) El Cepillo, jefe de sicarios de Guerreros Unidos, quien informó que un tal Carrete operador de la banda de Los Rojos, le pagó al director de la Normal, José Luis Hernández Rivera (fallecido por Covid19, el 23 de octubre de 2020), para que mandara estudiantes a Iguala el 26 de septiembre de 2014 a causar desórdenes. Y aparte dio pelos y señales de los sucesos, implicando a autoridades policiacas municipales; sabía de lo que hablaba porque él dirigió la ejecución y desaparición de los cuerpos de los estudiantes.

Aparte de la comprensible inmensa pena de los deudos de los estudiantes asesinados, desde el principio de su reclamo y hasta ahora, un grupo de ellos insiste en que el gobierno acepte que fue un crimen de Estado, lo que sea que eso signifique porque no está definido en Derecho, ni aquí ni en el mundo. Pero parece que no descansarán sino hasta que el gobierno lo acepte y asuma las propias conclusiones de ellos como nueva verdad histórica, implicando al Ejército mexicano como institución.

Al entonces procurador, Murillo Karam lo tienen preso desde el 19 de agosto de 2022, acusado de los delitos de desaparición forzada, tortura y contra la administración de justicia, detención flagrantemente ilegal porque es una suposición imposible de sostener que un Procurador General de la República, intervenga físicamente o personalmente en una investigación, siempre a cargo de muchos otros mandos y órganos. Pero este gobierno necesitaba una víctima propiciatoria, alguien a quien inmolar en la piedra de los sacrificios de la opinión pública y del aparato de los agitadores profesionales que siguen exigiendo lo imposible, sabedores que lo es, en apego a la estrategia de poder no darse nunca por satisfechos, tener contra la pared al gobierno y añadir una nueva ofensa del Estado mexicano contra ellos por su clase. Qué desatino del gobierno. Ya saldrá libre Murillo Karam, sin duda… y saldrá inocente.

Así las cosas, la situación para el actual Presidente de la república es terrible. Las investigaciones por él ordenadas no difieren mayormente con la verdad histórica que informó Murillo Karam. Ayer, oficialmente, su gobierno informó que los hechos tienen tres posibles explicaciones: 1. ‘Confusión’ de Guerreros Unidos; 2. Escarmiento por parte del alcalde José Luis Abarca y de Guerreros Unidos; 3. Que en alguno de los autobuses tomados por los estudiantes, pudo haber una eventual “presencia de droga, armas o dinero”. Esencialmente esto es la pura verdad histórica de Murillo.

Ahora, le guste o no, él, Andrés Manuel López Obrador para ellos es igual a esas autoridades del sexenio anterior que ocultaron cosas (sin duda) y mintieron con dolo (está por verse).

Y peor de terrible es que inexplicablemente, el Presidente con poco cálculo, dio a las fuerzas armadas más poder que nunca en toda la historia del país, y ahora está montado en ese león y por nada del mundo se va a bajar. La Defensa Nacional y la Marina Armada, lo saben, lo comprobaron cuando el asunto el general Cienfuegos, que López Obrador logró sacar de la cárcel en los EUA y traerlo al país para sacudirle las solapas y mandarlo a su casa con un “mucho gusto y disculpe las molestias”.

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