Ernesto Gómez Pananá
En varias entregas recientes, la última en particular, esta columna ha abordado con preocupación el tema de la delincuencia organizada y su creciente presencia en Chiapas y desde luego -trágicamente-, en todo nuestro país.
De la semana que recién concluye quisiera retomar dos notas que ayudan a comprender con más claridad la abrumadora dimensión del problema.
En primer lugar, la información aparecida en varios medios nacionales donde se destaca el hecho de que toda la zona sierra chiapaneca, los municipios de Motozintla, El Porvenir, Bejucal de Ocampo, La Grandeza, Bella Vista, Siltepec, Amatenango de La Frontera, Mazapa de Madero, Chicomuselo y Honduras de la Sierra, por mencionar solo algunos, llevan semanas en crisis, sin clases, sin gasolina, sin transporte público, sin abastecimiento de efectivo a sucursales bancarias. La situación es a tal grado delicada que en Frontera Comalapa hay desabasto de víveres o gas LP, la señal de telefonía fue interrumpida deliberadamente por los grupos que se disputan el control de la región y los habitantes de la cabecera viven bajo toque de queda y escondidos en sus casas. El infierno.
No obstante este panorama, desde algún punto de esa misma región circuló el día viernes pasado un video -también retomado por medios nacionales- en el que se observa a decenas de personas, en su mayoría varones, apostados a los costados de una carretera vitoreando el paso de un convoy artillado. Al verlo, uno pudiera suponer que se trata del desfile militar del 16 de septiembre pasado y que a quienes se aplaude es a gallardos integrantes del Ejército Mexicano o la Guardia Nacional. Error querides lectores. Error. Si uno escucha con detalle podrá notar que los aplausos y los vítores son para celebrar la presencia de sujetos fuertemente armados pertenecientes al llamado “Cartel de Sinaloa”, quienes entraban a algún lugar de la zona sierra de Chiapas para recuperar su control. Una vez más, esto no tiene otra forma de describirse más que como el infierno. Una maldita película de horror vuelta cotidianeidad.
El problema es de tal magnitud que, según un artículo publicado también en estos días por un grupo de investigadores encabezados por el doctor Rafael Prieto-Curiel en la revista Science. Sus afirmaciones son escandalosas y desde luego escalofriantes. El artículo entre otras cosas afirma que hoy día, las diferentes organizaciones del narco en México tienen en nómina al doble de personas que el Ejército , la Guardia Nacional, la Marina y las diversas policías estatales juntas. Por cada soldado o marino, en México hay también dos sicarios fuertemente armados en la nómina del narco.
La potencia empleadora de estos grupos es tal que hoy en día son el quinto mayor empleador en México, por encima de Oxxo, Pemex o Grupo Salinas. Según este mismo análisis, las estrategias actuales permiten proyectar que al menos en los próximos cinco años será imposible aniquilar o siquiera disminuir la fuerza creciente de este problema que parece fuera de control. Acaso, sugiere el estufo, un mecanismo para lograr desactivarlos requeriría necesariamente impedir su crecimiento, evitando los reclutamientos voluntarios o forzosos y aún así: si el día de hoy lográramos cercar su fuerza, el país tardaría tres años en regresar a los niveles de violencia del 2012. Reitero: el infierno.
Oximoronas 1. Mientras sucede todo lo anterior, a los egregios políticos chiapanecos lo único que les preocupa es pintar bardas con su nombre e inundar el estado con sus sonrisas o sus frases pegadoras, todo en pos de la la bendición demoscópica. Es la náusea.
Oximoronas 2. Nos dirigimos al precipicio, gustosos y con los ojos cerrados a la realidad. Aún estamos a tiempo. Urge reaccionar como sociedad.