CARTA A MARIANA, DONDE SE RECONOCE LO QUE ES DEL CÉSAR Y LO QUE ES DE HÉCTOR (II) / ARENILLA
Querida Mariana: el siguiente libro de mi admirado amigo Héctor Cortés Mandujano es uno que se titula “Polvo del camino. Volumen uno”, también de la Editorial Tifón, publicado en febrero 2021. Es un compendio de textos que Héctor publicó en la revista electrónica “Letras, IdeaYvoz”, que administra su amigo Roger Octavio Gómez Espinosa, en la ciudad de Tlaquepaque, Guadalajara. Son cien textos, de los que Héctor llama “de varia invención”, porque hay cuentos, ensayos, crónicas, divertimentos, en la buena cocina literaria se diría que hay de chile, de dulce y de manteca, un tachilgüil delicioso. A mí me encantan estos compendios de textos breves, porque son como deslumbres, cerillitos que, como en este caso, bastan para abrir la oscuridad y mostrar caminos novedosos.
Héctor no sólo escribe cuentos largos y novelas, ¡no!, también (¿cómo le hace para ser tan disciplinado?) cada semana escribe dos columnas que comparte con los lectores. Esta columna llamada “Polvo del camino” y otra, que publica en Chiapas Paralelo, que se titula: “Casa de Citas”, que no sé en qué número va, pero que ya tiene varios centenares. Mentira, sí sé en qué número va: la del 27 de junio correspondió a la Casa número 644. ¡Pucha! Si el año tiene, más o menos, 52 semanas, estamos hablando que Héctor ha escrito esta columna durante más de doce años. Las novelas y las obras de teatro exigen un proceso diferente al de las columnas. La columna periodística cultural exige un férreo cumplimiento. Los lectores esperan, semana a semana, con puntualidad la aparición de los textos de Héctor. Ahora, ¡qué bueno!, los tiempos permiten que llegue a los celulares de los lectores, a través de WhatsApp.
En tiempos del “Este Sur”, revista que dirigió Pepe López Arévalo, en paz descanse, los lectores debían ir a adquirir la revista en los puestos de distribución, para leer las colaboraciones consuetudinarias de Héctor. Ahora, las columnas de Héctor llegan en forma digital. ¡Ah, maravillosos tiempos! Los domingos, en forma puntual, recibo las dos columnas que semanalmente escribe Héctor: la de Polvo del camino y la Casa de Citas. A principios de los años setenta, el abuelo Enrique, en la Ciudad de México, salía todos los domingos a comprar el periódico Excélsior, regresaba a casa y mi abuela Esperanza ya le tenía listo, calientito, el café que bebía mientras leía el diario. Cuando yo iba de vacaciones aprovechaba a leer el suplemento con los monitos. Hoy, gracias vida, gracias tecnología, gracias Héctor, mientras bebo un té de limón disfruto los textos de mi amigo, que me llegan puntuales hasta la comodidad de mi casa, pequeña, pero cómoda.
Y el mojol de lujo es lo que tengo ahora en el buró: el libro que compendia cien colaboraciones de Héctor para “Letras, ideaYvoz”. Digo que admiro el talento y la disciplina de nuestro autor chiapaneco. Reconozco el tiempo que dedica a su oficio de creador artístico. Pucha, son horas y horas de estar sentado frente a la computadora o frente a la libreta con el lápiz en la mano. A mí me encantan las antologías. Este libro de Héctor permite tener a la mano un haz de destellos, en conjunto son como una lámpara de cien bujías, de esas que penden en los techos y alumbran amplios salones. Son cien cerillitos, cien luciérnagas (mushcac, le decimos en Comitán). Estas colaboraciones de Héctor exigen la concisión, la palabra precisa, van en el mismo sentido de lo que Borges enunciaba. El libro tiene de todo, es un maravilloso relajito literario, escrito con alegría, con inteligencia, sin tufos pedantes, aunque, a veces, retome conceptos altísimos. Es una muestra del bagaje cultural que Héctor ha pepenado en su vida, en cientos de horas al leer, al ver cine, al vivir intensamente.
Héctor es una gran ceiba literaria, sus ramas tocan todos los cielos. En este libro hay mini ficciones (el primer texto es una mini ficción), ensayos, textos de presentación de libros, comentarios de películas y de libros que él ha leído (el último texto trata sobre el libro “Lennon”, de un tal David Foenkinos), divertimentos, escenas cotidianas, cuentos breves, viajes (presenciales y virtuales) y mucho más. Todo con la brevedad que exige el espacio de la revista impresa o digital.
Posdata: Lo tengo en el buró. Algunos ancianos tienen sobre el buró un frasco con las píldoras que deben tomar. Este libro tiene cien píldoras que dan vida, que evitan (tomadas en las dosis no indicadas) la enfermedad de la ignorancia. Son píldoras que dan vida, gracias a la mirada del gran demiurgo de la Finca del Ciprés, del municipio de Villaflores, Chiapas.
¡Tzatz Comitán!