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A LA ROLLING

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Carlos Román García

Cuando tenía yo nueve o diez años, mi hermana Marcela escuchaba La hora de los Beatles, enseguida me tocaba el turno en la radio y sintonizaba Rock a la Rolling. Unos pocos años después ella compró un tocadiscos portátil que reproducía viniles de 33 1/3, 45 y 78 rpm. Mi primera adquisición para estrenar el aparato, que por su tamaño y facilidad de uso representaba los avances tecnológicos de mediados de los setenta del siglo veinte, fueron siete discos de 45 rpm de los Rolling Stones que seguramente habían formado parte de una colección mayor, pues sus cubiertas, blancas y de papel delgado, no contenían impresión alguna. Me los vendió Fernando, el hijo del doctor Renato de la Mora, mi patrón en las épocas en que me desempeñé como mozo en las calles de República de El Salvador y Cinco de Febrero, seguramente por una pequeña parte de su valor original.

No sabía ni sé hablar inglés, pero las rolas del cuarteto Liverpool y de sus satánicas majestades se convirtieron en una parte significativa de mi educación musical y sentimental. Por esos entonces abrieron un café –con venta de trago y música en vivo– en la Colonia Gómez Farías al que pusieron como nombre Let it Be. Mi primo Trino estaba entusiasmado con ir y buscaba compañía, y cuando le pregunté qué significaba la frase en inglés me respondió: déjalo ser, es el título de una rola de los Beatles.

Yo no era un compañero apto, pues no había cumplido los 18 años reglamentarios y vivía entonces una pequeña crisis existencial derivada de mi ruptura definitiva con la iglesia católica y con cualquier creencia religiosa; del primer acercamiento que tuve con la fe comunista, también formada por iglesias y sectas, de la que me separaría de manera menos dramática años después; del desenvolvimiento natural de la libídine cuyo ejercicio libre estaba inhibido por la prevaleciente idea judeocristiana del pecado (uno se aleja primero del aparato ritual de cristianismo y del comunismo y luego de su corpus ideológico), presente también en las sectas marxistas, leninistas, maoistas o guevaristas, a veces tan conservadoras, fanáticas o hipócritas como sus pares del opus dei, la luz del mundo o los testigos de Jehová; de la disolución del núcleo familiar y de un periodo de errancia; del fracaso escolar y el descubrimiento de la marihuana.

Así que los acordes y las melodías que acompañaron mi adolescencia fueron los que desde el Reino Unido tocaban los grupos más emblemáticos del rock and roll: The Beatles and The Rolling Stones, cuyos sobrevivientes son unos ancianos simpáticos y bonachones. Time is On My Side.

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